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Capítulo 33: La mujer en el castillo

 

Llegó el 20 de diciembre, el atardecer caía en la antigua ciudad de piedra de Megido, el lugar estaba rodeado por tanques del ejército de la Tierra Unida, todos trasladados de las bases militares de estados unidos. Las banderas rojas flameaban distribuidas por toda la zona. En la parte más alta se había improvisado una construcción de aproximadamente 10 metros de alto, de donde se podía ver la mayor parte del futuro campo de batalla, por lo que a primera vista daba una ventaja visual estratégica.

Esta edificación fue construida utilizando barrotes de acero prefabricados y placas de grafeno reforzado, una tecnología que recién se había comenzado a utilizar el año anterior después de pasar estrictas pruebas de resistencia. En el centro en un espacio rectangular de aproximadamente 200 metros cuadrados Carla y Zeitan revisaban la distribución de las tropas en la zona sobre un mapa que mostraba con alto nivel de detalle las irregularidades del terreno.

-Entonces… ¿La estrategia es solo esperar y hacerles frente en esta ciudad antigua? –Pregunto con nerviosismo la joven luciferista - ¿Estás segura que vendrán pronto?

-Si… -Respondió con frialdad Carla, sin sacar su vista del mapa – Lo que no se es por donde atacaran, si por un solo frente, por dos o nos rodearan.

Mientras aun no terminaban de decidir la disposición final de las tropas entró una llamada por el radio comunicador que portaba la enviada en su cintura.

-¡Señora! El enemigo está acercándose por el flanco Oeste… por el bosque.

Ambas chicas corrieron hacía una ventana en esa dirección y pudieron contemplar a través de un vidrio blindado  una enorme mancha oscura que cubría todo el bosque de Megido frente a ellas.

Había llegado el momento de tomar una decisión, no se había reportado otro punto de ataque hasta ese momento, las otras direcciones eran carreteras que no proporcionaban ninguna protección visual para entrar por lo que en caso decidan avanzar utilizando esas alternativas no sería difícil contratacar y eliminar la amenaza antes que sea peligrosa ya que había traído consigo lanzamisiles HIMARS, los cuales tenían el alcance y velocidad suficiente para desaparecer un pequeño ejército en pocos minutos, además Carla los había modificado días antes para duplicar su zona de daño.

-Comandante, reúna las tres cuartas partes del ejército formando un muro entre la ciudad y el bosque. –Dijo Carla apretando el botón de su dispositivo.

Luego de soltarlo, estaba a punto de hablarle a Zeitan para darle una indicación, pero fue interrumpida por  un sonido estruendoso.

-Amigos míos…- Se escuchaba en toda la antigua ciudad desde parlantes en el bosque oeste.

-James…- Dijo para sí Carla mientras apretaba los dientes con furia.

-Estamos a punto de cometer un grave error, en este lado estamos reunidos todas las personas que buscamos el bien común de la humanidad, pero no somos distintos a ustedes. También tenemos miedo, también hemos sufrido, hemos perdido amigos, familia y seres queridos durante el rapto… y estoy seguro que al igual que ustedes no queremos matarnos entre nosotros.

Caminando solo y desarmado el presidente de la nación norteamericana avanzaba fuera del bosque con las manos estiradas hacías los costados mientras continuaba con su discurso, al parecer tenía un micrófono inalámbrico en la cabeza con el cual podía emitir su voz por toda la zona.

- No hay razón para que desencadenar un inútil baño de sangre entre seres humanos, ahora todos tenemos un solo enemigo común al cual debemos enfrentar con valor, no solo por nosotros sino también por los que ya partieron antes que nosotros y nos esperan en…

Un disparo perfecto en la cabeza de James Burt acabó con su vida instantáneamente, el americano cayó al suelo de Israel en un último intento de evitar una guerra.

Desde su ubicación Carla observaba el cadáver con un equipo de binoculares electrónicos de alta precisión. “Lo único que lamento es no haber sido yo quien lo hizo” pensó mientras recordaba el accidentado episodio en la casa blanca meses atrás.

