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INVESTIGACIONES POSTERIORES AL CABALLO DE TROYA DE DESCARTES

Reuno en orden esas investigaciones que fueron entradas publicadas en este blog, para facilitar al lector la lectura. Así mismo, antepongo una guía que ayudará a comprender el hilo conductor:


Guía de lectura:

 La primera mención y publicación a la doctrina escéptica del Papa sobre las nuevas ideas científicas, antes de su mención en los Diálogi de Galileo

Mauricio de Nassau y Descartes ( puede  dejarse para lo último)

Capítulos sobre la correspondencia de Mersenne y Descartes: opinión de Descartes sobre la obra de Morin

La reelaboración sospechosa de una obra de Mersenne, haciéndose eco del Papa y de Oreggi

La obra de Morin y el eco del Papa. Un hombre que quería complacer a Roma. Los lamentos de Descartes por la futilidad de los argumentos que complacen a la curia y a la universidad de París.

El apoyo a la tesis del caballo de Troya de Descartes en la obra de Morpurgo Tagliabue

La confrontación dialéctica entre Morpurgo y Jean Luc Marion. Discusión filosófica reforzadora de la tesis

Descartes buscando mecenazgos y protección en la curia. El intento de conquistar el favor de un viejo conocido, el cardenal, sobrino del Papa, Francesco Barberini. El propósito confesado en privado: cambiar la mentalidad de Roma para hacerla receptiva a las nueva ciencia.






INVESTIGACIONES SOBRE DESCARTES EN LAS COORDENADAS DE SU TIEMPO

1. La difusión pública de la angélica doctrina y su importancia para el copernicanismo

"Simplicio:...Ma per quella qual si sia assai tenue idea che me ne son formata, confesso, il vostro pensiero parermi bene più ingegnoso di quanti altri io me n'abbia sentiti, ma non però lo stimo verace e concludente: anzi, ritenendo sempre avanti a gli occhi della mente una saldissima dottrina, che già da persona dottissima ed eminentissima appresi ed alla quale è forza quietarsi, so che amendue voi, interrogati se Iddio con la Sua infinita potenza e sapienza poteva conferire all'elemento dell'acqua il reciproco movimento, che in esso scorgiamo, in altro modo che co 'l far muovere il vaso contenente, so, dico, che risponderete, avere egli potuto e saputo ciò fare in molti modi, ed anco dall'intelletto nostro inescogitabili. Onde io immediatamente vi concludo, che, stante questo, soverchia arditezza sarebbe se altri volesse limitare e coartare la divina potenza e sapienza ad una sua fantasia particolare.

Salviati: Mirabile e veramente angelica dottrina: alla quale molto concordemente risponde quell'altra, pur divina, la quale, mentre ci concede il disputare intorno alla costituzione del mondo, ci soggiugne (forse acciò che l'esercizio delle menti umane non si tronchi o anneghittisca) che non siamo per ritrovare l'opera fabbricata dalle Sue mani. Vaglia dunque l'esercizio permessoci ed ordinatoci da Dio per riconoscere e tanto maggiormente ammirare la grandeza Sua, quanto meno ci troviamo idonei a penetrare i profondi abissi della Sua infinita sapienza." (Dialogo di Galileo Galilei sopra i due massimi sistemi del mondo tolemaico e copernicano. In Fiorenza MDCXXXII, pp. 488-489) Es posible acceder a la edición original digitalizada a través de museogalileo.it )

Todavía puede haber quienes crean el mito transmitido de que la gota que colmó la paciencia del Papa Urbano VIII fueron las insidiosas murmuraciones de algunos enemigos de Galileo que trataron de hacerle creer que Galileo le había ridiculizado asociándolo con Simplicio, el personaje del diálogo que, con sus toscos y débiles argumentos, representaba la posición anticopernicana. Sin embargo, aunque no pasa de ser una mera conjetura, todavía hay quienes pueden creer que o bien tal fue la intención de Galileo o bien que la cólera o el sentimiento de venganza fueron determinantes en la condena del científico italiano. Pero estrictamente, lo único que puede aceptarse como histórico es que hubo murmuraciones... Tratar de explicar los hechos históricos consecuentes valorando las intenciones de ambos amigos es pura especulación.


Sin embargo, no creo que sea especulativo defender que muchos lectores cultos del "Diálogo" podían encontrarse predispuestos a reconocer fácilmente la autoría de la "saldissima dottrina" puesta en boca de Simplicio y a la que Salviati califica de " angelica". Sí, procedía del Papa Urbano VIII. Y muchas autoridades académicas y eclesiásticas, antes de 1632, ya lo sabían. Hasta el punto de que, viniendo de quién provenía, y teniendo tal doctrina bases muy considerables en la tradición medieval, inevitablemente, influyó poderosamente en el enroque de los defensores a ultranza de la filosofía aristotélica y la vieja cosmología geocentrista. Y tal se pudo confirmar en el juicio y condena de Galileo en 1633. Y, aparte del juicio, las implicaciones relativizadoras de la objeción papal sobre el valor científico de la hipótesis del movimiento de la Tierra pueden hallarse en aquellos que, como Antonio Rocco ( Esercitazioni Filosofiche, 1633), combatieron a Galileo basándose en la autoridad de Aristóteles. Por cierto, que los "Ejercicios Filosóficos", a los que Galileo no pudo responder, estaban dedicados al Papa Urbano.


