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Capítulo 15: La tierra donde murió el cordero

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Era un día tranquilo en el aeropuerto de Charles De Gaulle en París, donde se encontraban Diana y Emilio. No había tanta congestión de personas como se solía ver, por lo que ambos jóvenes podían descansar tranquilos en un grupo de bancas aferrados a sus equipajes de mano. Habían pasado casi 18 horas en ese mismo lugar por la naturaleza de las escalas entre los vuelos que estaban obligados a hacer debido a que por la premura de la compra de los boletos no tuvieron mucho para elegir. Dado que ninguno de los dos sabía hablar en muy bien francés, pensaron que lo más prudente era alejarse lo menos posible del aeropuerto. El lugar tenía el piso de color blanco, carteles luminosos con indicaciones amarillas brillantes, pequeños negocios de recuerdos y comida, en frente de ellos había una familia compuesta de un padre, madre y tres pequeños niños que ninguno pasaba de los 10 años.
-¿Cuánto más falta para que abordemos?- preguntó Emilio con la cabeza hacia atrás observado el techo.
-Solo 30 minutos, te juro que si me lo vuelves a preguntar soy capaz de introducirte, de alguna forma, en tu propia maleta de mano.- respondió su amiga con algo de exasperación, el estar con la misma ropa más de un día entero la ponía muy nerviosa, su cabello usualmente perfectamente peinado se veía desordenado y descuidado lo que empeoraba su estado de ánimo.
Luego de pasado el tiempo señalado ambos jóvenes abordaron su siguiente avión, al tiempo que en un puesto de periódicos, un joven de piel morena colocaba una revista en la que aparecía en la primera plana el rostro sonriente de Carla Moon Haya en casi toda la portada y en la parte inferior derecha se podía ver a un doctor Robert Down con una expresión de asombro, las palabras “vaincu!” se podrían ver escritas debajo de él, pero los viajeros no se dieron cuenta de este detalle.
Aproximadamente 24 horas después y luego de realizar una escala adicional en el Indira Gandhi International Airport, Emilio Y Diana recogían su equipaje de la faja transportadora del aeropuerto Srinagar Airport en Cachemira, ambos se encontraban exhaustos, no habían podido descansar bien en los últimos 3 días y su aspecto era lamentable.
- Comienzo a pensar que quizás debí haber comprado un avión y yo misma pilotearlo y traernos desde Lima hasta aquí de forma directa. –Expresó Diana con un tono de aburrimiento, mientras que revisaba el estado de su equipaje.
-¿Comprar un avión? ¿Pilotearlo tú misma? ¿Estás hablando en serio? – Pregunto su compañero sorprendido, no era normal que su amiga diga ideas con falta de coherencia - ¿Te sientes bien?
Ella levantó la mirada, le sonrió y estiró la manija plegable de su maleta:
-No me hagas mucho caso Emilio, la falta de sueño, buen alimento y comodidades hacen que cualquier chica desvarié un poco, ¡Andando!
-¿Tienes idea de a dónde ir en primer lugar?- preguntó el chico al tiempo que la seguía jalando su propia maleta.
- A la tumba de Yuza Asaf, ese era el plan original ¿O es que el viaje hizo que lo olvidaras? –Preguntó Diana con tono sarcástico sin detener su camino.
-¡Claro que lo recuerdo! – Respondió Emilio enérgicamente – Pero… ¿acaso sabes cómo llegar?
- Tu tranquilo…
Luego de decir ello la chica se acercó a un módulo de atención al turista, en ella se encontraba una joven de unos 20 años de ojos claros y cabello oscuro, con un perfecto inglés Diana conversó durante algunos minutos con ella, al tiempo que veían un folleto turístico y hacían unos apuntes sobre ella.
Minutos después Emilio vio a su compañera acercarse a él con una gran sonrisa en los labios y esta le dijo:
- ¡He solucionado nuestro problema! Ya sé cómo legar a nuestro destino ¿No te sientes afortunado de tenerme cerca?
- Claro,-empezó a responder el joven y continuo con el mayor sarcasmo que su cansando ánimo le permitía- siempre necesito de alguien con un ego tan monumental que cada 15 minutos me recuera lo maravillosa que es y lo triste que sería el mundo si no fuera por ella.
Haciendo una mueca de disgusto la chica empujo a su amigo:
- ¡Avanza Emilio! – Gritó de forma autoritaria – Tu falta de caballerosidad es solo comparable con tu pereza que siempre he considerado debería catalogarse como conducta ilegal.
Ambos viajeros caminaron cargando sus pertenencias hacia una pequeña caseta de cambio de divisas donde pudieron conseguir monedas del país, finalmente salieron del aeropuerto, en las afueras tomaron un bus de color verde el cual por dentro tenia asientos muy cómodos de color marrón.
