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Homosexualidad y preservación de la especie

Es comprensible que todavía existan ideas acerca de que la homosexualidad sea una enfermedad. El límite es el 'sentido común', que nos dice que es 'anormal' el homosexual porque en esencia su acto copulativo no busca perpetuar la especie sino únicamente el placer. Pero debemos superar el sentido común (¡que es común, corriente y ordinario! Su mismo nombre lo describe) para develar un verdadero problema.

Si, para efectos de la sexualidad, comparamos biológicamente al Ser Humano con los animales, definitivamente, los homosexuales no perpetúan la especie en su acto sexual; por lo tanto, serán anormales (desde ese punto de vista). Pero ciertamente la sexualidad del ser humano es muy distinta a la de las demás especies animales, dado que se le añade el componente psicológico. Por lo tanto no podemos decir que copulamos únicamente para perpetuar la especie, porque no es así. Copulamos por placer. Luego la prole no se da de forma consecutiva al primer acto sexual. Normalmente hay que estar enamorado del progenitor/a. Y quizás en el camino esta relación de enamoramiento se estropea, y hay que volver a empezar el asunto. Por lo tanto la manera de llevar a cabo nuestro rol sexual no es la misma que el de las demás especies animales. No es únicamente biológica sino biológica-psicológica. O sea, que no es prudente comparar al ser humano (y con él a sus abundantes posibilidades de ser, mientras que el animal será siempre el mismo) con los animales. Aunque sea el ser humano también una especie animal.

Homosexuales y heterosexuales gozan de la cópula por igual. No desean tener hijos en cada acto sexual. Además, el deseo por la descendencia no discrimina género. Se presenta en el ser humano como anhelo universal de la vida. 'Lamentablemente' los homosexuales no están en condiciones de concebir y a la vez llevar una relación amorosa. Pero olvidábamos que la sexualidad en el hombre es distinta y tiene posibilidades de modificar su entorno. Así (a diferencia del animal) el ser humano puede adoptar a otro ser humano huérfano y criarlo. Pero nos topamos aquí con el terreno moral (digno de un artículo aparte) que no admite la adopción de niños por parte de homosexuales. Está claro que hay países en los que sí se permite. Pero digamos que el gran colectivo mundial está en desacuerdo.

En conclusión, el homosexual está realmente en condiciones de 'procrear', es decir, de criar un niño por medio de la adopción, aunque con 'procrear' me refería precisamente a la fecundación artificial. Estas posibilidades son propias de la especie humana, pero chocan contra la moral de la cultura que en ocasiones restringe, justificadamente, ciertos aspectos de la vida. Ahora ¿es justa la justificación que prohíbe la adopción o la crianza de menores por parte de homosexuales?


Es algo que merece la pena pensarse.


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