Ante algún comentario inquietante ella frunce el ceño,
suelta una casual y poética mala palabra,
si hemos de estar entre inoportunos,
no me mira, pero me Siente y la siento.
Entre nuestros malos humores frecuentes,
juntos encontramos un oasis,
me regala magia con sus sonrisas,
con sus miradas de amanecer, expectativas.
La irreverencia es su fuerte,
cuando en alguna conversación álgida,
ella interviene impetuosamente bella,
yo la observo encantado,
me enternece su gran capacidad de discusión.
Cuando me besa y me ama,
es majestuosa e inigualable,
es María la que siente,
y deja de ser la de la armadura y la espada.
Kevin Leonardo.
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