¿ Es cierto que la famosa angélica doctrina tuvo una difusión, y un divulgador muy prestigioso por cierto, anterior al juicio de Galileo e, incluso, a la publicación del "Diálogo" ( que, según la correspondencia de Descartes, no parece que éste hubiese podido tener en sus manos hasta 1634, gracias al físico-matemático Beeckman ). Creo que la confirmación debemos agradecerla al Prof. Luca Bianchi. En su artículo, publicado en "Galilée en procès, Galilée réhabilité?" , titulado " Urbain VIII, Galilée et la tote-puissance divine", este especialista nos da a conocer un hecho que considero de enorme interés, a saber: que en 1629 Agostino Oreggi divulgó en su tratado " De Deo Uno" la famosa conversación que probablemente ocurrió en 1616, entre el cardenal Maffeo Barberini ( el Papa Urbano VIII) y Galileo. Fue entonces cuando Urbano le expuso la objeción determinante del convencionalismo epistemológico forzoso al que debía quedar reducida la nueva perspectiva científica ( galileana), sin peligro para la cosmovisión escolástico-aristotélica. Se trataba de la angélica doctrina defendida por Simplicio. Un argumento que, a juicio del Papa, era "fundamental para probar que el sistema de Copérnico era indemostrable"( Bianchi).


Oreggi es un personaje clave en esta historia, pues, al parecer, fue teólogo personal del Cardenal Belarmino y también, más tarde, del Papa Urbano, llegando a ser Consultor del Santo Oficio. Por tanto, el divulgador de la anécdota era una figura de gran relieve, autoridad y prestigio intelectual, teológico y eclesiástico. Y, con más razón, si tenemos en cuenta sus relaciones con dos personajes tan destacados en la controversia entre escolásticos aristotélicos y los partidarios de las nuevas ideas científicas, como Galileo.


A partir de "De Deo Uno" el mundo académico, tanto partidarios como detractores de la nueva perspectiva científica, podía darse por enterado de la posición intelectual del Papa y que en el texto de Bianchi se califica como la "santa alianza" entre el " escepticismo teológico" y el " dogmatismo" filosófico de los aristotélicos. Personalmente, estimo que se trata de un aspecto heurístico fundamental para estudiar y enriquecer nuestro conocimiento del contexto histórico-cultural-filosófico de la revolución científica durante, al menos, la primera mitad del S.XVII.  Y no sólo por su importancia como determinante de la condena de Galileo, no sólo porque toda la comunidad académica y científica de la época podía conocer su gran importancia, sino, lógicamente, porque los amantes de la nueva ciencia podían temer las implicaciones inmovilistas de este escepticismo que impedía la autonomía del pensamiento científico respecto del control y la controversia teológicas.


Podría añadirse algo más, como los estudios históricos refrendan, la doctrina papal consideraba necesario el recurso al principio de la omnipotencia divina en aquellos casos en que una teoría científica pareciese entrar en contradicción con la Biblia, es decir, en caso de posibles implicaciones heréticas. Si el movimiento de la tierra era aparentemente contradictorio con ciertos pasajes bíblicos, entonces, de acuerdo con el principio de que Dios puede hacer todo lo que quiera, había que afirmar que puede elegir infinidad de mecanismos para producir los mismos efectos naturales, de modo que, antes de afirmar una teoría teológicamente problemática, debían descartarse las demás explicaciones teoréticas. Y como esto era prácticamente imposible, se podía, por ejemplo, concluir que el heliocentrismo era indemostrable.


Tiene sentido pensar que cuando el mundo católico recibió la condena de Galileo, las autoridades eclesiásticas y teológicas supieran que, en la mente de la máxima autoridad de la Iglesia católica, era obligado aplicar este reparo al movimiento de nuestro planeta ( verdad sobre la que confesaba Descartes en su correspondecia privada algunos "escrúpulos" que deseaba ver superados...) . Y si esta hipótesis histórica es más que plausible, puesto que es bien contrastable, ¿ con qué razones podrá decirse que las mentes científicas más brillantes de países católicos durante el S. XVII ( por ejemplo, Descartes) ignorasen  y no deseasen superar una controversia escolástica con fuertes implicaciones escépticas para con las nuevas ideas científicas? ... El problema era que tratar de oponerse a este escepticismo científico era, manifiestamente, cuestionar la autoridad del Papa:
¿ cómo combatir esta posición anticopernicana sin confrontación directa con el poder ?


E incluso podría seguirse la reflexión, pensando qué forma de escepticismo podría preocupar más a científicos como Descartes: ¿ El escepticismo de los renacentistas franceses, cuyos discursos poco podían hacer zozobrar a los creyentes en el potencial heurístico de las razones matemáticas en la investigación de la naturaleza, o el escepticismo anticientífico y sostenido por el poder, derivado de las controversias escolásticas tradicionales?.


Y, en esta justa medida, considero que la angélica doctrina iba esencialmente unida a las controversias escolásticas geocentristas cuya superación tanto deseaba Descartes a fin de que su intento de fundamentación de la nueva cosmología llegase a ser algún día definitivamente aceptada por la Iglesia. Dejo esto apuntado, pues es otro de los temas que voy a tratar en próximas entradas, a partir de un examen de la correspondencia cartesiana ( y no sólo la mantenida con Marin Mersenne, antes y después de 1630). Creo que, cruzando informaciones, podré sacar a la luz aspectos muy interesantes sobre los que creo que no se ha reparado suficientemente.


