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¿Qué pasa si eres madre o padre Altamente Sensible?

Ya hiciste el Test para Adulto y saliste Altamente Sensible. Ahora, ¿qué haces? No es fácil ser Madre (o padre) Altamente Sensible, pues este trabajo requiere tu presencia las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, sin descanso ni vacaciones. Los hijos son sumamente demandantes, tienen necesidades emocionales, físicas, psicológicas, de atención y de control, constantemente. 

Para mi, una de las partes más difíciles de ser madre –y mira que hay muchas– ha sido el detener al mundo y a las interminables lavadoras de ropa y darme un espacio de reparación. Mi tiempo fuera. Y lo necesito como el oxígeno mismo. Todos necesitamos establecer cierto limites sanos. Pero cuando nos volvemos madres, nos cambian el “swich”. Ponemos SIEMPRE a los hijos antes. Primero les damos de comer, les sanamos la rodilla, los vestimos y peinamos dejándolos hermosos y cuando llegamos a la fiesta nos damos cuenta que olvidamos ponernos el rímel, corremos por toda la casa hasta encontrar al peluche favorito antes de que vengan las lágrimas, bizcas del agotamiento vamos a calmar una vez más la pesadilla… y si tenemos que ir al baño, pronto iremos… como a las once de la noche. O doce. No es un sacrificio, es ley de sobrevivencia. Instinto. Así nos diseñó la naturaleza. Y sucede en todas las especies: los cachorros van primero, siempre. Por eso en los aviones nos recuerdan –en cada vuelo– que primero coloquemos nuestro respirador de oxigeno y luego a los hijos porque si no tendrían un montón de mamás histéricas, casi muertas tratando de ponérselo al niño primero. 

En la rutina normal, a las mamás no HSP (por sus siglas en inglés, Altamente Sensibles en castellano), no les pasa nada. Se cansan, claro. Pero andan corriendo de clase en clase, platicando con todas las otras mamás y salen adelante con colores y destellos. A las madres Altamente Sensibles ya no sabemos dónde escondernos y si no nos hacemos caso, nos lleva la chiflada y cuatro cuadras más adelante. 

El estrés de la vida diaria nos afecta mucho más y nos toma tiempo, disciplina, conciencia y esfuerzo el poder sanarnos. Para colmo, las HSP, somos las mamás del mundo; cargamos con un neceser enorme con mil medicinas, agua y comida por si se necesitan para algo tan sencillo como ir al parque. A las tres de la madrugada estamos despiertas tratando de encontrar la solución idónea para los hijos de la amiga que tal vez se vaya a divorciar, etc. La vida diaria, los problemas propios y ajenos, las noticias, los llantos… todo nos afecta mucho más. Y, por alguna extraña razón, nos sentimos con la responsabilidad de ayudar y resolver todo. Así funciona el cerebro Altamente Sensible. 

Para una madre HSP encontrar el tiempo, práctica y espacio para la sanación es vital. Por varias razones, una, con un Sistema Nervioso sobre saturado, no funcionamos bien. Nada bien. Andamos de mal humor, todo se nos olvida, chocamos el auto, nos enfermamos, si acaso podemos ver a los hijos, no conectamos emocionalmente con ellos, explotamos por que la mosca vuela… y sí, el zumbido de la mosca fue la gota que derramó el sistema nervioso. ¡Auxilio! Explotamos, todos salimos batidos y luego ya no sabemos cómo reparar el desastre. 

Dos, me he dado cuenta: el día que yo no estoy bien, mi hijo esta fatal. Se porta horrible, berrinches, luchas de poder, pleitos… y todo es mi culpa. Cuando me tomo el tiempo para estar bien, él está de maravilla. 

Y, hay más razones, pero una tercera es que somos ejemplos a seguir. Yo recuerdo que mi madre hacía su ejercicio en la casa, todos–todos los días. Lo hacía por su espalda. A mí, de alguna manera, me hizo sentir que yo también tenía derecho a cuidarme. 

¿Qué podemos hacer? Primero, lo básico: dormir bien, comer bien, etc. Segundo, lo que funcione para ti. Los HSP tenemos el cerebro similar pero en cuanto a actividades desaturantes. Existen actividades que para mí pueden ser una línea de vida y para otra madre HSP, simplemente no. También hay diferentes épocas. Hubo un tiempo en el que yo calmaba mi sistema nervioso golpeando. Literal. Tenía mis guantes de box, mis vendas y mi costal. En mi habitación, con el equipo de sonido a TODO volumen, le daba durísimo hasta quedar tranquilita. Esa fue la época más difícil de mi vida. En otras he bailado, cantado, caminado, corrido, llorado, tomado baños calientes, pintado cuadros y cuartos, escrito un diario, he ido a distintos tipos de terapias, he practicado yoga y meditación. También hay días en que prefiero una cosa que otra. En otras ocasiones también me tengo que adaptar: cuando ya todos están dormidos, no puedo volar las bocinas con un buen rock. El escribir funciona porque acomoda las ideas. El bailar, no acomoda nada, pero al ser terapia física sacudes, liberas y cambias la energía corporal. 

En realidad la actividad no importa tanto como el resultado. Cómo te sientes después de hacerlo. Esta actividad sanadora, tal vez la haz hecho toda tu vida intuitivamente. Nuestros cuerpos son sumamente sabios. Confiemos en eso. Y si no, pues búscala hasta que la encuentres. ¡Diviértete en el proceso! ¿Cuál es el objetivo? Desahogar al sistema nervioso. Calmar la mente. Te voy a decir que NO funciona: ver televisión, entrar en el internet, (ni redes sociales), oír noticias… ¿ves por donde voy? Todas esas cosas “relajantes”, aunque estás sentada o acostada, en realidad estimulan más el sistema nervioso. El sonido, las imágenes y las tramas son como un mosquito latoso en medio de la noche para tu cerebro HS. 

Elaine Aron dice que debes apagar cualquier aparato electrónico y pantallas (I-pad y celular incluidos) cuatro horas antes de dormir. Para nosotros tomar el tiempo para hacer –lo que te funcione- no es opción. La administración de tu tiempo libre es crucial. Cambiar tu vida alrededor de tu rasgo es básico. La sobresaturación es Real. No es algo “psicológico”. No se va a ir porque así lo desees o porque los demás te llaman “loca” o “exagerada”. Es un hecho y hay que atenderlo. O mejor dicho, atenderte. ¿Porqué? Por que si tu estás mal, tus hijos están mal. Si, suena contra intuitivo, pero así es. Primero tu respirador y después el de tus hijos, ¿recuerdas? Primero tu salida de escape –antes de que la olla express explote– y luego lo demás. Cuando tienes bebesitos encontrar este tiempo es súper súper, suuuuuper difícil. Yo no tenía quién me ayudara. ¿Qué hice? Durante su siesta. Si no caía desmayada yo también, que solía suceder, durante ese ratito, me ponía a liberar mi sistema nervioso. Cuando van al cole es un poco más sencillo. Si trabajas puedes hacerlo antes de ir a dormir. Vas a dormir mejor, garantizado. En una frase sencilla: Para las madres (o padres) HSP es necesario hacernos caso, escucharnos, liberar al sistema nervioso y sanarnos. Elaine Aron, en su libro The Highly Sensitive Person, escribe una serie de consejos para mejorar nuestra vida como HSP. Y también en su libro The Highly Sensitive Child habla de las ventajas de ser madre (o padre) HSP que publicaré en otra ocasión.

El auto-cuidado es crucial. ¡Cuidate!

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