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XV Materiales para revisar y aprender con "Paideia" de Jaeger, de Joaquín Meabe

Joaquín E. Meabe
Seminario sobre Paideiade Werner Jaeger
Corrientes - Argentina - 2017

Materiales de estudio
para revisar y aprender con Paideia
de Werner W. Jaeger 15



La última parte de Paideiaes, a la vez, un inventario de tendencias y un balance de resultados en relación al fenomenal cambio pedagógico2, provocado por la ruptura socrática y por la consecuente adaptación platónica, que se orienta a un nuevo ideal educativo destinado, sobre todo, a formar a los hombres a partir de la conciencia del bien moral, con el decidido propósito de asegurar, en el individuo, el control interior frente a los propios impulsos y tendencias destructivas y malignas.

En ese terreno, dice nuestro autor, esta parte arranca del mismo punto que su predecesor, pero persigue una línea distinta de desarrollo intelectual, ya que se ocupa de la antítesis lógica a las fuerzas filosóficas de la época, a saber, aquellas fuerzas culturales que dependen de la experiencia práctica y del sentido común más bien que de principios3, a lo que se agrega el estudio de las obras de vejez de Platón4, donde lamentablemente se omite el examen del Timeo,5que el propio Jaeger reconoce con cierta desazón en el Prólogo6que finalmente escribiera en 1944 para la primera edición castellana de los libros III y IV, publicados en 1945 en un solo volumen ( tercero en verdad, porque los volúmenes primero y segundo de la versión española se habían publicado en 1942 y 1944 respectivamente).

De las distintas expresiones puramente pragmáticas o instrumentales Jaeger selecciona, en primer lugar, la medicina7(La medicina griega considerada como paideia), para confrontarla en su disposición formativa con el programa platónico de la acción educativa de la filosofía. Y, en ese contexto, dice nuestro autor que la medicina griega no merece ser tenida en cuenta solamente como antecedente de la filosofía socrática, platónica y aristotélica en la historia del espíritu, sino además porque por vez primera la ciencia médica, bajo la forma que entonces revestía, traspasa los linderos de una simple profesión para convertirse en una fuerza cultural de primer orden en la vida del pueblo griego.8

La tradición de la medicina griega ofrece, desde ya, un interés por sí misma y, aunque su auge en la época clásica se caracteriza por el predominio de un punto de vista empírico, pragmático y hasta profesional, el valor formativo que aparece asociado a su ejercicio9resulta, como lo anota Jaeger, de elevado interés en el crucial proceso de desarrollo y transformación de la paidiea que tiene en Sócrates y, sobre todo, en Platón la más clara expresión del cambio de rumbo. 10

Esa impronta peculiar de la medicina griega, sin embargo, nunca se habría alcanzado por vía de la mera reproducción de los usos terapéuticos empíricos, como lo prueba el caso de la medicina egipcia que le precede11y que, a pesar de sus intensa actividad puntual no pudo nunca ir más allá del nivel de la pura práctica, como bien lo señala nuestro autor a modo de contraejemplo comparativo.

Fue el vínculo con la filosofía de la naturaleza de los pensadores presocráticos12la que le dio a la medicina helénica el fenomenal impulso racional13al proveer de un conjunto de categorías indispensables para avanzar en el control y la reproducción de los usos y procedimientos terapéuticos que luego han servido para educar al individuo en el cuidado de la salud y en la atención de los dolores.

La noción principal en ese terreno es la que identifica al mundo material y que se enuncia con la palabra 14que se traduce por naturaleza con un sentido del todo ajeno a la magia y al misterio.

Desglosado del conjunto del mundo material el cuerpo del hombre será considerado en la medicina griega presocrática como una modalidad acotada de esa misma naturaleza15y, al igual que aquella totalidad del mundo material, esta otra totalidad orgánica restringida que es el cuerpo del hombre será tratada como un problema similar que requiere, asimismo, una explicación racional semejante.16

Tal como se insinúa y se descubre en la percepción presocrática algo parecido a un orden es lo que descubren los primeros filósofos en la totalidad del mundo material17, acerca de cuyas causas se interrogan.18Y en un similar rumbo, pero en relación al cuerpo del hombre, también se desarrolla una caracterización de su orden como una especie de armonía19que permite definir la salud individual como un equilibrio o una proporcionalidad de los elementos del organismo. A partir de todo esto que se denomina isomoira20se pasa a las funciones o influencias de algunos elementos externos como el agua, el viento, las distintas regiones o las estaciones del año, cuyo impacto o influencia se observan con el propósito de comprobar las buenas o malas consecuencias que producen.