Quiero concluir con estas consideraciones del Prof. Bianchi, que traduzco a continuación. Considero que si ello es verdad, hay que hacer justicia reconociendo que debió de preocupar a un hombre tan sagaz, tan bien informado y preocupado por defender la ciencia como Descartes :


" Si ( como consecuencia de la afirmación del principio de que Dios puede hacer todo lo que no implique contradicción) las diferentes hipótesis astronómicas eran todas equivalentes... no había ninguna razón para abandonar el sistema geocéntrico, fundado sobre la doble autoridad de los pasajes cosmológicos de la Biblia y de la filosofía natural de Aristóteles " ( op.cit., Bianchi, pág. 86)

De Deo Uno. Tractatus I. Cap. X. Quaeritur Tertio: La evocación del diálogo entre Maffeo Barberini y Galileo

He aquí el texto latino y su traducción:


"Quod argumentum quanti faciendum sit, diligentius animadvertere incepi, dum Summus Pontifex Urbanus VIII ( quem diu Deus Ecclesiae suae incolumem servet) adhuc cardinalis familiarem suum, non minus doctrina conspicuum, quam religione laudabilem, admonuit, ut diligenter adverteret: An Sacris congruerent Scripturis, quae de motu terrae excogitaverat, ad salvanda ea omnia, quae in caelo apparent phenomena, et quaecumque de caeli, atque astrorum motibus ex eorum diligenti inspectione et consideratione communiter recipiunt Philosophi. Concessis enim omnibus, quae vir doctissimus excogitaverat, quaesivit, an potuerit et sciverit Deus alio modo disponere et movere orbes, vel sidera ita, ut quaecumque vel in caelis apparent phenomena, vel de siderum motibus, ordine, situ, distantia ac dispositione dicuntur, salvari possint.

Quod si neges, Sanctissimus dixit, probare debes implicare contradictionem, posse haec aliter fieri, quam excogitasti. Deus enim infinita sua potentia potest, quicquid non implicat contradictionem: cumq(ue) Dei Scientia non sit minor potentia; si potuisse Deum concedimus; et scivisse etiam afirmare debemus

Quod si potuit ac novit Deus haec alio modo disponere, quam excogitatum est, ita, ut salventur omnia, quae dicta sunt: Non ad hunc modum debemus divinam arctare potentiam et scientiam.

Quibus auditis, quievit vir ille doctissimus..." ( Op. cit., 1629. pp 194-195)

Traducción:


"Empecé a notar con más atención cuán valioso era el argumento cuando el Sumo Pontífice Urbano VIII ( a quien Dios guarde mucho tiempo incólume para su Iglesia) , siendo todavía cardenal, recordó a un amigo suyo, no menos conspicuo por su sabiduría que loable por la religión, que se fijase diligentemente si convenía con las Sagradas Escrituras lo que había concebido sobre el movimiento de la tierra para salvar todos esos fenómenos que aparecen en el cielo, y ( si convenía también) con todo lo que sobre el cielo y los movimientos de los astros comúnmente admiten los Filósofos en base a una atenta inspección y consideración de los mismos. Concedido, pues, todo lo que este hombre sapientísimo había cavilado, inquirió si hubiese podido y sabido Dios disponer y mover los orbes y también las estrellas de otra forma, de modo que cuantos fenómenos aparecen en el cielo o cuanto se sabe sobre los movimientos, orden, localización, distancia y disposición de los astros pudiese ser salvado ( explicado).

Pues si niegas esto, dijo Su Santidad, debes probar que implica contradicción que estas cosas puedan ser hechas de manera distinta a lo que has concebido. Puesto que Dios en su infinito poder puede todo lo que no implica contradicción. Y como la ciencia de Dios no es inferior a su poder, si admitimos que Dios pudiese , debemos también afirmar que sabría.

Por lo que si pudo y supo Dios disponer esto de otra manera a la que ha sido concebida, igualmente no debemos restringir la potencia y sabiduría divinas a esta posibilidad para salvar todas las cosas que han sido dichas.

Oídas tales cosas, aquel hombre doctísimo descansó"


2. Sobre las posibles influencias de Mauricio de Nassau en las primeras reflexiones de Descartes



Si mi hipótesis sobre Descartes ( la que expongo en "El caballo de Troya de Descartes" y que, al parecer, tuvo probablemente un precursor en la figura de Morpurgo Tagliabue) no es errada, puede suceder que la historia del pensamiento filosófico ( y la interpretación dominante que se ha estabecido convencionalmente sobre el curso de los sistemas ideológicos occidentales) esté viciada desde el origen, por incomprensión y olvido de los presupuestos prerracionalistas ( ¿ arracionales ?) de los que dependen las diversas escuelas o sistemas filosóficos que, en continuidad o por reacción, se han sucedido a partir del racionalismo cartesiano. En tal caso, será necesaria una revisión hermenéutica de lo que ha sido la historia del pensamiento occidental desde el S.XVII, es decir, desde Descartes.


Presento algunos fragmentos de un análisis más completo y sistemático que en estos momentos estoy ya redactando. Son como piezas de un puzzle, cuya imagen completa deberá encontrarse en el producto de estos costosos trabajos que ahora llevo a cabo y que, a modo de pinceladas y de regalo, voy a adelantaros.


2.1
¿ Mauricio de Nassau o Descartes?.

