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Capítulo 14: Rational response squad



El aeropuerto Jorge Chávez en Lima, siempre se caracterizó por mantener una actividad continua, independientemente de la hora del día o de la noche, era imposible entrar en él y no cruzarse con un ambiente comercial y cosmopolita. Había puntos de reunión por donde se vea, cafeterías, restaurantes, tiendas, una pequeña capilla e incluso había un hotel en el exterior. Diana Bonilla y Emilio Sandoval salían de la mesa de registro de su vuelo a Francia, primera de sus escalas Hacia Cachemira, con una indumentaria muy abrigadora, él llevaba una chamarra gris de grandes dimensiones acompañado de un pantalón azul oscura, mientras que la chica llevaba un saco delgado de color negro con diseños de metal en los hombros, una blusa blanca, pantalón oscuro y bufanda roja, junto con unas grandes gafas de color negro.
-¿Te preocupa algo?- preguntó la chica mientras guardaba su boleto de avión y pasaporte en su bolso.
-Pensaba… en lo que Salvador nos dijo antes de despedirnos… - respondió Emilio, con la vista perdida.
Habían pasado casi dos horas desde que tuvieron la última conversación con el enviado en la sala de Diana, y aun recordaba sus palabras: “Allí los espera alguien que es como yo, pero no exactamente igual a mí, es una persona un poco complicada y no está de buen humor… así que téngale algo de paciencia… está allí para ayudarlos.” Emilio hubiera deseado que Salvador estuviera allí, pero el señor Martín insistió en reposo absoluto mientras que trataba de encontrar la forma de curar sus quemaduras de forma definitiva, pero por alguna razón el joven sentía miedo por quien sea que vayan a encontrar al otro lado del mundo.
-No te preocupes, sea quien sea que nos encontremos allí está de nuestro lado, ¿No es así?... Otra sería la situación si a quien nos cruzamos fuera a Carla Moon Haya.- dijo su amiga con un tono tranquilizador, al tiempo que le daba una palmada en el hombro y avanzaba hacia la puerta de embarque.
En otro lugar del mundo mucho más al norte, en el estado de New Jersey el “MetLife Stadium” está copado casi a la totalidad de su capacidad de alrededor de 82 mil Personas, ubicado en el ciudad de East Rutherford, no es usual que este rodeado de tantos autos, salvo que se vaya a jugar un partido de gran trascendencia en el país. Esta vez no se espera ver a dos equipos competir, la gente de varios estados, e incluso de países cercanos se ha reunido allí para escuchar a una sola persona. Por los alrededores se pueden ver pancartas y banderolas con símbolos que se asemejan a insignias de policías que tiene escrito sobre ellas “Rational response squad”.
En un espacio del aparcamiento, alejado de la puertas principales se podía ver un coche negro que pasaría desapercibido a simple vista, pero un observador minucioso, podría distinguir los vidrios antibalas y el material blindado del vehículo. Además se encontraba rodeado por siete unidades de transporte de similar material pero diferente modelo y color. En su interior James Burt, luciendo un impecable traje gris y corbata azul le preguntaba a Carla:
-¿Cuál es tu plan?
-Creo que dejaré las cosas lo más simple posible.- dijo la chica mostrando una sonrisa, mientras jugueteaba con la punta de su cabello.- dejaré que exponga su punto de vista y luego de ello yo simplemente le haré ver que tiene que replantear su postura, es todo. ¿Están todas las cámaras en posición?
-Si… tal y como lo solicitaste. El evento será transmitido por la red desde que inicie y además la totalidad de los agentes de seguridad que están aquí trabajan para nosotros, no tendrás ningún problema para moverte libremente.
Al oír esto, un extraño brillo de entusiasmo se pudo ver en la mirada de la chica, pasó su lengua por su labio superior, sonriendo como si estuviera a punto de comer un delicioso postre y exclamó:
-Pues bien, que empiece la función.

En el interior del “MetLife Stadium” las personas que habían acudido ese día estaba ordenadamente sentadas murmurando entre sí, había jóvenes, adultos y ancianos, personas de todas las etnias se podían distinguir entre los asistentes. La mayoría iba vestido con ropa muy elegante, incluso trajes de seda que a la vista se podía evidenciar que se trataba de prendas muy costosas, muchos se encontraban leyendo libros de temáticas ateas o relacionados a temas de la comunidad científica.