La disposición a la salud en el individuo lo mismo que la comprobación de los deterioros o daños de esta se transforman luego en materia de una observación especial en los interesados en el asunto, que de ese modo se distinguen del resto por su particular entendimiento, dando lugar a la profesión médica como algo peculiar, profesional y específico, del todo distinto al del resto que se engloba bajo la etiqueta de idiotes, que significa, profano, lego o no entendido en el conocimiento y en el arte médico.21

Jaeger sigue con cierto detalle el desenvolvimiento de la actividad médica22, de la literatura hipocrática23y de las escuelas médicas (Coss, Cnido, etc.)24, señalando el importante papel que cumple aquella parte del arte médico relativo a la dietética, que comprende al conjunto de técnicas de alimentación destinadas a preservar el equilibrio y la salud del cuerpo.

La doctrina dietética, con su normativa25, ilustra, para nuestro autor, una singular función pedagógica cuya importancia va a ser decididamente asumida por Platón en el Gorgias. Su indudable valor como modelo educativo ya estaba, por otra parte, presente en Sócrates; y, gracias a Platón y Aristóteles - que en esto resulta, asimismo, un continuador de su maestro de la Academia - , se va transmitir a la posteridad de manera sobresaliente y ejemplar.

El carácter de la dietética reclama, sin embargo, una particular atención para el investigador de la Paideia, que, en la obra que nos ocupa, se manifiesta en un amplio y minucioso análisis de sus diversas extensiones, a partir de la conquista médica de una premisa metódica, que se basa en el conocimiento del organismo y en las regularidades que la observación empírica descubre.

Por esa vía, señala Jaeger apoyándose en el conocido tratado hipocrático Deveteremedicina, el sesgo empírico26de la observación marca el derrotero del arte médico como una disciplina que se ocupa de diferenciar los alimentos pesados y ligeros para cada caso del tal forma que se evite tanto el exceso como la escasez.

De esta forma se generan pautas27que desplazan la pregunta por la naturaleza del hombre a un terreno más acotado, donde se trata de establecer, simplemente, lo que el hombre es o resulta en relación a cómo vive28, respecto de lo que come y bebe29, y en especial acerca de los efectos que todo esto produce en su cuerpo.

El arte médico griego de la era presocrática avanza entonces de una manera diferente a la filosofía de la naturaleza30, en el sentido de que, de una parte, evita las generalidades y de la otra, desarrolla un encuadre racional de tipos y clases31conforme a la cual se distinguen las disposiciones de los cuerpos, la salud y las enfermedades. Y, en tal sentido, parece que es la idea de clase o 32, sobre todo, la que facilita el avance científico que coloca a la medicina griega antigua en un lugar privilegiado en relación al resto de las ciencias.33Dice Jaeger sobre de esto, apoyándose en los libros anónimos Sobre las epidemias, que eleidosdesigna en primer lugar, además, la forma, las características formales visibles de un grupo de individuos, comparados con los de otro grupo. Pero luego se hace extensiva a todos los rasgos comunes que de algún modo puedan encontrarse en una pluralidad de fenómenos análogos, adquiriendo sobre todo en plural, la significación de ¨tipo´ o ¨clase´.34

Esta forma de generalización restringida es del todo opuesta la generalización extensiva de los filósofos de la naturaleza35y lo que, como bien anota Jaeger, le hace rechazar al médico aquellasafirmaciones de estilo presocrático, tales como la de que el calor es el principio de la naturaleza y la causa de toda salud y enfermedad.36

Por el contrario, agrega Jaeger, para el autor de los tratados Sobre las epidemias,37lo que el médico observa eslo salado y lo amargo, lo dulce y lo ácido, lo áspero y lo suave y otras innumerables cualidades de distintos efectos que, estando mezcladas no aparecen sueltas y no perjudican tampoco al hombre.38

Sin embargo, tan pronto como alguna de ellas se disocia de las otras y actúa por sí sola, produce efectos perjudiciales39y allí el médico interviene con su arte para restablecer el equilibrio del organismo por medio de la dieta.