Cuatro horas después y luego de haber pasado por dos medios de transporte Emilio y Diana se encontraban frente a una estructura de color rojo, de aproximadamente cinco metros de altura, rodeada de una reja metálica verde muy oxidada. Con una expresión llena de escepticismo el chico dijo:
- Y bien… ¿Estas segura que estamos en el lugar correcto?
La chica tenía una mirada de preocupación y se mordía el labio inferior reflejando su incomodidad.
-¡Tiene que serlo! ¡No me pude haber equivocado! – Encendió su teléfono móvil – Confirmé la dirección en tres páginas diferentes, debe ser aquí… mira deja de ser tan desconfiado, entremos y busquemos la espada de una buena vez.
Emilio dio una última mirada de desconfianza a su amiga luego con un suspiro de resigno a avanzar ya que sabía que discutir no serviría de nada y comenzó a avanzar.
Habían avanzado solo unos pocos pasos cuando detrás de ellos se escuchó un gritó femenino que tenía todo el tono de un regaño:
- ¿REALMENTE ESPERAN ENTRAR A PLENA LUZ DEL DÍA?... Jamás pensé que Salvador enviaría en su lugar a dos niños tan descuidados.
A Emilio se le paró el corazón, sintió una gota de frio sudor recorrerle una cien, el hermoso rostro de Carla Moon Haya se dibujó en su mente, lentamente y casi temblando de miedo giró su cuerpo, el alma que sentía se le había ido del cuerpo regresó al ver a una persona totalmente diferente detrás de ellos. Una joven de cabellos dorados, piel blanca como la nieve, labios gruesos y rosados los observaba con los brazos cruzados y una mirada de reproche, como la de una maestra decepcionada de sus alumnos que no han aprendido nada en toda la clase. Su vestimenta desentonaba por completo de la del resto de habitantes de Cachemira, zapatillas de correr blancas, una falda marrón muy corta y una blusa blanca muy pegada que hacía notar que su cuerpo no tenía nada que envidiarles a las mejores modelos de revistas. Dejó caer sus manos y comenzó a caminar hacia a ellos, mientras decía:
- ¿Emilio? ¿No es así? – Hizo una mueca de incomodidad y continuó – Por lo que veo Salvador no invirtió mucho tiempo en elegir a la primera persona a la que se presentaría en el mundo humano…
Cuando estaba a solo unos cincuenta centímetros de llegar al chico, Diana de una forma ágil para estar cargando más de 20 kilos de peso de equipaje, se interpuso entre ambos y de forma desafiante dijo:
- Por lo que veo tenemos acá a una persona que le gusta regañar primero, decir su nombre después.
La desconocida le dirigió una mirada de desconfianza a Diana y luego de un par de segundos respondió:
- Mi nombre es algo que no necesitas saber, pero si necesitas dirigirte a mi puedes hacerlo por mi designación clave: “Gen X”… y tu ¿Quién eres? ¿Su ángel de la guarda?
Al oír esto la chica retrocedió un poco y dio un paso hacia atrás y se mostró menos desafiante:
-¿Lo dices por mi belleza? – Respondió con un tono con una pizca de malicia – pues gracias, pero no, solo soy una chica con más cerebro que este inútil –mientras decía esto señalaba a Emilio con un giro en la cabeza.
-¡Hey! – Se exaltó el chico - ¿Es que te mataría tratarme bien para variar?
-No lo sé, pero no pretendo averiguarlo.
Gen X dio un suspiro de resignación, dio media vuelta y comenzó a caminar.
-¡Síganme!-ordenó la recién llegada.
Emilio no se movió y miró a su amiga con preocupación.
-Crees.. ¿Crees que podemos confiar en esta tal… “Gen X”?
Diana se acomodó un poco la ropa y con mucha tranquilidad respondió:
-Pudo habernos matado si lo hubiera querido… estuvo detrás de nosotros ¿recuerdas? –hizo una pausa y giro para mirar a la chica que se alejaba – creo que al menos por ahora debemos de confiar en ella, me avergüenza decirlo pero tampoco tenía un plan decente para sacar la espada de aquí.
Ambos jóvenes siguieron a Gen X por las calles de Cachemira, era difícil pasar desapercibidos ya que la ropa que llevaban puesta era muy diferente a la del común de la sociedad India, algunos hombres jóvenes giraban al verlas y les decían palabras que no podían entender, pero que tampoco eran de su interés. Luego de una camita de unos cuarenta minutos llegaron a una pequeña casa de un solo piso, cuyas paredes se encontraban resquebrajadas por el paso del tiempo, se podían ver no solo capas de pinturas cayendo, sino también parte del cemento desprendiéndose.