"
Dos años después de su llegada a la capital francesa, René Descartes decidió cambiar una vez más de domicilio. Siempre se había sentido atraído por un estilo de vida aventurero, y le gustaba practicar la esgrima e ir a caballo; y ahora estaba una vez más ansioso de acción. Descartes había oído decir que en Holanda, Mauricio de Nassau, el nuevo príncipe de Orange y el paladín protestante en las guerras de religión, estaba reclutando hombres en varios países - incluidos dos regimientos franceses- y entrenándolos en sus campamentos para entrar en guerra con las fuerzas católicas que se estaban concentrando en España y Austria.
"Aunque él era católico, Descartes estaba interesado en unirse al ejército del príncipe Mauricio. Sentía que podía aprender muchas cosas del príncipe y de sus generales sobre el arte de la guerra, y la religión no pesó nada en su decisión, probablemente porque él iba a alistarse como voluntario y no tendría la obligación de luchar si no quería hacerlo. Descartes mandó a sus criados de vuelta a casa de su padre y... viajó a Breda, en el sur de Holanda, para alistarse voluntario al servicio del príncipe de Nassau... Descartes utilizó al ejército como un vehículo para poder viajar y vivir muchas aventuras" (  El cuaderno secreto de Descartes. Amir D. Aczel. Biblioteca Buridán, 2005. pp.43-44)

Podríamos preguntarnos quién de estos dos personajes históricos encarna con más fidelidad al prototipo de hombre racionalista fijado por el decurso del tiempo a partir del S. XVII.


Ambos compartían una misma fe en la inteligibilidad de la naturaleza, ambos confiaban en la luz natural del hombre para desentrañar los misterios del mundo natural, así como en la evidencia e inmutabilidad de las verdades matemáticas y las leyes de la naturaleza. Pero... de diferente manera.


Mauricio de Nassau , bajo cuyo mando militar estuvo Descartes en los años en que vislumbró su "mathesis universalis" ( 1619-1620), murió en 1625 tras hacer su última y escandalosa profesión de fe, a requerimiento de un pastor calvinista. Mauricio murió confesando que sólo creía en las verdades matemáticas, es decir, en cuanto pudiese ser puramente evidenciable racionalmente.


Cito a Rodis-Lewis:


" ...oyó contar una historia para él perturbadora, sobre la muerte reciente ( el 23 de abril) del que había elegido como jefe en Breda, Maurice de Nassau. Probablemente ya conocía a Guez de Balzac, cuyas Cartas ( aparecidas en 1624) alabará en una gran epístola latina. Balzac se lo agradece el 30 de marzo de 1628 y le pregunta: " Recordad, por favor, la historia de vuestro entendimiento. Todos vuestros amigos la esperan..."Incluso aunque Descartes ya había desaparecido también cuando Balzac lo publicó sin nombrar a Nassau, este relato debía de correr entonces bajo cuerda. Un pastor rogó a Maurice de Nassau, próximo a la muerte, que " hiciera una especie de profesión de fe". Éste respondió: "Creo que 2 y 2 son 4, y que 4 y 4 son 8". Es la fórmula que repite el don Juan de Molière, como una contraseña de los ateos. En Tallemant des Réaux se convertirá en "Veo que lo único cierto son las matemáticas". Descartes decía lo mismo en la segunda de las Regulae que se disponía a retomar, después quizá de haber empezado a redactar las primeras antes del viaje a Italia. Había que ejercitarse bien en el método para construir u na ciencia cierta. Recorriendo todos esos países, Descartes había ampliado la duda a muchas costumbres. La fidelidad a la religión de su infancia la ponía aparte. Pero, ¿ cómo responder a los ateos?" ( Descartes: Biografía. G. Rodis-Lewis. Ediciones Península, 1996. p.88)


Descartes escribió en repetidas ocasiones que sin Dios nada podría sernos evidentemente cierto, ni siquiera las verdades eternas, inmutables, entre las que él incluía las leyes de la lógica, las leyes de la naturaleza y las verdades matemáticas ( de las cuales, en orden estrictamente deductivo, podría deducirse clara y distintamente el conocimiento de todas las cosas del que la razón humana fuese capaz). Así lo dejó dicho, por ejemplo, en "Discours de la methòde"


Interpretando a nuestro primer personaje, podríamos conjeturar muy razonablemente que su pensamiento postulaba a la razón humana como única instancia de validación de verdades absolutamente independientes de la existencia divina. Todo lo que nos viésemos forzados a afirmar como verdadero o correcto lo sería por depender de lo que exige la razón y no la voluntad de Dios. Mauricio de Nassau podría representar una posición muy típicamente racionalista...


Sin embargo, Descartes postuló la necesaria dependencia de todas las cosas respecto de Dios. Y como las verdades eternas, es decir, las leyes de la matemática, los principios de la metafísica y las leyes de la naturaleza eran verdades indudables y permanentes cuyo conocimiento era perfectamente alcanzable para la razón humana, igualmente debían depender absolutamente de la voluntad del Dios Perfecto y Veraz. En Él colocaba Descartes la absoluta garantía de la correspondencia entre el pensamiento racional y la inteligibilidad de todo lo real que dependiese de Dios, el infinito cognoscible pero incomprensible racionalmente.


Así que para el padre del racionalismo, el prócer de la modernidad, la racionalidad misma hundía sus raices en la profundidad de lo incomprensible y atematizable racionalmente. Lo chocante es que estas ideas de Descartes tienen su génesis en los años que siguieron a la muerte de aquel personaje a cuyo servicio estuvo: Mauricio de Nassau. Éste murió en 1625; pero Descartes elaboró sus ideas sobre las implicaciones de la omnipotencia divina entre 1628-1629, y encontramos estas reflexiones en la correspondencia con el P. Mersenne, a partir de la primavera de 1630. Nunca contradijo ni modificó un ápice las ideas que encontramos en las cartas de 1630 en las que participó a Mersenne sus pensamientos en torno al poder infinito de Dios y la teoría derivada de la creación de las verdades eternas. Dicen que es una teoría extrasistemática, pues nunca la incluyó en su obra publicada. Es cierto, pero hay que matizarlo: Nada hay en su obra publicada que no sea coherente con esta doctrina esotérica de Descartes y, en segundo lugar, se puede probar que cumple una evidentísima función contextualizadora e inspiradora para momentos capitales del desarrollo de todo su sistema filosófico ( la duda metódica, la hipótesis del Deus deceptor, la fundamentación criteriológica que desempeña la veracidad divina en relación con el criterio de certeza, así como el importante papel que juega el atributo de la inmutabilidad divina en el paradigma físico-matemático cartesiano).