-Buen trabajo comandante – Dijo al radio comunicador.

Al otro lado el ejército formado por las fuerzas opositoras a la tierra unida observaba con tristeza el sacrificio de uno de sus líderes.

-Nunca pensé que lo diría pero murió con honor y valentía ese maldito americano – Admitió Kang.

-No pienso seguir su ejemplo – Respondió a su lado Hu Jong – Yo he llegado aquí a eliminar a esa mujer y no espero otro resultado.

Ambos asiáticos estaban vestidos de uniforme militar verde oscuro que asemejaba en los colores al del bosque de Megido, por lo que su gran ejército atrás de ellos era de difícil visualización.

Los dos bandos se encontraban armados y preparados para entrar en combate pero ninguno se movía, por el lado de la tierra unida la indicación era clara: defender la presencia y dominio sobre Megido, no alejarse mucho de sus posiciones, si el enemigo iniciaba una retirada la orden era no perseguirlo por ningún motivo, Carla había llegado demasiado lejos para caer en alguna otra trampa simple que sus enemigos hayan preparado.

-No se mueven… -Comentó Zeitan, con un suspiro de alivio – Posiblemente teman terminar como James.

La líder del ejercito de la tierra unida sabía que esto era una estrategia pero no la entendía, quien debería de querer ganar tiempo era ella, no el grupo de Salvador, por un momento se le ocurrió que su enemigo saldría de debajo de la tierra pero lo descartó al pensar que era demasiado difícil cavar un túnel en tan poco tiempo, estaba preparada esperaba su presentación llena de luz cegadora para descargar sobre el todo el fuego del infierno que pudiera generar con un solo movimiento, si era necesario carbonizaría toda la estructura en segundos y la zona de la ciudad donde se encontraban solo para deshacerse de él finalmente.

-Señora esperamos su siguiente orden- se escuchó la voz del comandante por el dispositivo de comunicación.

Carla comenzó a desesperarse además que no podía leer el comportamiento de sus enemigos, su personal al mando no podía ni siquiera entender una orden tan simple como permanecer en sus posiciones, estaba a punto de responder cuando escucho un sonido casi imperceptible, incluso para su sentido del oído sobrehumano, de motores en el aire que llegaban desde la zona sur a gran velocidad.

En el horizonte se pudo visualizar siete figuras negras de aviones hipersónicos, era tecnología de medio oriente los cuales estaban rodeados con explosivos y tenían un solo objetivo la estructura central donde se encontraba la líder enemiga.

-¡Comandante! ¡Al sur! –Gritó por la radio - ¡De la orden que los lanzamisiles disparen a los objetivos que vienen hacía acá! ¡Ahora!

Los HIMARS comenzaron a lanzar su artillería hacía los blancos en movimiento logrando derribar a cinco casi de forma inmediata, los otros dos llegaron a entrar en terreno del ejercito de la tierra unida y sobre ella crearon una gran explosión que iluminó todo el campo de batalla al ser alcanzados finalmente por las armas terrestres, pero la fuerza generada al momento del impacto combinada con las cargas que llevaban los aviones obligó a que Carla levante inmediatamente un muro de tierra para protegerse.

Zeitan cayó al piso y temblaba de miedo al presenciar la fuerza destructora contra la cual estaban luchando y el ver surgir una gran pared de tierra de la nada no hizo más que aterrorizarla aún más, deseaba escapar, pero no sabía a donde, no había un solo lugar seguro a kilómetros además si comenzaba a correr temía que su líder fuera a asesinarla.

Carla tenía las manos levantadas contra la pared que ella misma había hecho surgir cuando se escucharon los primeros disparos.

El ejército liderado por Hu Jong  y Kang comenzaba su avance lentamente, la estrategia era comenzar a rodear la ciudad dispersando los soldados lentamente y comenzar a ganar territorio, desde su posición Carla comenzaba a descifrar mejor la situación.

