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Diez años de injusticia (II) El “Chu”

Así se le dice al Hueco en el lenguaje de los presos. En las celdas de castigo fueron confinados en tres ocasiones, la primera de ellas durante 17 meses

s un espacio de cuatro metros de largo por dos de ancho. Tiene una puerta metálica. Las paredes y el piso destilan humedad. Le dicen "El Chu" en el argot de los presos. Es "El Hueco"o "Special House Unit" (Unidad de Alojamiento Especial, SHU, por su sigla en inglés). Pertenece a una edificación bastante moderna. En Estados Unidos la construcción de prisiones es un gran negocio.

A ese lugar, en el piso 12 del Centro de Detención Federal de Miami, fueron trasladados los Cinco el 29 de septiembre de 1998, tras haberles negado las fianzas el día 22 del propio mes.

"Esta es una unidad para presos que están castigados (o sea, más castigados de lo normal), o para casos muy peligrosos o de extrema seguridad. Para el caso es lo mismo, porque a uno lo Tienen bajo el mismo régimen, no importa si estás castigado o si te tienen allí por razones de seguridad. Allí nos tuvieron 17 meses, que no es un récord, pero es muy buen average", dijo en la primera carta que pudo escribir a su familia Gerardo Hernández Nordelo en febrero del 2001.

Para el abogado Paul McKenna, uno de los integrantes del equipo de la Defensa, esas celdas son como una "...cáscara de nuez...", un "...cuarto semejante a un armario...".

LA "VIDA EN EL HUECO"

La comida se entrega a través de ventanillas que tienen las puertas de hierro y que también se abren y se cierran con llaves. Por lo general es la misma alimentación que ofrecen en el resto del penal, "pero menos cantidad porque las bandejas en el hueco son más chiquitas", según Gerardo.

Al describirlas dijo que son unas celdas bastante pequeñas que tienen adentro un inodoro-lavamanos de metal, una ducha, un pedazo de meseta de concreto que sirve de mesa, otro pedazo de concreto que hace de silla y una litera de hierro. Allí era obligado pasar las 24 horas del día. "Solo nos sacaban una hora al día a ‘recreación’, días entre semana, si no llovía, si no tronaba y si no era feriado. La ‘recreación’ consiste en llevarte a otra celda más grande que tiene un pedazo de malla en una parte del techo por donde entra aire de la calle. Allí puedes ‘recrearte’ todo lo que quieras corriendo o caminando, porque no hay nada más que hacer".

VIOLACIONES TRAS VIOLACIONES

En septiembre de 1998 la Fiscalía presenta 25 cargos contra ellos. Cuando llevaban ocho meses de encarcelados, o sea, en mayo de 1999, añaden un cargo que no estaba en la acusación inicial: el de conspiración para cometer asesinato imputado a Gerardo. Para esa fecha los Cinco permanecían en el "hueco", en franca violación del Reglamento del Buró de Prisiones del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el cual establece de modo claro que semejante sanción se aplica solo para "casos disciplinarios" y por un "máximo de 60 días".

Cuando fueron enviados nuevamente al Hueco el 28 de junio del 2001, se denunció que en grosera represalia, resultaron despojados de todas sus pertenencias, incluidas cartas, fotos, poemas y hasta el más pequeño pedazo de lápiz.

En una de las Mesas Redondas transmitidas después de haber dado a conocer la historia de los Cinco en junio del 2001, el doctor Julio Fernández Bulté, profesor de la Universidad de La Habana, destacó que esa irracional actitud de las autoridades estadounidenses contravino la Declaración sobre la Protección de todas las personas contra la tortura y otros tratos inhumanos y crueles, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de noviembre de 1975, así como otras disposiciones de la ONU. En el caso de los antiterroristas cubanos, esa práctica, impuesta de forma excesiva, transgredió numerosos de esos acuerdos y constituyó una forma deliberada de tortura. La clara intención era quebrantarlos.

Al ser llevados otra vez al hueco en el 2003, Gerardo especifica: "Allí tenían personas con graves problemas de conducta, cada uno solo, y en ropa interior. Algunos, estando en las celdas regulares del hueco, le habían dado candela a las colchonetas, otros habían agredido a los guardias, otros habían intentado suicidarse, y así sucesivamente. En el mes que estuve allí no pude verle la cara a ninguno de ellos, pero conocí a varios por sus gritos y lamentos y supe que a algunos los tenían amarrados a las camas y que tenían problemas mentales. En mi caso, me dejaban la luz encendida las 24 horas. Todas las celdas, menos la mía, tenían las puertas de hierro abiertas, por lo que algunos podían comunicarse con los de al lado gritando. Cuando me sacaban a bañarme, dos o tres veces por semana, cerraban automáticamente las puertas exteriores de las demás celdas para que no pudieran verme a través de las rejas, ni yo a ellos, y las volvían a abrir cuando ya yo estaba de regreso, con mis dos puertas cerradas.