Es, pues, curioso el hecho de que la teoría cartesiana de la creación de las inteligibilidades inmutables sea lógicamente una doctrina contraria y superadora del racionalismo ( "matematicista" o , también, "naturalista") que profesó el Príncipe de Orange. Y más todavía, el hecho de que Descartes afirmase un fundamento a-racional como condición trascendental de posibilidad de la luz que abre el campo de realidades inteligibles para la mente humana.



2.2 .Las reflexiones cartesianas sobre la omnipotencia divina que sirvieron de base a la formulación de la creación de las verdades eternas ( de 1630 en adelante)

Como he dicho, la doctrina de la creación de las verdades eternas no aparece en la obra exotérica cartesiana; es parte de su pensamiento esotérico, contenido en cartas y notas personales. Aunque recientemente se ha demostrado que esta teoría se encuentra claramente presente en la respuesta a las sextas objeciones a las "Meditaciones Metafísicas"

Descartes se decía a sí mismo: si Dios me ha dado una mente determinada a conocer las cosas según el orden y conexión de las ideas que ha querido depositar en ella ( y esto es algo que encontramos tanto en el "
Discurso" como en las "Meditaciones") , puedo a priori negar como imposible lo que implique contradicción, pero no afirmar que el poder de Dios sea limitado por lo que PARA MÍ es imposible.

La doble negación cartesiana sobre Dios y la abstención agnóstica




Ahora bien, la insistencia de Descartes en que él no puede negarle nada a la omnipotencia divina, debe analizarse con cautela, pues esta doble negación  equivale a una afirmación, pero el problema estriba en determinar la significación de lo que se pretende afirmar.

Que no pueda negar que Dios pueda hasta lo imposible por absurdo, puede implicar dos aspectos claramente distinguibles e, incluso, opuestos:

(A) ¿ Puede implicar que se sabe ciertamente que Dios lo pueda hacer?

(B) ¿ O sólo significa que no se puede saber ni lo uno ni su contrario: En este caso, sólo me es posible pensar ( imaginar) que Dios puede hacer lo imposible porque yo no puedo negarlo. De manera análoga al caso del agnóstico que, diciendo que si bien no puede saber nada de Dios, admitiría que lo máximo que los creyentes pueden hacer es sólo pensar (imaginar, concebir) que Dios existe, puesto que es racionalmente tan imposible negarlo como afirmarlo.. Si se tratase de esto último, Descartes sólo trataría de fijar el límite a lo cognoscible racionalmente, dejando fuera de toda inteligibilidad a Dios mismo.

Ahora bien, la hipótesis ( B) es refutable a juicio de Descartes. Desconocemos las pruebas que habría pergeñado el padre del racionalismo antes de la redacción del "Discurso", pero en su correspondencia temprana con Mersenne, ya confesaba poder aducir pruebas evidentes de la existencia de Dios contra los libertinos. Supuesto que esto fuese así, ante la ausencia de toda evidencia documental, nosotros podemos aducir las ocasiones en que Descartes declara la necesidad de Dios como creador de lo lógicamente necesario, es decir, de todas aquellas verdades que se denominan "eternas", porque son inmutables e indudables para la razón humana, como las de las matemáticas, la metafísica y las de la física. Y si Dios, cuya necesaria existencia es admitida por Descartes, puede hacer lo lógicamente necesario, es porque, a la par, de Él también depende la determinación de lo lógicamente imposible. Con lo cual se llega a (A): No puedo negar que Dios pueda hacer lo imposible porque tengo que afirmar que de Él depende por igual lo necesario tanto como lo imposible. Descartes puede concluir que de afirmar la omnipotencia divina se sigue la certeza de que toda esencia y toda existencia dependen necesariamente de la más absoluta e incondicionada libertad divina.

Basándome en (B) ( en la interpretación agnóstica de no poderse negar que Dios pueda lo imposible o contradictorio), podría llegar a imaginar la hipótesis de que Dios pudiese haber creado la mente racional como una naturaleza frustrada, porque no puedo poner límites a la simplicísima unidad que se da en Dios entre su querer, su poder y su conocer. Dios podría hacer que yo me equivoque al razonar, incluso, cuidándome de no incluir en mis pensamientos nada que no fuese muy distintamente concebible y tratando de proceder en buena lógica. Porque no puedo negar que a Él le sea imposible nada, es decir, que lo que para mí es imposible sólo condiciona el poder de concepción de mi mente pero no el poder creador de Dios.

Ahora bien, si refutamos (B) demostrando que toda verdad inmutable, como todas las criaturas, depende absolutamente de Dios, y que la razón de las inteligibilidades inmutables se encuentra en el atributo de la perfecta inmutabilidad divina, entonces se abre el camino para cancelar el supuesto de que a Dios sea atribuible la falibilidad de la razón humana: de Dios pueda proceder nada que no sea verdadero y, por ende, real. Por lo que, procediendo de Él también nuestra luz natural para formarnos ideas claras y distintas sobre lo que depende de Dios, Éste garantiza la certeza del conocimiento basado en la razón.
Descartes asume el presupuesto de que el sujeto pensante no puede concebir la potencia infinita de Dios como sometida o determinada por ningún orden inteligible independiente de su omnímoda libertad. Dios es la infinita libertad del Absoluto. A partir de ello se podría fijar el límite de lo racionalmente evidenciable y cognoscible para un "cogito" finito, dejando fuera de toda inteligibilidad a Dios mismo.