Se habían colocado pantallas adicionales por todo el estadio para que las personas puedan ver con facilidad el evento que estaba a punto de dar inicio, la mayoría de bancas eran de color gris claro. Dado que era cerca de medio día el sol iluminaba todo el campo en cuyo centro se había preparado un andamio de madera que cubría casi la quinta parte de toda la superficie del mismo, en la parte delantera se podía ver un podio con el símbolo del “Rational response squad” y en la zona de atrás una pantalla de televisión gigante con la misma imagen. Delante de esta estructura y aun en el área del terreno de juego se habían colocado unas 50 filas de sillas etiquetadas con nombres, espacios reservados para los invitados especiales y personas de mayor jerarquía en la organización.
Caminando hacia el podio, vestido con un traje blanco, camisa gris y corbata roja, con un peinado elegante hacia atrás el físico Robert Down se acercaba al micrófono del podio para iniciar su discurso.
- Buenas tardes amigos y amigas.
Al momento de oír su voz las conversaciones y murmullos cesaron de forma inmediata, todos los presentes tenían un gran respeto por el experimentado profesional que estaba a punto de iniciar su mensaje. Los monitores de todo el estadio dejaron de transmitir el símbolo de la organización y pasar a enfocar el rostro del ponente.
- Ante todo quiero agradecer su asistencia. Sé que muchos de ustedes han tenido que cancelar citas o reuniones importantes que ya tenían programadas y algunos proyectos en los que se encontraban trabajando han tenido que detenerse porque ustedes como piezas fundamentales decidieron asistir a esta importante reunión. Por eso déjenme nuevamente reafirmar mi más profundo agradecimiento hacia ustedes.
El auditorio guardaba silencio absoluto, todos tenían sus ojos y oídos dirigidos hacia Robert Down, veían en él una luz de esperanza y guía sobra la situación tan bizarra por la que estaban pasando en estos momentos.
-Es de conocimiento general que en los últimos años hemos realizado importantes avances en nuestra causa, en la mayoría de escuelas ya no se inculca el creacionismo como un postulado realista, sino que es visto como un mito parte de nuestra historia antigua similar a las creencias de deidades griegas o egipcias, y la teoría conocida como “El diseño Inteligente” ha pasado al olvido, los grupos religiosos cada vez tienen menos injerencia sobre las decisiones de nuestra sociedad y la cantidad de libres pensadores que han decidido dar un paso adelante sobre creencias basadas en la fantasía van en aumento. Los dogmas que han atado a la humanidad y no solo lo han limitado nuestras forma de ver el universo por siglos sino que han ocasionado guerras y genocidios a través de las historia se han debilitado a un nivel que ya es cada vez más palpable la idea que estos pasen a formar parte de relatos de comunidades antiguas. Todo esto se logró con mucho esfuerzo por parte de muchos de nosotros, pero lastimosamente este gran avance, el cual se ha dado en beneficio de todos, se está viendo amenazado por una sola persona… creo que todos saben a quién me refiero.
En ese momento la pantalla de atrás del escenario deja de transmitir el discurso y pasa a mostrar una imagen de Carla Moon Haya. Y por primera vez desde que inició el discurso del Profesor Down se vuelven a escuchar murmullos. Robert, deja que estos se mantenga unos segundos sabe que hacer una pausa estratégica puede ser benéfico en este caso, para que sus oyentes intercambien algunas ideas, opiniones y comentarios, luego continúa:
- Esta mujer, cuya presencia no pasa desapercibida, no solo por su evidente belleza, sino porque se ha auto proclamado ser una criatura enviada por una entidad que solo existe en la imaginación de muchas personas de corto pensamiento. Esto no sería tan alarmante sino fuera por el hecho que nuestro propio presidente parece formar parte de todo este circo. James Burt, quien siempre se mostró muy cooperativo con nuestras ideas y propuestas no solo ya no responde nuestras llamadas, ni correos sino que también parece ser la mente que mueve las piezas de este teatro que se ha montado, que puede ser esto ¿sino una burla hacia nuestro grupo y sus ideales?