La similitud del método de la medicina griega con el que utiliza Platón en muchos de sus diálogos salta a la vista40y Jaeger se sirve de esa correspondencia para mostrar el entronque de la ciencia con la filosofía en el programa de la paideia del fundador de la Academia.41

La techné,dice Jaeger, consiste en conocer la naturaleza del objeto destinado a servir al hombre y que, por tanto, solo se realiza como tal saber en su aplicación práctica. El médico es, según Platón, el hombre que a base de lo que sabe acerca de la naturaleza del hombre sano, conoce también lo contrario de este, o sea el hombree enfermo, y saber por tanto, encontrar los medios y los caminos para restituirlo a su estado normal. A este ejemplo se atiene Platón para trazar su imagen del filósofo, llamado a hacer otro tanto con el alma del hombre y su salud. El paralelo que Platón establece entre su ciencia, la ¨ terapéutica del alma¨ y la ciencia del médico y lo que hace posible y fecundo son dos cosas que ambas ciencias tienen en común : ambas clases de saber derivan sus enseñanzas del conocimiento objetivo de la naturaleza misma, el médico de su conocimiento de la naturaleza del cuerpo, el filósofo de su comprensión de la naturaleza del alma; pero ambos investigan el campo de la naturaleza a la que se consagran, no como un montón informe de hechos, sino con la mira de descubrir en la estructura natural del cuerpo o del alma el principio normativo que prescribe la conducta de ambos, la del médico y la del filósofo y educador. El médico da a esta norma de la existencia física el nombre de salud y este es precisamente el aspecto bajo el cual abordan la ética y la política platónicas el alma del hombre. 42

La similitud, sin embargo, va más allá todavía puesto que las mismas categorías de eidose idea, utilizados por los médicos en relación al cuidado del cuerpo, son colacionados por Platón en el campo de la ética y de la ontología, como lo anota Jaeger de modo harto convincente. 43

En efecto, el enfoque de conjunto, para decirlo con los términos de nuestro autor, lleva a la reformulación de los casos unificados bajo la nueva modalidad de tipos y formas o 44, lo que ya nos coloca en la antesala locucionaria de Platón. Y así, cuando se distingue una variedad de estos tipos - aclara Jaeger - se habla en medicina de , pero cuando se trata simplemente de la unidad dentro de la variedad se emplea ya el concepto de ¨una idea¨ (), es decir, de un aspecto o una faz.45

Paideiadestaca, de este modo, el singular isomorfismo en relación al ulterior pensamiento del filósofo de la Academia, que avanza por un derrotero ya abonado por las experiencias terapéuticas de la medicina hipocrática.46

La conexión teórica importa, sin embargo, más que caracterización misma de las nociones de eidos eidea,que la erudición ya había dilucidado al margen de esta relación contextual con la ciencia médica47, como lo pone de manifiesto el propio Jaeger, que aquí muestra, con inocultable satisfacción, algo que no hace sino reforzar el valor argumentativo de su punto de vista.48

Ya los médicos - agrega Jaeger al respecto -, habían reconocido como problema la multiformidad de las enfermedades y la posibilidad de establecer entre ellas numerosas divisiones (, ), esforzándose en indagar las clases de enfermedad, lo mismo que hace Platón con su método dialéctico de la clasificación que él caracteriza también como la disección y división de los conceptos generales en sus diversas clases. 49

La correspondencia, no debe, a pesar de todo hacernos perder el horizonte de su principal conexión con el dispositivo normativo de la medicina que, en esto, enlaza a esa disciplina con la filosofía en el terreno de la acción educativa orientada bajo un patrón racional estricto.

El estado de salud alterado por la enfermedad exhibe un desorden que se caracteriza, en la medicina antigua, como una pérdida de simetría y medida en el organismo que, en tanto naturaleza, siempre y a pesar de todo lo que se le opone, hace lo necesario en beneficio del cuerpo.

De lo que se sigue que en rigor, el médico antiguo es, antes que nada, un experto en el hombre sano y, de allí, toda la actividad de higiene y dieta que acompaña al equilibrio de la naturaleza que debe preservarse con arreglo una diagnosis individual donde se clasifican los alimentos y las bebidas en relación con el clima, el lugar y las estaciones.

Nuestro autor examina en detalle tanto el aspecto que hace a esa curiosa paideia inconsciente del cuerpo50como al carácter y a la estructura pedagógica que operan como contracara de una disposición más amplia del hombre griego, donde convergen la salud, la fuerza y la belleza.

Y en esa línea concluye esta sección con un instructivo cuadro comparativo: Platón combina las tres virtudes físicas de la salud, la fuerza y la belleza - dice - con las virtudes del alma, la piedad, la valentía, la moderación y la justicia, en una unidad armónica. Todas ellas proclaman por igual la simetría ¨del universo¨, la cual se refleja en la vida física y espiritual del hombre. La cultura física, tal como la conciben los médicos y gimnastas griegos, es también algo espiritual. Inculca al hombre como norma suprema la observancia rigurosa del noble y sano equilibrio de las fuerzas físicas. Y como la igualdad y la armonía forman la esencia de la salud y de toda perfección física en general, el concepto de lo ¨sano¨ se extiende hasta formar un concepto normativo universal aplicable al mundo y a cuanto vive en él, pues sus bases, la igualdad y la armonía, son las potencias que según la concepción que de aquí se parte, crean lo bueno y lo justo en todos los órdenes de la vida al paso que la pleonexia lo destruye.51

