La Casa de mis papás era perfecta. La mía, definitivamente, no.

Tal vez recuerdo mal, pero la casa en la que crecí era 100% orden. Había un lugar para todo. La sala y el comedor siempre tenía la decoración perfecta. Las llaves del coche siempre iban adentro del mismo cajón. Las camas siempre estaban hechas, la comida también. Y mi mamá siempre sentada, sonriente.

En cambio yooooo…. ¡auxilio! En mi casa hay juguetes por todas partes, no tirados, sino como “decoración”. Las llaves se pierden, si solitas, todo el tiempo. La comida seguido se me quema y yo, bueno, no siempre junto la energía para sonreír. No soy perfecta, para nada.

Mi casa me estresa. Todo me estresa.

¿En qué pierdo tanto tiempo?

En jugar con mi hijo. Mi mamá nunca jugó conmigo.

En trabajar. Mi mamá tampoco trabajaba.

En cocinar, –con lo que me choca– Mi mamá tampoco cocinaba.

En choferear. Mi mamá tampoco nos llevaba, ni a la escuela ni a las clases de ballet.

Además mi papá era ordenado. Y mi esposo… no. Nada. Ni un poquito.

Mi hermano y yo podíamos hacer lo que quisiéramos en nuestras habitaciones. El resto de la casa era intocable. En cambio mi hijo no esta confinado a un solo espacio.

Eran otras épocas, mi mamá sufría mucho de su espalda y necesitaba ayuda. Mi esposo y mi hijo si cooperan, pero poco. Y, yo he tomado mis propias decisiones. Me queda claro.

Pero algo en la parte inconsciente de mi cabeza, se sigue comparando. Y lo peor, me sigo exigiendo ese nivel de orden, control y pulcritud. 

Es esa niña chiquita que sigue queriendo darle gusto a sus papás. Me imagino.

Es esa Persona Altamente Sensible que necesita orden para poder pensar. Supongo.

Es esa madre que, de alguna forma, quiere tener lo que, de momento no es posible.

Bien dicen que “Si puedes tener todo lo que deseas, solo que no al mismo tiempo.” Tal vez yo me acuerdo de la casa de mis papás cuando mi hermano y yo ya éramos grandes. Tal vez la casa de mis papás era un desastre igual cuando éramos niños.

Tal vez…

Finalmente no importa. 

Lo que importa es quitarme esa presión que querer lograr lo que no me es posible, no al menos de momento. No me da el tiempo. Sé muy bien donde están las pijamas, la comida y mi computadora. ¿Necesito algo más?

Creo que no.

También es una realidad que siempre me esta viendo dando vueltas tratando de levantar, acomodar y limpiar. Así que espero que algo de eso se le quede. 

También es una realidad que le pido su ayuda y de alguna manera, esta aprendiendo a hacerlo.

Recordando que la crianza es una inversión a largo tiempo… quiero pensar que el orden y la limpieza también es una inversión a largo plazo.

Lo que sí estoy segura es que este hijo mío algún día va a crecer. Sus juguetes y su tiradero es algo que voy a extrañar horrores. Así que, aunque de momento me moleste, sé que solo es temporal.

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