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Dejaron sus trabajos para emprender, reabrieron una fábrica de alfajores y cumplieron su sueño de ser papás

Micaela y Julián son de Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires. Aunque crecieron en el mismo lugar, no se conocían hasta que coincidieron en un supermercado. Comenzó una historia de amor y superación: se acompañaron en una búsqueda que insumió todas sus energías y se animaron a incursionar en un rubro desconocido para ambos

Por Cindy Damestoy

En una de las primeras ferias a las que asistieron con su hija (Fotos: Instagram @alfajoresromah)

El intercambio de una mirada y una sonrisa dio comienzo al flechazo de amor entre Micaela de los Rios y Julián Bascaran. Desde que se conocieron en su ciudad natal, Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires, afrontaron tres años llenos de desafíos. Los dos son contadores de profesión, pero se presentó una oportunidad de emprender en un rubro totalmente desconocido para ambos, y dejaron sus trabajos en relación de dependencia para empezar de cero en una fábrica de alfajores. Al mismo tiempo recorrían especialistas en fertilidad para cumplir su sueño de ser papás: un diagnóstico médico les aseguraba que las posibilidades eran muy bajas, y pasaron por muchos miedos, ansiedades y frustraciones. No encuentran otra palabra más que “milagro” para definir lo que sintieron cuando su hija Amaia llegó al mundo, justo un mes antes de que se adentraran en la gastronomía y ganaran dos premios que los impulsaron a innovar.

Atienden el llamado de Infobae con la cofia y el delantal puesto, en pleno proceso de creación de nuevas variedades, y con un gran muestrario desplegado sobre la mesa. La prueba y el error es el método que aplican desde el primer día, y así fue como fueron resolviendo todos los inconvenientes sobre la marcha. Se están preparando para asistir a la Fiesta Nacional del Alfajor, evento que se realiza desde 1989 en La Falda, provincia de Córdoba, el mismo lugar donde se consagraron con la medalla de plata en la categoría de “Alfajor de chocolate negro más rico” en 2022. “Pasó solo un año y cuatro meses desde que nos lanzamos con todo esto, pero cuando pensamos en todo lo que vivimos es como si hubieran pasado cinco años”, reconocen con humor.

Nacidos y criados en Chivilcoy, sus caminos no se habían cruzado hasta el día en que Micaela fue por primera vez al comercio de Julián. “Fue el 31 de marzo de 2020, pleno inicio de la pandemia, y yo nunca iba a comprar ahí, fui para acompañar a mi mamá y como solo se podía ingresar de a una persona, me quedé afuera esperándola”, relata ella. Gracias a una serie de casualidades, coincidieron en el momento preciso. “Generalmente en ese horario yo no estaba atendiendo en el local, y salí a la calle y la vi, nos sonreímos sin conocernos y me quedé impactado”, cuenta él.

Julián le propuso casamiento a Micaela en su fiesta de cumpleaños 40, ella dijo que sí y a futuro planean concretar la boda

Ninguno se animó a entablar conversación, pero las redes sociales hicieron el resto. “Acá nos conocemos todos, ya sea por rostro o por apellido, y le pregunté a todo el mundo por ella, si sabían cómo se llamaba, hasta que supe quién era, empezamos a hablar por Facebook, y desde ahí no nos separamos más”, comenta. Al principio se sorprendieron cuando descubrieron que tienen diferencia de edad: Micaela tiene 29 años y Julián 41. “A veces cuando nos ven juntos no se dan cuenta, y la verdad es que nosotros tampoco, nos entendimos muy bien, y sobre todo, nos impulsamos mucho mutuamente”, aseguran.

Desesperación y fe

La conexión y los proyectos no tardaron en surgir. Apostaron a la convivencia y charlaron sobre la idea de formar una familia en el futuro. Julián tiene un hijo de 13 años, fruto de una relación anterior, pero no estaba cerrado a volver a ser papá en el futuro. Cuando volvió a apostar al amor confirmó su deseo, y Micaela le habló a corazón abierto sobre su anhelo más preciado. “Desde que tenía 3 años yo decía que quería ser mamá y tener una guardería cuando sea grande, fue mi sueño toda mi vida, pero a los 15 años me dijeron que tenía endometriosis y que no iba a poder ser madre”, confiesa. Le quedaron grabadas en la mente las palabras de los médicos que visitó la siguiente década, la gran mayoría con pronósticos poco alentadores.

“Empezamos a ir juntos a las consultas con especialistas, lo vivimos de una manera muy privada, como pareja, y nos decían que iba a ser un proceso muy largo, que podía tardar hasta cinco años y que sino funcionaba había un tratamiento en Estados Unidos, pero que iba a ser muy caro y que teníamos que trabajar mucho la relación para no deprimirnos en ese camino”, revelan. Uno de los mejores amigos de Julián estudió inmunología en Europa, y se especializó en endometriosis, así que fue uno de los primeros profesionales que consultaron.

