En el 1.500 estalla una rebelión de los musulmanes del Albaicín, que se extiende a los pueblos de las Alpujarras, descontentos por los métodos empleados por Cisneros para lograr conversiones.
El conde de Tendilla, que reprimió el levantamiento, ofreció una fórmula de gran eficacia: el perdón para todos los que recibiesen el Bautismo.
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La medida fue ratificada por los Reyes Católicos el 25 de febrero y extendieron el perdón a cualquier delito.
Unos cincuenta mil moros recibieron el bautismo.