Los gritos no se hicieron esperar, la gente se estaba emocionando con la palabras de Robert Down, todos los que habían ido veían sus ideas reflejadas en el discurso del físico, el cual hizo una pausa más para verificar la aceptación que estaban teniendo sus palabras. Con una sonrisa de satisfacción continuó:
- Me complace ver, que no soy el único que se siente defraudado por este actuar de nuestro mandatario. Pero debemos actuar con cautela, ya que muchas personas parecen haber sido engañadas por lo que vieron hace pocos días en el “Saint Luke's Medical Center”, lo que como todos aquí deben saber no fue más que una escena bien preparada, por parte de las personas que están atrás de este engaño. Pero esto hace surgir varias preguntas ¿Qué pasó con los verdaderos pacientes? ¿Cómo los sacaron de allí? ¿Hacia dónde se les llevó? Había personas en estado muy grave ¿Qué tan arriesgado fue movilizarlas? Estimados amigos estamos ante un grupo de personas que no respetan la seguridad ni la vida de los enfermos. ¿Es que vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras todo este engaño gana más poder sobre nuestra población?
Robert Down volvió a hacer una pausa, esperando escuchar nuevos gritos y exaltaciones por parte de sus oyentes, Pero Esta Vez lo que escucho fueron solo murmullos y pudo ver la expresión de sorpresa en la mayor parte de su público. No podía oírles bien pero las personas que estaban en las primeras filas señalaban hacia un espacio en la parte de atrás del escenario. El físico completamente extrañado se giró para ver qué era lo que señalaban, casi se cae de la impresión, por lo que tuvo que sostenerse de una parte del podio al ver a Carla Moon Haya sobre el escenario detrás de él, a solo unos 3 metros, tenía un micrófono inalámbrico lo que le permitía que todos en el estadio la escucharan.
- Buenas tardes profesor Robert Down, es todo un gusto conocerlo. – Dijo la chica con una tranquila sonrisa – estoy aquí porque quiero ayudarlo, sé que está hablando de mí y me parece que mi presencia aquí sería de mucha ayuda para determinar qué tan lejos o cerca está usted de la realidad.
El físico no sabía que pensar, muchas preguntas pasaron por su cabeza al mismo tiempo ¿Cómo le hizo para pasar la seguridad sin llamar la atención? ¿Realmente esta chica sabía dónde se había metido? ¿Cuál era su intención al presentarse frente al grupo ateo más importante del mundo? La joven comenzó a caminar de forma tranquila hacia el podio y comenzó a hablar:
-Parece que el ratón le comió la lengua profesor, no esperaba que mi presencia aquí le causara tal impresión.
-Tu… - comenzó a responder Robert Down de forma insegura- ¿Cómo has logrado pasar? ¿Es que vienes a mostrar otro de tus trucos de magia?
Carla mostró una sonrisa que hacía notar un poco de malicia en su expresión y le explicó:
- Tenía razón al decir que James Burt me estaba apoyando, todo el cuerpo de seguridad que resguarda esta convención trabaja para la casa blanca… y sobre trucos de magia pues yo no creo que esa sea la forma más apropiada para referirse a los milagros, pero si tenía preparado algo para esta ocasión.
La joven se flexionó las piernas y colocó las palmas de las manos contra el piso, en solo unos segundos las puerta metálicas del estadio se cerraron de forma violenta,  y ante la mirada atónita de todos estas se deformaron y se sellaron formando en las uniones la imagen de un ángel con la mirada perdida,  las alas extendidas y los brazos abiertos con las palmas hacia arriba.