“Fue increíble porque de cierta manera sentí que tenía que conocer a Mica para conectarla con mi amigo, y su ayuda fue fundamental porque nos despejó muchas dudas y modificamos también la alimentación con suplementos naturales”, acota el emprendedor. Ella, a sus 26 años ya había pasado por tres cirugías, estaba con medicación crónica hacía 10 años para alivianar los síntomas de la endometriosis en estadio avanzado, y aunque había una pequeña oportunidad de concepción de manera natural, sino funcionaba el siguiente paso a considerar sería la criopreservación de óvulos.

«Amaia tenía 4 meses cuando nos acompañó a nuestro primer evento, y fue como si supiera lo importante que era para nosotros porque se portó de maravilla», cuentan

“Cuando vemos la foto de una mujer embarazada no nos damos cuenta de que muchas veces es el resultado de un camino largo, del que muchas veces no se habla, y por eso siempre le dije a mi familia y amigos que jamás hagan la famosa pregunta: ‘¿Y para cuándo van a tener un hijo?’; no hay que meterse en ese terreno porque no sabemos la lucha que puede haber atrás”, reflexiona. Después de hacerse los estudios correspondientes, hicieron un viaje al norte argentino para relajarse y disfrutar de los paisajes. Mientras recorrían la provincia de Salta decidieron visitar a la Virgen del Cerro, también conocida como Inmaculada Madre Del Divino Corazón Eucarístico De Jesús.

“El 27 de marzo de 2021 dejé una carta pidiendo el deseo de poder ser madre, y Amaia nació el mismo día al año siguiente”, detalla conmovida. “Es creer o reventar”, agrega enseguida. Los dos comparten el sentimiento de que haber ido al santuario los ayudó a calmar las ansiedades, y a confiar en que así como se encontraron en el instante que fue perfecto para ambos, lo que sucediera más adelante sería de la misma forma. “No siempre es cuando uno quiere, sino cuando se dan las condiciones y de alguna manera creemos que estaba escrito que fuese así, porque dos días antes de que naciera nuestra hija yo fui a una marcha en Palermo, porque marzo es el mes de la lucha la endometriosis, para que se conozca y se concientice acerca de la enfermedad, porque se habla muy poco y una de cada 10 mujeres tiene endometriosis en algún momento de su vida”, explica, y la estadística que menciona está avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Viví todo el embarazo diciendo: ‘No lo puedo creer’”, expresa emocionada. Confiesan que solo se les ocurrían nombres de niña, incluso antes de saber el sexo de la bebé en camino, y así fue como entre charla y charla se decidieron por Amaia. “No sé ni dónde lo escuché, fue algo que se me ocurrió, se lo comenté a Juli, le gustó, y cuando buscamos el significado nos quedamos helados: significa ‘hija largamente deseada’, así que no había otro mejor”.

Toda la familia acompaña el proyecto, y viajan en multitud para ayudarlos en la atención al público

Papás emprendedores

Julián tenía la experiencia de haber trabajado por su cuenta en el rubro comercial, pero jamás en la gastronomía. “Desde antes del embarazo veníamos pensando en emprender juntos, pero no sabíamos en qué, y cuando faltaba un mes para que llegara nuestra hija le pregunté por un alfajor que yo había probado en su supermercado, me había gustado mucho y hacía un montón no lo veía a la venta”, cuenta Micaela. Esa duda fue el primer paso hacia lo que sería su nueva forma de vida. Supieron que la fábrica de alfajores que hacía esa producción artesanal estaba en Alberti, localidad vecina a menos de 40 kilómetros, y que había cerrado en pandemia.

Dos semanas después vieron una publicación en un grupo de clasificados de Facebook sobre la venta de una fábrica alfajores, y se trataba nada más y nada menos que de la misma. “Empezamos a hacer cuentas, a hablar con nuestros familiares, porque era una apuesta muy difícil para nosotros, a punto de ser padres, arrancar con algo que no conocíamos, pero nos entusiasmamos mucho cuando recorrimos el local, y acordamos que después de que naciera Amaia íbamos a tomar las riendas”, indican. Cumplieron con su palabra y el 5 de mayo de 2022, a un mes y una semana de ser papás, fueron al lugar para aprender a utilizar la maquinaria, familiarizarse con las recetas y aprender cada etapa del circuito.

En la búsqueda de una identidad, apostaron por un relleno contundente de dulce de leche, con un promedio de 50 gramos por alfajor. “Los que tienen chocolate negro nos dicen que les recuerda a un brownie, porque lo dejamos estacionar al menos 24 horas para que se humedezca con el mismo dulce de leche la tapa del alfajor, y después el envasado lo hacemos todo a mano”, comentan. Se convirtió en un proyecto familiar, con las abuelas de Amaia como un gran sostén para acompañar en cada viaje a las distintas provincias y ferias.

«Los más vendidos son los dos premiados, pero siempre estamos creando más», comentan los contadores que ahora se dedican a los alfajores de autor

Por más que tuvieran algunas máquinas ya instaladas, lo más difícil fue construir una cartera de clientes desde cero, establecer una cadena de distribuidores y realizar las pruebas piloto de sabores para crear más variedades. “Fue muy duro, nadie nos abría las puertas ni en nuestra propia ciudad, y nosotros pensábamos cómo íbamos a salir de las deudas si no teníamos a quién venderle, y con una beba de un mes, hubo momentos que dijimos: ‘¿Dónde nos metimos?’, y temimos habernos equivocado”, reconocen.