3. Las primeras alusiones de Descartes al Caso Galileo en la correspondencia con el Padre Mersenne


"J`ai compassion avec vous de cet auteur qui se sert de raisons astrologiques pour prouver l' inmobilité de la Terre; mais j´aurais encore plus de compassion du siècle, si je pensais  que ceux que ont voulu faire un article de foi de cette opinion n´eussent  point de plus fortes raisons pour la soutenir" ( Lettre a Mersenne, Deventer,été 1632 ( ¿ o pudo ser de 1634?). Oeuvres complètes. VIII, vol. 1. Gallimard 2013)


Traducción:


" Yo me compadezco con V. de ese autor que se vale de razones astrológicas para probar la inmovilidad de la Tierra; pero yo me compadecería aún más de nuestro tiempo, si pensase que quienes han querido hacer un artículo de fe de esta opinión no tenían mejores razones para sostenerla.


Creo que se trata de la primera alusión al caso Galileo que podemos encontrar en la correspondencia que Descartes mantuvo con su amigo, el Padre Marin Mersenne.


Comienza haciendo alusión al astrólogo y matemático Jean-Baptiste Morin ( 1583-1656), conocido por su oposición a las ideas de Galileo, para terminar lamentando la oposición de las autoridades teológicas y eclesiásticas al movimiento de la Tierra.

En 1631, Morin ( con quien Descartes mantuvo correspondencia científica ) publicó "Famosi et antiqui problematis de Telluris motu vel quiete haectenus optata solutio". Según sabemos gracias al ensayo del Profesor Antonio Beltrán Marí, Morin hacía referencia al principio de la omnipotencia divina, el argumento que, de acuerdo con este investigador español, Urbano VIII aprendió de los jesuitas y que, como hemos dicho en otra entrada anterior, basándonos en el Prof. Luca Bianchi, se convertía en un reparo de escepticismo teológico anticopernicano pues conducía a la conclusión de que el movimiento de la Tierra, aparentemente contradictorio con algún pasaje bíblico, era completamente indemostrable. El problema es que el corrosivo escepticismo de la angélica doctrina era aplicable a cualquier teoria científica que presupusiera la existencia de un orden causal inteligible dentro del mundo natural. En efecto, si nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear, en la misma medida, también limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios. Como he dicho también anteriormente, este último tópico parece que se pudo haber popularizado entre muchos críticos del copernicanismo deseosos de congraciarse con lo que, en aquel tiempo, era lo más fácil de seguir: la autoridad papal ( Véase, por ejemplo, "Ejercicios Filosóficos", de Antonio Rocco)


Demuestra el Prof. Beltrán que Galileo, al leer el pasaje alusivo a la Potentia Dei en el libro de Morin, hizo la siguiente reflexión: " Nosotros no buscamos lo que Dios podía hacer, sino lo que ha hecho. Por lo que yo os pregunto si Dios podía hacer el mundo infinito o no. Si podía y no lo ha hecho, haciéndolo finito y tal cual es de facto, al hacerlo así no ha ejercido su potencia más que si lo hubiese hecho del tamaño de un semilla de algarroba. Y si Él, para mostrar su potencia, lo hace mover en 24 horas, esto es como nada comparado con hacerlo mover en una hora muchas millas y millones de revoluciones... Sr. Morino, Dios podía hacer volar los pájaros con los huesos de oro macizo, con las venas llenas de mercurio, con la carne más pesada que el plomo y con las alas pequeñísimas y pesadas, y así habría mostrado más claramente su potencia; podía hacer los peces más pesados que el plomo, es decir doce o más veces más pesados que el agua; pero ha querido hacer a aquéllos de carne y plumas muy ligeras y a éstos igualmente graves que el agua para enseñarnos que Él gusta de la simplicidad y facilidad, etc." ( Opere VII, 565-566) ( Cita tomada de "Galileo y Urbano VIII: La trama del equívoco", de A. Beltrán Marí. Revista Endoxa, nº 21, 2006)

Pues, bien, volviendo a la cita cartesiana, Descartes valora como lamentables las razones astrológicas con las que Morin trata de probar la inmutabilidad de la Tierra. Obviamente, los argumentos contenidos en el libro del astrólogo le parecen no sólo débiles, sino completamente irrelevantes. Pero si la futilidad retórica le puede parecer digna de compasión en el caso de Morín, mucho más lo son las razones por las que otros han "querido hacer un artículo de fe de esta opinión"


De acuerdo con la opinión de Jean-Robert Armogathe, " Il s`agit d' une critique non déguisée de la condamnation du système corpernicienne prononcé á Rome en 1616" ( Oeuvres Completes VIII,1, p.830)


Pero en el texto hay que detenerse para reflexionar sobre lo escrito por Descartes y sus probables intenciones: él expone una condicional, dice que sería más lamentable la opinión de las autoridades de Roma "si no tenían mejores razones para sostenerla". El P. Armogathe dice bien que se trata de una crítica no disfrazada. Yo diré algo más: es un intento de crítica sutil, matizada, pero que subraya que las razones en las que se sostiene la opinión geocentrista pueden ser tan débiles, inútiles e irrelevantes como las de Morin. Y, obviamente, entre las razones con que las autoridades trataban de convertir en "artículo de fe" el geocentrismo estaban las que obligaban a declarar como indemostrable el movimiento de la Tierra. A partir de 1630, la principal de las mismas era la angélica doctrina papal.