-¡Los misiles mi señora! – Gritó Zeitan desesperada – ¡De la orden de disparar las municiones restantes! podremos acabar con ellos en unos minutos y habremos ganado esta guerra.

Por un minuto Carla pensó en hacerle caso y dar la indicación pero se detuvo antes de presionar el botón del radio comunicador.

-No… - Comenzó a explicar con tranquilidad – Si hacemos eso y viene un segundo ataque como el anterior y desde diferentes direcciones no tendremos oportunidad de reaccionar y todo habrá acabado para nosotros, debemos de  actuar con prudencia… Después de todo lo que he pasado no me extrañaría que esa sean sus intenciones desde un inicio, además el rango de explosión es tan grande que podría afectar nuestras tropas también.

La enviada apretaba los dientes mientras trataba de leer lo mejor posible la situación, había algo que no le quedaba claro y eran los siete aviones cargados de explosivos, sus enemigos debían saber que ella contaba con algunos lanzamisiles HIMAR, y que estos la protegerían de ese ataque, si contaran con más unidades para hacer un segundo intento lo mejor hubiera sido apostarlas todas en un solo movimiento masivo pero no ha sido así, por lo que lo más probable es que no tengan más pilotos disponibles, o quizás eso esperaban que pensara ella para gastar el restante de sus municiones de defensa contra ataque aéreos. Sabía que sus enemigos debían esperar que no cuente con muchas opciones por aire debido a que la ciudad no tenía una zona que pudiera ser utilizada como pista de aterrizaje o despegue, adicionalmente de que casi no contaba con pilotos capaces entre sus filas.

Finalmente pensó que por el lado de sus enemigos quizás la situación era similar en ese aspecto, además el lanzar ese tipo de ataques era muy peligroso pues se corre el riesgo de destruir la ciudad de piedra y la idea era tener el control de la misma, maldijo a quien estuviera al mando de la estrategia enemiga al no poder entenderla en su totalidad.

Aproximadamente a dos kilómetros al este de la posición de Carla tres figuras vestidas con el uniforme de la tierra unida caminaban lentamente, dos cargaban ametralladoras americanas en la parte delantera, y el tercero empuñaba la espada de Dios en la retaguardia.

-¿Creen… que se haya dado cuenta? – Pregunto con evidente temblor en la voz Emilio.

-No… - Respondió detrás de el Salvador con su usual tono, buscando la calma – El plan de Diana fue perfecto, aparecer en su territorio justo en el momento en que exploten los aviones en el lado opuesto haría que la luz pase desapercibida para nuestros enemigos, en especial si estamos en el lado opuesto.

-Se te escucha cansado –Manifestó Diana sin dejar de mirar al frente.- ¿Realmente podrás vencer a Carla en ese estado?

-Transportarme con dos personas es mucho más agotador de lo que esperaba, pero… solo se necesita un golpe con esta espada Diana. – Respondió Salvador sin tratar de  disimular su cansancio y empuñando su arma con firmeza – Un solo golpe acabará todo este conflicto… así se me vaya la vida en él… lo haré.

La seguridad del enviado era contagiante, los tres avanzaban agachados sin linternas para evitar ser detectados, pero contaban con visores nocturnos del mismo modelo que sus enemigos, Diana había memorizado en veinte minutos el mapa de la zona de la ciudad donde se encontraban por lo que no requerían un mapa físico que los guie, lo importante era no chocar directamente con grupos enemigos, además la estructura donde se encontraba Carla era lo suficientemente visible como para guiarlos.

-Si no nos encontramos con nadie en 20 minutos deberíamos de llegar a nuestro objetivo. –Calculó Diana.

-Y si lo hacemos ¿qué haremos? estas armas están completamente descargadas. – Dijo Emilio nerviosamente.

