Padecieron no pocos Negros esclavizados
secuelas complejas por ese hallarse despojados
de su derecho de ser personas con libertad.
Fuera de las huellas en el cuerpo
por causa de haberlos de latiguear, apalear,
negarles comida, quemarlos, ponerlos
en cepos, en calabozos encerrarlos,
aguijarles perros, psicológicamente torturarlos,
entre más crueldades, en el alma
bastante les quedaron sentimientos varios
que, por lo general y obvio, de buenos nada:
Melancólicos, desesperados, colmados de furia,
desilusionados, insomnes, en condición de locura,
autorrechazados, autoculpados, rencorosos,
creyéndose frustrados, hasta con Negros recelosos,
deprimidos, autoaislados, endorracistas,
suicidados. También a sus verdugos no dudaban
en hacerles males, como dejarlos sin vida.
Secuela fue, sí, querer su libertad recuperarla;
por lo que, por ende, muchos emprendieron huidas.