(Texto revisado el 29 de junio de 2017)

1 Organizado inicialmente para servir de apoyo en las clases destinadas a los participantes del Seminario de Filosofía Práctica Clásica del Instituto de Teoría General del Derecho (ITGD) que ha funcionado en la órbita de la Facultad de Derecho de la UNNE de Corrientes, los textos que aquí se vuelven a discutir en estos drafts originariamente se leyeron en cuatro sesiones consecutivas durante las dos últimas semanas de abril y las dos primeras de mayo de 1998 y se ha utilizado como material complementario para el estudio de Paideia que se ha llevado a cabo en dicho Seminario en el primer semestre del mismo año y luego en años sucesivos y hasta la actualidad. Tal como se expuso fue editado con un tiraje muy limitado en 1998 (Corrientes, ITGD, 1998 [edición no comercial]) y así se reeditó el año 2000 (Corrientes, ITGD, 2000 [edición no comercial]). Con posterioridad se hizo en hiso una edición comercial en 2012 que también ha tenido una circulación limitada (vid J. E. Meabe: Introducción a Paideia de Werner Jaeger. Una guía para el conocimiento de sus principales temas – cuatro Lecciones, Corrientes, Moglia ediciones, 2012). En esa última edición se agregaron numerosas notas a pie de página y se actualizaron algunas referencias sin alterar para nada el texto de 1998. Estos drafts están destinados a una futura reedición ampliada de la obra. En adelante las referencias a Paideia remiten al prólogo y al capítulo I de la cuarta parte de la obra. Vid Werner Jaeger: Paideia, trad. cast. de Joaquín Xirau y Wenceslao Roces, México, ed. FCE, 1985: 781-829.
2 Vid: Paideia, 781-1.107 (IV, Prólogo y 1-11).
3 Vid: Paideia, 781 (IV, Prólogo).
4 Vid: Paideia, 781 (IV, Prólogo).
5 Vid: Paideia, 378 (III, Prólogo).
6 Vid: Paideia, 378 (III, Prólogo).
7 Vid: Paideia, 783-829 (IV, 1).
8 Vid: Paideia, 783 (IV, 1).
9 Vid: Paideia, 784 (IV, 1).
10 Vid: Paideia, 784 (IV, 1).
11 Vid: Paideia, 785 (IV, 1).
12 Vid: Paideia, 786 (IV, 1).
13 Vid: Paideia, 787-789 (IV, 1).
14 Vid: Paideia, 788 (IV, 1).
15 Vid: Paideia, 788-789 (IV, 1).
16 Vid: Paideia, 789 (IV, 1).
17 Vid: Paideia, 788 (IV, 1).
18 Vid: Paideia, 787 (IV, 1).
19 Vid: Paideia, 787 (IV, 1).
20 Vid: Paideia, 787 (IV, 1).
21 Vid: Paideia, 793 (IV, 1).
22 Vid: Paideia, 790-803 (IV, 1).
23 Vid: Paideia, 792 (IV, 1).
24 Vid: Paideia, 792-798 (IV, 1).
25 Vid: Paideia, 800 (IV, 1).
26 Vid: Paideia, 801 (IV, 1).
27 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
28 Vid: Paideia, 803 (IV, 1).
29 Vid: Paideia, 804 (IV, 1).
30 Vid: Paideia, 805 (IV, 1).
31 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
32 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
33 Vid: Paideia, 802-803 (IV, 1).
34 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
35 Vid: Paideia, 802-803 (IV, 1).
36 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
37 Vid: Paideia, 802 (IV, 1).
38 Vid: Paideia, 802-803 (IV, 1).
39 Vid: Paideia, 803 (IV, 1).
40 Vid: Paideia, 803-804 (IV, 1).
41 Vid: Paideia, 804-805 (IV, 1).
42 Vid: Paideia, 804 (IV, 1).
43 Vid: Paideia, 805 (IV, 1).
44 Vid: Paideia, 805 (IV, 1).
45 Vid: Paideia, 806 (IV, 1).
46 Vid: Paideia, 806 (IV, 1).
47 Vid: Paideia, 804-805 (IV, 1).
48 Vid: Paideia, 805-806 (IV, 1).
49 Vid: Paideia, 806-807 (IV, 1).
50 Vid: Paideia, 807-809 (IV, 1).
51 Vid: Paideia, 829 (IV, 1).


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