-Pues ya veremos, está oscuro y no verán nuestros rostros fácilmente – respondió su amiga manteniendo la vista en su objetivo– Recuerda que te dije que traer armas cargadas solo nos haría avanzar más lento por el peso, ya que no tenemos entrenamiento militar no sabríamos usarlas de forma adecuada. Y el traer un soldado con nosotros no generaría mayor diferencia contra un pelotón, eso sin contar de que transportar a una persona adicional cansaría a Salvador innecesariamente.

En ese momento Emilio pensó que pedirle a Diana ayuda en su momento no fue quizás la mejor opción, ya que sin ella no hubiera podido llegar tan lejos y quizás no estaría arriesgando su vida ahora de esa forma, pero luego recordó que en ese momento prácticamente no había ningún lugar seguro sobre la faz de la tierra.

Caminaron durante más de veinte minutos tratando de mantenerse lejos de los pocos grupos de  soldados que habían, que si bien podían verlos a lo lejos no podían distinguirlos y pasaban por tres elementos más del ejercito de la tierra unida, cuando solo estaban a unos cien metros de la ubicación de Carla, Salvador indicó:

-Aquí nos separamos… Esta pelea es muy peligrosa y que ustedes estén cerca podría ponerme en desventaja ya que esa astuta mujer los podría utilizar de escudo o rehenes contra mí por lo que es mejor que se mantengan alejados.

Diana estuvo de acuerdo, la única función que ellos tenían en esta parte del plan era ayudar o cubrir a Salvador si en el camino se encontraban con soldados que lo pudieran identificar. Ya que ellos no eran soldados no aportaban mucho en la línea de ataque por lo que en ese aspecto eran prescindibles, pero el motivo más importante era que ellos eran de los pocos en los cuales Salvador confiaba, si por desgracia un infiltrado iba con el perderían la opción del ataque sorpresa y las cosas podrían terminar tan mal o peor que en los otros encuentros entre los dos enviados, lo cual era un riesgo que no podían asumir.

-De… acuerdo – respondió Emilio – ¿Cuándo hayas ganado qué pasará?

El enviado le regaló una sonrisa a su amigo y lo abrazó diciéndole:

-Ya no tendrás nada de que preocuparte y veras de nuevo a tus seres queridos, estoy feliz que hayas sido tú la persona con la que me haya cruzado cuando llegué acá.

Emilio sentía que no había hecho la gran cosa, pero al menos devolvió el abrazo, esperando de todo corazón que no sea la última vez que se vean. Luego de soltarse Salvador le hecho una mirada a Diana y en forma de despedida le indicó:

-Haz sido una gran ayuda… ahora tu última tarea es cuidar bien de él.

Sin mayor cruce de palabras el enviado dio media vuelta y comenzó a caminar hacía la estructura donde se encontraba su enemiga, Diana jaló de la manga a su amigo para alejarse de la futura zona de combate.

-Tomemos distancia… si Carla utiliza un ataque muy fuerte quedaremos atrapados en…

La joven no pudo terminar su frase, una decena de soldados de la tierra unida se acercaban corriendo hacía ellos, su primer pensamiento es que irían hacia el otro lado de la ciudad para unirse a la batalla pero no estaban en la mejor ruta, y si solo querían preguntarle algo a su líder no era coherente que vayan en un grupo tan grande descuidado sus puestos de vigilancia.

-¡Corre Emilio! – Le dijo Diana a su amigo mientras lo jalaba esta vez con más violencia hacía una zona de pequeñas estructuras de piedra en una dirección que alejaría a los soldados de Salvador.

Los disparos hacía los jóvenes comenzaron, afortunadamente ninguno dio en el blanco pero estuvieron muy cerca, en especial cuando entraron a una especie de cueva pequeña.

-¿Cómo puede ser Diana? ¡Nos han descubierto! – Gritó Emilio muy nervioso.

-No lo sé… Desde esa distancia era imposible que distingan el rostro de Salvador algo se me debe haber pasado por alto.

Ambos se quedaron recostados en el interior de la cueva la cual no era muy profunda por lo que estaban atrapados sin posibilidad de salir.

