En crisis orgánica, profundamente empobrecida y secuestrada por un neo-régimen gansteril -o quizá, no sin cierta premeditación, a consecuencia de todo ello-, no parece tener límites gaseosos. Flatus vocis, dirían los latinos. Lo cierto es que los “numeritos” y “sondeos de opinión”, siempre acompañados de las inefables interpretaciones tautológicas de los pitonisos de rigor