La puerta de madera parecía que se podría caer con solo empujarla, Gen X se acercó a ella y dio tres golpes muy rápidos espero dos segundos y dio dos golpes más despacio y se alejó un paso. La puerta se abrió y en el interior se encontraba un hombre anciano de unos setenta años, quizás más,  pasó su vista la joven que tenía en frente y luego por los otros dos chicos cargando equipajes, finalmente les hizo una seña para que ingresaran.
Gen X se adelantó al interior de la residencia, seguida por Emilio y detrás de él Diana quien cerró la puerta a su paso. El interior de la casa era de decoración simple algunas telas en las paredes de diversos colores y una alfombra de color morado con detalles dorados cubría todo el piso, en ella estaba sentado con las piernas cruzadas el anciano que les abrió.
- Su nombre es Vikas Agrawal – Dijo Gen X  mientras se sentaba al costado del anfitrión – cuidó de la tumba por casi cincuenta años hasta que fue invitado a jubilarse hace poco más de un año, él nos ayudará a ingresar sin levantar sospechas innecesarias en la comunidad.
Diana dejaba ordenadamente su equipaje en un espacio vacío, en el interior de la casa. Se quitó su chaqueta y se dirigió a sentarse junto a los otros dos.
-¡Excelente! –dijo con una sonrisa al momento que se sentaba al otro lado de Vikas – ¿hablas inglés o Español?
-Muy poco de inglés y casi no escucha, afortunadamente para ustedes tuve tiempo suficiente para obtener toda la información que necesitamos para poder ingresar a la tumba.
Emilio dejó sus pertenecías al costado de las de Diana y se acercó al grupo, sentándose frente a Vikas y diciendo:
-¿Entonces cuál sería el plan?
-No es nada del otro mundo -comenzó Gen X- a las tres de la mañana los alrededores de la tumba están completamente vacíos, y desde la salida de Vikas no ha habido nadie que ocupara su puesto, después de todo, esta comunidad es muy respetuosa de ese lugar y además no hay nada precisamente valioso en su interior… o al menos eso es lo que todo mundo piensa.
-¿Y cómo ingresaremos?-Pregunto Diana.
Gen X giró hacia Vikas y le dijo unas palabras en un idioma que eran incomprensible para los otros dos. Al escucharlas este saco del interior de su ropa un pequeño manojo de unas diez llaves pequeñas pero diferentes entre sí y se las entregó a la chica.
-Con esto – respondió la chica al momento que mostraba el manojo e indicaba el uso de algunas llaves – una abre la reja del exterior, otra el candado de la misma, la de cobertura negra y más larga es para entrar al edificio y la más pequeña de toda abre la estructura de cristal que protege la tumba. No dejaremos rastro de nuestro paso por el lugar.
-Por lo visto tienes todo bajo control- manifestó Emilio, el cual se sentía cada vez más tranquilo.
-Por supuesto, tuve tiempo suficiente para planificarlo todo y evitar que se comentan actos tan imprudentes como irrumpir en la tumba a plena luz del día.- Dijo esto mientras miraba a Diana con desconfianza y se ponía de pie.- Bueno creo que tenemos tiempo más que suficiente para que coman algo se cambien de ropa y se den un buen baño, ya que realmente lo que más llama la atención no son sus ropas occidentales sino su evidente falta de limpieza.
-Me imagino que si tú hubieras estado cerca de 5 días sin poder acceder a una ducha decente seguro mantendrías una imagen tan impecable como tu actitud – respondió Diana, evidentemente ofendida, al tiempo que también se ponía de pie.
Gen X dio unos pasos hacia ella y mirándola directamente a los ojos y con un tono desafiante, le dijo:
-Yo no debería estar aquí, si lo estoy es porque el inútil de Salvador fue a enfrentar a Carla sin un plan decente – con una pizca de malicia en el tono de voz agregó – ¿Quién le habrá sugerido tan genial idea?
-¡Ya basta! – Dijo Emilio al tiempo que también se ponía de pie – Estamos todos del mismo lado y todos queremos lo mismo ¿No es así? No vale la pena que nos culpemos unos a otros por la situación que estamos pasando.
Vikas, que fue el último en levantarse, comenzó a alejarse del trio y se dirigió al interior de la casa.
-Hay una ducha decente en el baño en la esquina de derecha de la casa – Dijo Gen X, al tiempo que comenzaba a alejarse- pueden utilizarla, mientras Vikas y yo les conseguiremos ropas menos llamativas.
Durante las siguientes horas Diana y Emilio aprovecharon el tiempo para reponer energías durmiendo un poco y comiendo muestras de la gastronomía India que Vikas les preparó. A las 2 de la mañana estaban listos para partir, los tres vestían ropas típicas del lugar y con tonos oscuros que ayudaría a que sean menos visibles, salieron de la casa con Gen X a la cabeza y comenzaron a caminar hacia la tumba.