A los pocos minutos comenzaron a ingresar los soldados caminando con prudencia y apuntando a ambos jóvenes.

-Tal y como predijo nuestra señora había la posibilidad que tuviéramos infiltrados en el último momento.- Se escuchó decir al que iba a la cabeza era un hombre moreno de aproximadamente 40 años.

-¿Si?…¿Y se puede saber cómo ustedes pudieron saber con toda seguridad que nosotros éramos infiltrados? Estamos vestidos como ustedes y portamos las mismas armas. –Comenzó a decir Diana.

-La zona a cien metros de la estructura de donde se encuentra Carla es de acceso restringido absoluto –Respondió el soldado sin dejar de apuntar a la chica- solo Zeitan puede estar con ella, luego cualquier otra persona que entre debe ser reducida con disparos ya que se trataría de un enemigo.

-Buen método –Admitió la chica – Le era imposible saber con quienes entraría Salvador por lo que decidió convertir la zona a su alrededor en un campo de ataque total a todo intruso… En caso decidamos llegar a pie.

La cueva se llenó de soldados todos apuntando a Emilio y su amiga, los cuales portaban armas sin municiones.

-¡Nuestras armas no están cargadas! -Comenzó a gritar Emilio con desesperación- ¡No es necesario que nos disparen! ¡No somos una amenaza para ustedes!

-Preferimos no correr riesgos… Durante este tiempo Carla ha tenido que sortear más de una trampa engañosa, no hay seguridad que ustedes no sean otra más y pretendan…

-¡Salvador está camino a enfrentar a su lidereza! – Lo interrumpió Diana con firmeza - ¿No sería recomendable que nos lleven con ella como rehenes? Eso la ayudaría durante el combate.

Emilio no podía creerlo, estaba temblando de miedo ante la cercanía de una muerte por fusilamiento, pero su amiga mantenía la calma y cualquiera diría que tenía la seguridad de que saldría bien de esta situación.

-Las indicaciones eran claras… Todo soldado que ingrese a este perímetro debe de ser ejecutado nuestra señora ordeno no tomar rehenes ni hacer interrogatorios

Los soldados se pusieron en posición para iniciar los disparos, todo estaba perdido pensó Emilio, en ese momento recordó un antiguo comercial ateo que había visto en internet hace algunos años. En el cual dudaba de la existencia de un ser superior, como deseo que estuviera en lo correcto ahora, ya que no tendría que estar en esta situación no tendría que morir por una guerra entre entidades superiores que no les importa lo que él tenga que pasar. Luego pensó en su amigo Salvador que durante meses lo había acompañado al menos será un consuelo si él logra ganar y salvar al resto de personas que aun quedaron en la tierra. Finalmente pensó en su amiga que había arrastrado a este problema, aquella que moriría con el…. Y  que en este momento estaba caminando hacía sus verdugos con total tranquilidad.

-Quédate detrás mío Emilio, no dejaré que una sola bala te toque.

Los ojos de la chica expresaron tan valentía y decisión que por cinco segundos los soldados se quedaron paralizados de la estupefacción, pero nada podía impedir que se dé la señal de abrir fuego.

De la espalda de Diana, que se encontraba entre Emilio y los soldados, salieron dos hermosas alas hechas de pura luz, las cuales se volvieron tan grandes que alcanzaron a todos sus enemigos un segundo antes que cualquiera apretara el gatillo haciéndolos caer inconscientes al suelo.

Las alas de la chica se apagaron tan rápido como aparecieron, con lo que ella quedó inmóvil unos segundos para luego caer al suelo como los demás soldados.

Emilio miraba la escena estupefacto, sin entender lo que estaba frente a sus ojos… Pero en ese momento regresó a el recuerdo de meses atrás, donde él y su amiga salían de encontrarse con el “pato noruego” en Lima y ella le decía “Hace unos años necesité sacar para una persona un documento de identidad, partida de nacimiento y pasaporte peruano, ahí fue donde supe de su existencia y pude saber un poco acerca su red de contactos.”



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