Teniendo en cuenta que hubiese sido impensable en el S.XVII una invectiva directa contra la autoridad eclesiástica más elevada y que, sin embargo, como los estudios históricos han demostrado, el argumento del Papa era públicamente conocido desde 1629 al menos, no debería extrañar a nadie la posibilidad de que Descartes ya estuviese informado sobre la objeción teológica anticopernicana puesta de moda por Urbano VIII. De hecho, por lo que dice, parece saber algo, pues, como hemos visto, también Morin se hizo eco de la problemática objeción teológica... En efecto, pues es altísimamente probable que Descartes conociese la obra de Morin a través de conversaciones con Mersenne, quien hizo referencia a la misma en su tratado " Questions Theologiques", de 1634.


Como se verá en próximas entradas, aunque el interés que demostró entre 1629 y 1630 por la omnipotencia divina y la creación de las verdades eternas no tuviese clara relación con esta problemática, sin embargo, una vez difundida la razón que jugó un papel tan relevante para la acusación oficiosa contra Galileo en su segundo proceso inquisitorial, debió determinar la atención prestada por Descartes a las polémicas con implicaciones escépticas contra la fisicomatemática en las que se entrometiese el principio dogmático de la omnipotencia divina. La obra publicada de Descartes difícilmente podrá comprenderse con justeza sin contextualizarse en referencia a esta problemática. Por otra parte, como seguiremos viendo, Descartes sostuvo en varias ocasiones que su proyecto era levantar los fundamentos de la metafísica y de la física para remover los obstáculos ideológicos levantados contra la aceptación futura del movimiento de la Tierra.
























4. Mersenne, el gran amigo de Descartes, y la angélica doctrina


4.1. Las alusiones de Mersenne a la angélica doctrina papal


Recordemos algunas ideas firmemente establecidas por los investigadores más prestigiosos sobre la cuestión de la omnipotencia divina en la discusión del copernicanismo durante el S.XVII, a raíz de la objeción escéptica planteada y puesta de moda por Maffeo Barberini en el famoso caso Galileo.


Antes de afirmar una teoría teológicamente problemática ( como era la afirmación copernicana del movimiento de la tierra) debían descartarse las otras posibles explicaciones teóricas rivales ( infinitas), puesto que Dios, en su infinito poder y libertad, podía haber elegido infinitos mecanismos posibles para producir los mismos efectos observables que se salvaban con el heliocentrismo. Y como esto era prácticamente imposible, lo que se seguía del principio teológico de la angélica doctrina era la forzosa conclusión de que el movimiento de la tierra era absolutamente indemostrable para nosotros, seres finitos. De acuerdo, pues, con el punto de vista papal, nuestra finitud nos incapacitaba para poder comprender los infinitos mundos posibles que Dios habría podido crear y, en la misma medida, limitaba nuestra capacidad de conocer el mundo efectivamente elegido por Dios.


Unidas a este planteamiento iban dos implicaciones:




  • Que la coherencia explicativa y la utilidad predictiva demostrada por el heliocentrismo para salvar los fenómenos no era razón suficiente para excluir cualquier otra posible explicación teórica y, por tanto, tomar como cierta la hipótesis copernicana.
  • En segundo lugar, dado el insalvable desfase entre la finitud humana y, por tanto, también la falibilidad de su ciencia, y, por otro lado, la infinitud de Dios, el conocimiento humano del mundo natural sería esencial y necesariamente limitado y falible en esta vida terrenal;  los misterios del universo sólo podrían ser conocidos por aquellos que, al dejar esta vida, alcanzasen la beatitud. Sólo la Inteligencia Suprema que gobierna el universo que ella misma ha creado podrá revelarnos perfectamente el perfecto orden inteligible de la creación. Mientras tanto, en medio de la duda, debemos cuidar que las conclusiones de nuestras investigaciones racionales no contradigan las verdades inmutables contenidas en la doctrina de la fe.




Pues, bien, ya hemos visto la opinión que Descartes expresó al P. Mersenne sobre las razones de Morin contra el movimiento de la tierra, así como su temor de que las razones de la autoridad teológica para defender como "artículo de fe" el geocentrismo pudiesen ser incluso más irrelevantes e inconsistentes aún.


En 1634, el Padre Mersenne, publicó las " Questions theologiques". Aunque en la dedicatoria podría encontrarse alusiones indirectas, muy diluidas ciertamente, a la angélica doctrina, creo que es muy difícil de negar la influencia de ésta objeción teológica en los capítulos XXXIV y XXXVII.


Pensemos que, según declaró el mismo Mersenne en una carta a Peiresc, los cambió de modo que contuviesen puntos de vista "más apropiados para Roma" y al gusto de la Facultad de Teología de París.


Mersenne no tenía ninguna necesidad de haber incluido en esos capítulos referencia alguna a los reparos contenidos en la angélica doctrina para poder publicar su tratado en Francia. Sin embargo, lo hizo. No puedo hablar por otros, pero esto, al menos a mí, me plantea la pregunta clave: " ¿ Por qué?". Y no parece que los estudios históricos sobre la recepción de la condena de Galileo en Francia puedan arrojar mucha luz a esta pregunta que, se quiera o no, tiene su razón de ser, puesto que vamos a demostrar a continuación que en la obra de Mersenne hay ecos de la doctrina papal divulgada por Oreggi en 1629 y puesta en boca de Simplicio por Galileo.