Carla se puso de pie nuevamente, dio una mirada a toda la multitud a su alrededor y, utilizando una estrategia similar a la de Robert Down, les dio unos minutos para que asimilen lo que estaba pasando. Se sintió satisfecha al ver solo rostros de desconcierto, estupefacción y miedo. Por lo que se dirigió a ellos, con una voz con un tono calmado:
- Alégrense pues afortunados son, ustedes que abandonaron por completo la fe y confianza en su creador, ahora tienen una oportunidad de redimirse y alcanzar el perdón por la decisión que tomaron al negar la existencia de un ser superior. Yo he venido con la misión de llevarlos por el camino adecuado, el de la luz y la prosperidad, quién crea en mí y esté dispuesto a seguirme y dar la vida por mí, solo tiene que arrodillarse y jurarme lealtad ante todo. Lo demás, su familia, amigos, trabajo, dinero pasará a un segundo plano una vez que hayan decidido…
-¡Silencio! – Interrumpió de forma enérgica Robert Down -  Todo esto que estás hablando no es más que basura, ¿De verdad esperas que alguien acá crea algo de lo que has dicho solo porque te las ingeniaste para cambiar las puertas del estadio de alguna forma? Si todo el cuerpo de seguridad está bajo tu control, no es tan difícil que tengas otro grupo de personas que te esté ayudando con esta broma de mal gusto.
Ante esta interrupción tan desagradable Carla miró al físico con una expresión de despreció no le agradaba que la haya interrumpido mientras hablaba y menos aún su obstinación, por lo que pensó que debía tomar medidas más radicales pero efectivas.
- Profesor realmente está usted ciegamente apegado a sus ideas, eso es admirable pero existen momentos en los que una persona debe simplemente aceptar que se ha equivocado.
Levanto su mano derecha y ante la mirada de desconcierto de todos los presentes esta fue rodeada por una flama de color negro, la cual no le hacía daño alguno. Nuevamente volvió a flexionar las piernas pero esta vez solo colocó en el piso su mano derecha de la cual surgieron múltiples delgadas líneas de fuego oscuro que como serpientes se trasladaron en todas las direcciones desde el estrado, pasando por entre las bancas y las personas sin tocarlas, hasta las puertas que habían sido selladas hace solo unos segundos.
Al llegar a su objetivo las flamas se esparcieron por las figuras angelicales derritiéndolas de una forma grotesca y finalmente lo único que quedó de estas estructuras fue una masa de metal calcinado. Carla se levantó y al hacerlo el fuego del infierno desapareció por completo. Nadie en todo ese tiempo se atrevió siquiera acercar su mano a las flamas.
- Bueno… ¿esto le pareció suficiente? ¿O prefiere probar mi “truco de magia” en su propio cuerpo?
Robert Down, no podía responder. Su mente buscaba una explicación lógica y científica para el extraño fenómeno que acababa de atestiguar, pólvora escondida, gasolina o alguna sustancia inflamable preparada con anterioridad sobre el piso del estadio, guantes inmunes al fuego, químicos que produzcan una combustión de ese color tan extraño, pero nada le parecía lo suficientemente creíble para tranquilizarlo. Giró su cabeza para ver a la audiencia la cual tenía la misma mirada de asombro en sus rostros, y algunos lo observaban con la esperanza de que les pueda explicar de forma adecuada que era lo que había pasado. Pero el físico no tenía una respuesta para esta situación tan bizarra.
La joven comenzó a caminar hacia el asustado físico, el cual no podía moverse dado el estado de asombro en el que se encontraba. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca el uno del otro Carla lo tomó del cuello y lo alzó con una gran facilidad, en ese momento Robert Down reaccionó y trató de liberarse pero a los pocos segundo Carla lo lanzó contra las personas de las primeras filas en los asientos colocados en frente del escenario y volvió a hablar.
- Esta es su última oportunidad… arrodíllense ante mi… o lo siguiente que se derretiría en este lugar serán sus huesos.
Comenzó a observar a las personas comenzando por los de las primeras filas, donde Robert Down trataba de ponerse de pie con ayuda de las personas sobre las cuales cayó. Al verlos la chica  detuvo su mirada sobre ellos y puso una expresión amenazadora, que indicaba que estaba dispuesta a atacar de nuevo pero esta vez sería de una forma mucho más drástica. Esto fue suficiente para que los más asustados comenzaran a agacharse y arrodillarse, el miedo se esparcía por el estadio como un virus, entre más personas cedían a las exigencias de Carla menor era el poco valor que quedaba en los que aún tenían la intención de mantenerse de pie.
