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El viejo indecente. Zaragoza.

Salía de casa hecho un pincel en busca de reserva para tres. Así que me aparecí en un restorán que había visitado previamente con mi pareja. (con dramáticos resultados, por cierto). Un día tempestuoso de primavera, con la cabeza hecha mistos y la sonrisa puesta.

En esto que, tras acreditar mesa para tres, me pido un vino blanco. Llamó a mi madre, -se tratra de celebrar su cumpleaños- y le digo que ya está, que en un cuarto de hora se pasen. No me he levantado muy católico pero parece que las cosas van saliendo.

Llegan el resto de comensales y nos bajan al sótano; sí, para los no fumadores la mazmorra. Ya empieza el camino a torcerse. Que si esto no puedo, que esto tal, mi madre empieza a ponerme un poquito nervioso. Pero es su cumpleaños y la familia... Hasta que, en acabando los tagliatelle al pesto, descubro una ancha sonrisa en la cara de mi madre.

-Te has manchado

Vaya, pues tiene razón, llevo dos luceros del alba en la pechera. Nada, estas cosas pasan. Los tagliatelle estaban un poco insípidos, aunque el detalle de la hoja gigante de albahaca me gustó. ¿Donde la cultivan?¿En Sumatra? Pensaba que era para que el plato no se enfriase.

Llegamos al segundo plato. Miro de reojo los escalopines de pollo del abuelo, parecen apetitosos. Yo he pedido un solomillo de cerdo en salsa azul,correcto. Tan correcto que no puedo decir nada de él, vino y se fue, sin nada que aportar. Mi madre parece disfrutar con las chuletas de cordero pero, tiene razón, las patatas están frías.

Y asi llegamos al postre, sendas manzanas asadas con queso para mis acompañantes y surtido de rodajitas de melón para múa. La manzana bien, el melón pues...también.

Cafeses. Pienso: nada, un cortado y salvados, no ha estado tan mal. En ese mismo intante observo como el azucarillo se introduce en el vasito y desborda el contenido. Pues vale, gracias a Dios no me lo he tirado por encima.

Al menos mi madre ha disfrutado, está haciendo señales a un niño de nueve meses en la mesa de al lado al que yo habría echado al menos siete años. Casi anda y sospecho que ya sabe multiplicar. Un tío con futuro. Mi madre le hace unas carantoñas.

Tras abonar la cuenta, ya en la calle, el aire frío nos decide a coger un taxi. Pero...no he pagado el vino. Vuelvo y se lo recuerdo a la camarera, que al devolver los cambios me dice: "que honrado eres". Pues se agradece y se invita, lista.

Pues eso. El restaurante está en la calle Fernado de Aragón. No me hagáis caso y probadlo un día entre semana. No he comentado la decoración. No preguntéis.

Un fort abraç. Jack Lo.



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