Del estudio del Prof. Michel-Pierre Lerner se desprende que existía la posibilidad de que Mersenne hubiese adaptado sus "Questions" sin tener que oponer al heliocentrismo las razones basadas en el principio de la "Potentia Dei". Lerner, en efecto, afirma en su ensayo ( 1) que la sentencia contra Galileo fue abordada desde 1634 en varias ocasiones dentro de la Universidad de Paris; aunque en ningún momento se llegó a promulgar una declaración oficial, sin embargo, la sentencia del Santo Oficio tuvo una amplia difusión por Francia.


Mersenne, al igual que otros compatriotas, podía haber dudado de que, a falta de declaraciones oficiales por parte tanto de la Universidad de París como por parte del parlamento, la sentencia condenatoria de Roma contra las ideas de Galileo tuviese vigencia legal en Francia. Eso implicaba un pequeño margen de libertad, incluso para un sacerdote como él, ante el vacío de ley. Pero , no obstante, Mersenne optó por curarse en salud y no sólo colocó la sentencia del Santo Oficio contra Galileo en el capítulo XLV de su tratado, sino que quiso oponer a los argumentos heliocentristas las razones que podrían perfectamente derivarse de la doctrina papal. (2)


Comparto con todos el texto de Mersenne. Ruego se observe la alusión a la voluntad y poder infinitos de Dios para elegir entre infinitas posibilidades, es decir, no encontrarse determinado a elegir el camino más corto para obrar un efecto natural. Puesto que si una de las razones más importantes aducidas por los copernicanos era la paradigmática simplicidad y claridad del constructo matemático, ello era considerado por la duda epistémico-teológica de Urbano VIII como una patente contradicción de la omipotencia divina, en cuanto que era una presunción intelectual humana con la que se sometía a Dios a una forzosidad matemática:




"Cuestión XXXIV: ¿Qué razones se tienen para demostrar y persuadir del movimiento de la Tierra alrededor de su eje en el espacio de veinticuatro horas?
1. La primera razón que utilizamos para probar que la tierra se mueve, y que hace cada día su ruta entera, se deduce del hecho de que no hay apariencia de que toda la gran máquina del universo se mueva, y que el firmamento y las estrellas recorran 6.000 leguas cada día, lo que parece incomprensible: mientras que si la tierra se mueve, únicamente recorre 7.200 leguas al día, es decir, 14.000 menos que las estrellas.
2. El orden natural parece mejor establecido si los cuerpos más pequeños se mueven más rápido y los cuerpos más grandes, más lentamente.
3. Puesto que la tierra tiene necesidad del Sol, ella debe buscarlo como nosotros buscamos el fuego, del que tenemos necesidad...
4. No se pueden asignar dos movimientos contrarios al mismo cuerpo, lo que hacen, sin embargo, aquellos que dicen que las estrellas y otros cuerpos celestes se mueven y que la tierra es inmóvil, porque es mucho más fácil afirmar que se mueve de oeste a este, mientras que la luna y los demás planetas se mueven únicamente en su propio movimiento. Lansberge cree que la primera razón es demostrativa, que consiste en que el Sol se encuentra a 1.498 1/2 semidiámetros terrestres de la Tierra, cuando se encuentra a su media distancia y las estrellas a 10.302.927 semidiámetros; de lo que resulta que las estrellas recorren cada hora 23.178.529.692 leguas alemanas, y en un abrir y cerrar de una arteria, o un segundo minuto, 643.848 leguas, o alrededor: mientras que la tierra con un circuito neto de 400 leguas, únicamente hace la decimosexta parte de una legua, es decir, 250 pasos de un segundo: que es poco más que lo que una bala de mosquete haría en el mismo tiempo.
Dejo muchas otras razones, que se ofrecen para demostrar el movimiento de la Tierra: por ejemplo, que explica todas las apariencias o fenómenos con mayor claridad, y más brevemente; que de ello se desprende que ella se mueve, si los cielos se mueven, ya que deben arrastrarla con ellos, puesto que no tiene ninguna resistencia, ya que no se aleja de su centro, y muchas otras, a las que el Sr. Morin, Profesor real, respondió en un libro particular; de manera que no hay ninguna razón que pruebe el movimiento de la Tierra, porque puesto que Dios envió a su Hijo para favorecernos con su muerte, no debería sorprendernos que haga girar el cielo para nosotros, y si creó todo el mundo corporal para el uso y el placer de los hombres... Pero hasta el presente tampoco sabemos nada que demuestra su inmovilidad, ya que no hay nada más absurdo que hacer las estrellas de primera magnitud 127 veces más grandes que la gran del orbe terrestre y 1.575.473.627 veces más grande que el sol, que hacer que las estrellas se muevan tan rápido que hacen seiscientas mil leguas en el tiempo de un latido de arteria. Y a pesar de que no sabemos por qué hay 59.967.010 leguas, entre saturno y las estrellas, no se deduce que este espacio no sea real. No es tan necesario conocer la causa del movimiento de la tierra para admitir que se mueve, ya que los que ponen el movimiento de las estrellas, no conocen la causa...

Corolario I

La razón fundamental que se ha utilizado hasta el presente para demostrar la movilidad de la Tierra, no es buena, porque demuestra demasiado, o supone una gran ignorancia porque puesto que Dios no ha seguido en el estado de gracia el camino más corto de todos los posibles, para salvarnos, al ver que podía hacer un acto de voluntad,


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INVESTIGACIONES POSTERIORES AL CABALLO DE TROYA DE DESCARTES

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