La chica vio con satisfacción que casi todas los que estaban en la parte baja se habían arrodillado, pero al alzar la vista en los asientos superiores muchos grupos de personas aún estaban de pie, los observó con detenimiento y ubicó a aquellos que parecían ser los que se veían más decididos a no obedecerla. Estaban en el ala derecha del edificio en el nivel más alto del estadio. Con una agilidad asombrosa la chica comenzó a correr hacia ellos a su camino con solo verla muchos de los que aún se mantenía de pie se pusieron de rodillas por el miedo generado por el instinto de supervivencia humano. En solo dos minutos llegó a la parte más alta de las gradas donde un grupo de unas 40 personas aún se mantenían de pie, entre ellos destacaba un hombre de color de piel cobrizo, pelo oscuro, con un gran bigote, vestía un traje de color azul oscuro algo descuidado y en su cintura tenía el estuche marrón de una pistola. Al verlo Carla le habló en tono tranquilo pero amenazador.
- Veo que tenemos a alguien que va a ser difícil de convencer acá. ¿Cuál es tu nombre?
El hombre acercó su mano derecha a su pistola y a pesar de que era notorio su nerviosismo respondió de la forma más segura que pudo:
- Gabriel Hernández, vengo de México, del distrito Federal. Allí existe una gran devoción por Dios en especial por la virgen de Guadalupe. Pero a mí eso siempre me pareció una forma de ganar dinero a costa del miedo de la personas.
- Pues no estás muy lejos de la verdad, muchos usan la religión como un medio para enriquecerse. Pero dime ¿qué es lo que hace que no te arrodilles ante mí? Creo que ya te di suficientes pruebas de que no soy una charlatana y de que esto no es una broma.
-Hace años decidí dejar de creer en Dios dado que como te dije más me parecía que se utilizaba la religión para lucrar que para algo verdaderamente positivo. Pero mis padres siempre fueron cristianos devotos y ellos inculcaron en mí su fe desde niño, no solo ellos sino la comunidad entera y si bien yo deje de creer hace mucho hay algo que siempre recordaré… el Dios en el que creían mis padres, el Dios que mi sociedad trató de hacerme creer en, era supuestamente un ser de amor. Una entidad que perdona los pecados de la gente y trataría de hacernos ir por el mejor camino.  Un ser así no podría haber enviado a una chiquilla engreída que…
Gabriel Hernández no pudo terminar la frase, en solo unos pocos segundo su cuello había sido aprisionado por Carla impidiéndole hablar, la chica sabía que esa forma de pensar del mexicano era demasiado peligrosa para que más personas la oigan y el riesgo aumentaba por el hecho de que todo lo que estaba pasando estaba siendo grabado. La chica miró fijamente a los ojos de su prisionero y unas flamas de color negro comenzaron a salir de la mano con la que agarraba el cuello del hombre, el cual solo pudo emitir un grito ahogado por dos segundos ya que al poco tiempo de él solo quedaba su esqueleto ennegrecido por las quemaduras, a los pocos segundos la chica lo lanzó con gran fuerza contra otro grupo de personas que aún se mantenían de pie. Con una expresión amenazadora y llena de furia, dijo:
- ¿Alguien más quiere que despeje sus dudas?
Al decir eso alzó un poco la mano con la que recientemente había calcinado a su víctima y dejó ver en ella una flama oscura de casi un metro de alto. Esta imagen se mostró en todas las pantallas del estadio por lo que todo aquél que aún se mantenía de pie se dejó vencer por el miedo y se puso de rodillas.
Carla al ver su victoria sobre la voluntad de la comunidad atea, mostró una sonrisa extraña que dejaba ver sus dientes, dirigió su vista hacia el piso  y con un tono tan bajo que nadie la escuchó, masculló:
-Todo, está saliendo de acuerdo a lo planeado.
A algunos Kilómetros de distancia, James Burt tiene la vista fija en un monitor donde se ve a una joven con una mano encendida con una flama oscura. El sudor corre por su frente y su espalda, ligeros temblores afligen su cuerpo y sus ojos están abiertos tanto como pueden, su expresión refleja más miedo que cualquier otra sensación, solo un pensamiento surca en estos momentos su cerebro:
-¿De… de verdad a esta mujer… la envió Dios?


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