Aunque pensemos que lograr bajar de peso consiste simplemente en la resta de calorías necesarias y calorías ingeridas, hay mucho más que tener en cuenta si de verdad pretendemos que nuestra dieta surta efecto. Los horarios de cenas, almuerzos y demás comidas también son realmente importantes para que nuestra dieta dar el resultado que queremos. Y es que nuestro cuerpo depende mucho de los ritmos a los que le sometamos, y de ahí que debamos tener muy en cuenta las horas de las comidas para lograr equilibrar nuestro organismo.

Por ejemplo, adelantar las horas de las comidas, especialmente de la cena, para conseguir que ésta no interfiera demasiado en nuestro sueño y que podamos incluso gastar buena parte de las calorías que tomemos también en esa última comida del día. Para ello, por ejemplo, debemos adoptar un horario de comidas más anglosajón, donde el desayuno sea lo más temprano posible, el almuerzo llegue entre la una y las dos, como muy tarde, y la cena sea de 19 a 20 horas. Con este esquema, muchos han conseguido reducir de manera notable su peso, cambiando simplemente sus horarios.

Sin necesidad de reducir aun más nuestro consumo de calorías, este tipo de sistema nos permite ir gastándolas de una manera mucho más lógica que como hacemos normalmente en nuestro país, almorzando muy tarde y cenando a las tantas, poco antes de irnos a dormir. El hacerlo más temprano nos permitirá manejar mejor el gasto calórico, lo que se verá reflejado sin duda en nuestro peso.

Dependiendo de la hora que sea, y el momento en el día, nuestro cuerpo es capaz de asimilar mejor ciertos tipos de alimentos. Por ejemplo, los carbohidratos son mejor asimilados al mediodía, pero poco recomendables por la noche, ya a que nuestro cuerpo le cuesta cuatro veces más el ingerirlos de manera correcta. Esto hace que si cenamos tarde y además lo que no debemos, la ingesta de la misma cantidad de calorías sea mucho más perjudicial para nosotros que de haberlo hecho a la hora que debíamos.