Tampoco conocían a otros emprendedores alfajoreros que los pudieran orientar, y cuando empezaron a investigar descubrieron que en agosto había una convocatoria para el Campeonato Mundial del Alfajor, y decidieron anotarse para conocer más del mundo en el que estaban incursionando. “No es fácil emprender en el rubro artesanal porque hay un catálogo infinito, súper variado, y aunque está ganando mercado porque desplaza de a poco al industrial, tenemos la desventaja de que tienen menor vida útil porque no tienen conservantes”, argumenta Micaela.

Octubre es un mes con varias actividades para los emprendedores: la Fiesta Nacional del Alfajor, y la segunda edición del Biaus Fest

Con su beba de cuatro meses, viajaron los 160 kilómetros hacia Capital Federal para asistir al evento que duraba cinco días. “Me acuerdo patente que nos miramos, pensamos cuántas docenas llevar para vender, porque no nos conocía nadie, y teníamos miedo de que fuera demasiado, así que cargamos 112 cajas y nos fuimos”, relata. “Amaia era un imán de clientes, todos pasaban por el stand y se quedaban mirándola, se portó tan bien en todo momento, siendo tan chiquita, y para nuestra sorpresa tuvimos que volver tres veces a Chivilcoy a buscar más docenas, porque vendimos todo”, revelan.

Además obtuvieron el premio a “mejor galleta de alfajor”, gracias a una de sus creaciones: un alfajor de tapas 70 % cacao, con base cítrica suave, relleno de dulce de leche y bañado en chocolate blanco. “Ese reconocimiento nos ayudó mucho, nos validó la propuesta y redoblamos la apuesta para ampliar la capacidad productiva, sacamos un préstamos para hacer remodelaciones, comprar maquinaria y agregar más opciones”, detallan, y cuentan que empezaron con tres opciones clásicas, de blanco, negro y semiamargo, y ahora tienen 12 variedades en las que dejaron fluir su creatividad. La producción va en aumento y actualmente elaboran más de 1200 alfajores por día, que luego acercan a puntos de distribución tanto en Provincia de Buenos Aires como en Caba.

En octubre de 2022 obtuvieron el segundo puesto en la categoría «alfajor de chocolate negro más rico» en la Fiesta Nacional del Alfajor

“Siempre decimos que nuestra hija vino con la fábrica bajo el brazo”, expresan con humor. Con dos premios en su haber, este 2023 se presentaron nuevamente en el Mundial del Alfajor, y la primera pregunta que le hacían los clientes, que esta vez ya los identificaban, era dónde estaba su beba. “Como ahora tiene un año y medio ya camina, esta vez no la llevamos porque ya no se quedaría en el cochecito, ahora es un terremoto que está recorriendo el mundo”, dicen entre risas, y aunque no se llevaron otra medalla, consideran que la experiencia de intercambiar conocimientos siempre es una experiencia valiosa.

“Está buenísimo que ganen diferentes emprendedores, les da la posibilidad de dar a conocer su propuesta, y realmente nos cambió la vida a nosotros, así que siempre que nos consultan contamos todo lo que aprendimos; e incluso cuando nos vamos a alguna feria llevamos también alfajores veganos de otros colegas que no pueden hacer el traslado, porque creemos que ese es el camino, la colaboración y la solidaridad entre todos”, destacan. En los próximos días estarán en la provincia de Córdoba, y van a lanzar tres nuevos sabores: uno de arándanos, otro de coco y dulce de leche, y otro con crema de maní.

En una de las ferias, en plena charla con el chef Christophe Krywonis (Fotos: Instagram @alfajoresromah)

Es mucha la movida de un feriante, quizás uno cuando va a la feria y ve el stand con los productos no tiene dimensión del detrás de escena. Hacemos pruebas hasta los últimos días, armamos cajones y cajones de alfajores para despachar, no tenemos estructuras, llevamos mesas plegables y las decoramos bien temprano para prepararnos, además de trasladarnos en familia a cada destino”, enumeran. A eso se suman los desafíos de los aumentos de la materia prima, y el temido verano, en que se vuelve una complicación el traslado cuando el clima no acompaña.

“Vamos a ver si este año podemos hacer un alfajor helado junto a una heladería de Chivilcoy”, proyectan, como un nuevo rebusque para hacerle frente a los tres meses de altas temperaturas. A la vuelta de la feria en La Falda, dirán presente en la localidad bonaerense de Ramon Biaus -a 30 kilómetros de Chivilcoy- para la segunda edición del Biaus Fest el domingo 29 de octubre, un evento gratuito al aire libre con gastronomía, cervecerías, productos artesanales, shows en vivo y un gran servicio de cantina. “Nuestro sueño es tener un local al público, porque nuestra fábrica es chiquita, más adelante tener franquicias y poder exportar”, proyectan. También tienen un viaje pendiente a Salta porque hicieron la promesa de que volverían a visitar a la Virgen, pero esta vez con su mayor tesoro, la pequeña Amaia.

Origen: Infobae



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