Como si de forma programática o disciplinada se tratase, casi todo en mi vida me doy cuenta que es definitivo para bien o para mal. Tardo mucho tiempo en tomar decisiones pero cuando llegan no son provisionales, producto de impulsos o fruto de la casualidad, suelen más bien responder a un hartazgo de felicidades o desdichas. Ahora llega el tema de la cosa pública, que algunos llaman