"En esas condiciones pensaban mantenernos por lo menos un año, y fue gracias a las protestas y manifestaciones de solidaridad de muchos compañeros que solo estuvimos un mes. Durante ese tiempo no me permitieron tener nada de leer. Después de mucho pedirlo, me dieron unas hojas de papel y un repuesto de pluma para escribir a mi abogado. El sobre lo tuve que fabricar con ese mismo papel, y pegarlo con pasta dental."

EL ABRAZO DE LA SOLIDARIDAD

Recuerda a Granma Graciela Ramírez Cruz, coordinadora del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco que "cuando nos enteramos de que los habían metido de nuevo en el hueco —del 28 de febrero al 30 de marzo del 2003—, nos impresionó muchísimo". Fue una acción injustificada, "sin nada que amparara una sanción tan terrible".

Por ejemplo, Antonio Guerrero, se encontraba impartiendo clases de Matemática en la prisión aquel día de febrero. "Lo interrumpieron y lo sacaron de entre sus alumnos sin explicación", señala Graciela, quien también explica cómo a Gerardo lo dejaron "solo con su ropa interior en momentos en que todavía era temporada invernal".

Pero lo peor fue que "Gerardo estuvo solicitando asistencia médica durante casi los 30 días del hueco porque le caían las aguas albañales del piso de arriba sobre su rostro. Él tenía el temor de dormirse, pidió que taparan ese orificio y jamás fue atendido. Esa fue una de las situaciones, además de la extrema soledad, el aislamiento y la presión sobre ellos, que puso en alerta al movimiento de solidaridad en el mundo, porque además los mandaron al hueco en el preciso instante en que se preparaban para presentar sus documentos de apelación. La orden de impedir que pudieran trabajar con sus abogados fue enviada desde Washington".

Constan cada uno de los correos que entonces se enviaron al Departamento de Estado, a organismos de derechos humanos, al buró de prisiones. En 30 días los amigos solidarios llegaron a recaudar más de 6 000 firmas que denunciaban esa violación.

El abogado Leonard Weinglass, cuando tuvo ocasión de visitar a su defendido, Antonio, comentó que también se había sentido prisionero, porque de hecho le pusieron en una especie de cabina donde apenas podía tomar notas y el diálogo se producía a través de un auricular. Como expresara en su momento Weinglass, la imagen de Tony saliendo del hueco es "inolvidable".

Precisamente, en mayo del 2005, ante las violaciones cometidas y tan injusta prisión se pronuncia el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU, al emitir una decisión técnica, que no cuestionó el sistema jurídico norteamericano. Se derivó del estudio de la documentación del proceso y concluyó que la detención arbitraria se produjo desde el primer momento del arresto en Miami.

En aquella ocasión, esa instancia de la ONU dijo que el gobierno de Estados Unidos debía adoptar las medidas necesarias para poner fin a esa situación irregular y lejos de atender esa solicitud, que acoge una reivindicación inclaudicable del pueblo cubano, también enarbolada por cientos de miles de personas honestas del planeta, Washington dio nuevos pasos para consolidar el absurdo régimen de detención impuesto contra los Cinco.

Para llegar a tales reflexiones los expertos tuvieron en cuenta una combinación de tres factores: el confinamiento solitario, la aplicación del acta de información clasificada (CIPA) y el ambiente inadecuado en el que se hizo el juicio.

En opinión de Roberto González, integrante del equipo de la defensa y hermano de René, esos criterios no los dieron sobre la base de que "los Cinco son hombres valientes, eso es cierto, pero Hay Otros Presos valientes, ni porque tienen una buena familia, porque también hay otros presos que tienen buenas familias, el asunto de este tema es que los Cinco son inocentes, no porque sean valientes ni porque tengan familias, sino porque son personas que tienen derecho a la libertad, porque se les han violado todos sus derechos en un proceso penal".

AQUÍ SE HABLA DE HONOR Y DIGNIDAD

Durante estos diez años tras las rejas, las veces que fueron llevados al hueco han sido para Gerardo, Fernando, Antonio, René y Ramón, uno de los periodos más duros.

No obstante, al hacer la evaluación de aquellos 17 meses en celdas de confinamiento solitario, Gerardo expuso en la mencionada carta a su familia en febrero del 2001: "Fue una etapa bastante dura, no solo por las condiciones sino porque coincidió que eran los primeros meses".

Y sin dejar a un lado el humor innato que suele caracterizarle, comentó: "De todos modos, como decía Gustavo Adolfo Bécquer, ‘eso no es pedo que moje calzoncillos’ y en un par de meses ya le habíamos cogido la vuelta al hueco", porque "el Hueco también fue una ‘escuela’. Aprendimos mucho de nosotros mismos y de los demás, del honor y de la dignidad humana... ".



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