-Hay una cosa que no entiendo- comenzó a hablar Diana.
-Me sorprendería que sea solo una – interrumpió Gen X.
Tratando de aparentar lo mejor posible que no había escuchado ese comentario la chica prosiguió:
-¿Por qué Vikas está tan solicito a ayudarnos?
-Bueno, es muy fácil que una persona religiosa te ayude cuando te apareces dos noches seguidas en sus sueños indicándoles que tiene una misión muy importante en este mundo y luego de eso te apareces en la puerta de su casa.- Respondió la otra chica con total tranquilidad.
-¿Estás diciendo que usaste el mismo método que se usó con José el padre de Jesús?- Pregunto Emilio muy sorprendido.
-Y con Ananías que curó de la ceguera a Saulo de Tarso, si algo da buenos resultados más de una vez ¿Por qué no mantener el método?
-Muy buena idea- Admitió Diana.
Gen X le devolvió una sonrisa de autosuficiencia. Luego de una camita por las oscuras y desocupadas calles de Cachemira los tres estaban frente a la tumba de Yuza Asaf, no se podía ver a nadie cerca, luego tal y como lo había conversado previamente usaron las llaves que les entrego Vikas para ingresar a la cámara de la tumba.
El interior había una gran estructura de color verde cuadrada, las paredes eran del mismo color, Emilio se percató de unas huellas de pies grabadas en la parte delantera de la tumba:
-¿Estas huellas son de Yuza Asaf?
-Si – respondió Gen X al tiempo que abría el interior de la recámara – Si lo ves bien incluso puedes ver las marcas de los clavos.
A pesar de que el joven quería contemplar un poco más las huellas tuvo que avanzar ya 1que sus compañeras ya estaban en el interior, luego de guardar las llaves en sus ropa, la joven abrió una compuerta hacía una bóveda inferior y dijo:
-Debemos bajar, la espada está dentro del ataúd.
Los tres jóvenes fuero a través de la compuerta y se encontraron con una caja dorada del tamaño de una persona, Emilio al verlo se puso algo nervioso pero Gen X empujó la tapa en la parte superior y la hizo caer con un sonido seco, a pesar de la poca luz que llegaba a esa zona se podía distinguir una herramienta de forma extraña de más de un metro de largo, era una espada pero en los bordes de la hoja tenía unos especies de dientes que en costado apuntaban hacia arriba y el otro hacía abajo.
- Bueno, que estás esperando, ¡tómala de una vez! –Indicó Gen x, con los brazos cruzados y un gesto de mal humor.- Si yo la tocó desapareceré instantáneamente.
Emilio no sabía qué hacer y decir, giró para ver a Diana y esta le dijó:
-¿No esperaras que la tome yo verdad? – Dijo de forma impaciente – Puedo romperme una uña y ya he afectado mucho mi imagen en estos días, compórtate como hombre para variar, verás que no duele.
Visiblemente ofendido el chico avanzó unos pasos hacia el ataúd y con mucha precaución tomó la espada, se sorprendió que a pesar de su tamaño, no sintiera que pesara más que un tenedor.
-Envuélvela con esto. – Gen X le acercó una manta de color gris – En el aeropuerto no te preocupes mucho por ella ya que no se puede ser detectada ni por un scanner de metales o rayos x.
Luego de que Emilio envolviera completamente la espada, salieron de la tumba. Por alguna razón tenía el presentimiento de que en el exterior Carla los estaría esperando, se tranquilizó al ver que estaba equivocado, durante el camino de regreso casi nadie habló, tenían mayor precaución dado que lo último que necesitaban es que alguien los vea cargando la espada y el pueblo entere se entere.
Al entrar en la casa de Vikas, el trió se sintió mucho más tranquilo. El anciano les tenía preparado un poco de té y algunos bocaditos, los cuales comieron con gusto, para luego caer en un profundo sueño.
A la mañana siguiente Diana y Emilio se despidieron de Vikas y agradecieron su hospitalidad, el como respuesta les dio una sonrisa y una reverencia.
- Gen X… ¿vendrás con nosotros? - Preguntó el chico.
Luego de dar un suspiro de aburrimiento respondió:
-No, debo de regresar… allá arriba… mi tiempo es algo limitado.- Tomando un tono más serio miró a Emilio a los ojos y le dijo- Pero ten por seguro que nos volveremos a  ver así que cuida esa espada.
EL chico se despidió y dio media vuelta, solo esperaba que la próxima vez que vea a Gen X esté de mucho mejor humor, pero sentía que estaba pidiendo demasiado.


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