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Capítulo 20: Dios Salve a la reina



Era una calurosa mañana en la casa de Diana, la Chica estaba sentada en su sala en su sillón favorito revisando unos pasaportes y documentos que tenía en una pequeña mesa frente a Ella, a su costado e incómodamente cerca Erwin Quiroz la observaba con una mirada algo perturbadora:
-Y bien ¿qué te parecen preciosa? ¿No es un trabajo de primera calidad?
La joven no despegaba la mirada de los documentos que tenía en frente y observaba cada detalle para estar segura que no había ninguna falla.
-Debo decir que tu trabajo es la contraparte perfecta a tu apariencia… libre de defectos.
EL chico emitió una pequeña carcajada y añadió:
-Gracias por el cumplido y has olvidado el detalle que he podido atender tu pedido en lo que se podría decir un tiempo record, no podrás negar que por una belleza como tú siempre me he esforzado en complacerte.
-Bueno… - respondió la chica emitiendo un pequeño suspiro – El hecho que me hayas cobrado diez veces el precio normal también debió de haberte incentivado.
-Son solo pequeños gastos adicionales en los que tuve que incurrir para acelerar algunos trámites, la burocracia siempre ha sido mi mayor enemigo.
-Yo siempre pensé que era el jabón.
Emitiendo una sonrisa de malicia el chico respondió:
-Muy graciosa Diana… y a todo esto porque planeas irte a ese país con esos dos hombres, ¿es que tienes alguna fantasía que sería ilegal realizar acá?
La chica puso una mirada asesina y le respondió muy seria.
- Si vuelves a insinuar algo así te asesinaré y enterrare tu cuerpo en mi jardín, tu materia orgánica sería un excelente abono para mis orquídeas aéreas de Tailandia.
-Ok, mujer – dijo Erwin ligeramente atemorizado y alejándose un poco – sólo que como comprenderás no es usual que alguien siquiera desee ir a ese país.
Diana juntó los documentos en sus manos ordenándolos y respondió con un aire un poco triste:
-Solo quiero conocer la mayor cantidad de lugares antes de tener que dejar este mundo.
El chico se quedó aún más confundido por esa extraña respuesta.
Horas después en el aeropuerto de Washington-Dulles, Carla Moon Haya se disponía a subir al Air Force one pero antes tenía una pequeña conversación con James
-¿Estás seguro que está bien que yo vaya sola?
-Si ya hablé con ella y me ha indicado que tiene todo listo para tu recibimiento –respondió el presidente- Ahora la situación se ha estado saliendo de control después de lo de Clemente y el hecho que no hayamos intervenido en el conflicto de Francia con España, la gente está comenzando a especular, debo de calmar un poco los ánimos.
-Comprendo- dijo la chica con una sonrisa, poniendo su mano sobe su brazo agregó – eres un buen hombre sé qué harás lo correcto.
Él le devolvió la sonrisa y le dijo:
-Gracias por tus palabras creo que así lo estoy haciendo.
La chica dio media vuelta y subió al avión que la esperaba, su destino era Londres, donde había sido invitada por la actual Reina de Inglaterra Victoria III, esta había llamado a James manifestándole sus deseos de conocer a Carla y ver la posibilidad de ayudarla en su objetivo en el continente Europeo, algo que le venía muy a conveniencia a la chica después del fiasco que resultó la invasión francesa en España. Adicional a esto James la había dejado ir sola, actitud que a ella le agradó mucho pues ya estaba cansada de tenerlo pegado todo el día a ella, sentía que las cosas comenzaban a salir como debían y lo único que le preocupaba era saber si el inútil de Salvador aún estaba con vida, y en caso que lo esté se aseguraría de que lo lamente.
Después de siete horas de viaje, las cuales la chica aprovechó para descansar, revisar sus casi completamente curadas heridas y planificar cuál sería su siguiente movimiento el air forcé one aterrizaba en el aeropuerto Heathrow.
Al bajar del avión Carla vio a un grupo de unos 50 soldados reales Británicos con sus característicos trajes rojos, pantalones y sombreros de piel de oso negros, en frente de ellos se veía a un hombre alto, rubio de unos 40 años de edad en un elegante traje esperándola, el cual con una amable sonrisa la saluda:
-Bienvenida a Inglaterra señorita Carla, soy el primer ministro Daniel Cannon.
Al verlo la joven se sintió algo decepcionada esperaba ver allí a la reina no a su primer ministro, pero mantuvo la serenidad y buen ánimo y respondió al saludo:
-Muchas gracias Daniel, es un gusto conocerte. ¿Cómo se encuentra la reina?
-Esperándola con ansias, por favor sígame.
Ambos caminaron escoltados por los guardias hacia un pequeño grupo de helicópteros a unos metros del avión presidencial americano, se podía divisar uno que destacaba sobre los demás era más grande y de un color dorado, Daniel presionó un botón que accionaba la puerta y esta al abrirse dejó caer una pequeña escalera, con una sonrisa le dijo:
-Después de usted.
Carla subió al interior de la aeronave y en su interior pudo ver una especie de pequeña sala, con sillones muy cómodos de color blanco, una mesa larga de madera y en las paredes algunas fotos de la realeza y lugares de Londres.
-Este es el helicóptero que utiliza su majestad para sus paseos por la ciudad – Dijo el primer ministro subiendo detrás de la chica – Espero que sea de su agrado, póngase cómoda.
Ambos se sentaron en el sillón más grande que había, a los pocos minutos se cerró de forma automática la puerta de ingreso, y el vehículo inició su vuelo, luego los otros helicópteros iniciaron su ascenso detrás de este.
Un total de cinco helicópteros surcaban el cielo de Londres, encabezados por uno dorado, desde su ventana Carla podía ver la ciudad, el movimiento era menor del que esperaba y el big ben se veía tan majestuoso como lo esperaba.
-Espero sea de su agrado la vista –Comentó el primer ministro.
La chica que no le estaba prestando mucha atención giró para verlo, y le respondió.
-No esperaba que fuera tan tranquilo Londres.
-Muchas de las actividades normales se han paralizado por su visita, señorita Carla. Toda Inglaterra está muy ansiosa por conocer a la persona que ha hecho tantos milagros en América.
-Eso es halagador de su parte Daniel –respondió Carla tratando de transmitir un tono humildad – Pero yo solo estoy haciendo lo que Dios me ha indicado que haga.
-Lo sé – Respondió Daniel, mientras giraba para observar por una ventana cercana – Ya casi hemos llegado, ahí está el palacio de Buckingham, ¿Puede verlo?
Carla se acercó un poco más y pudo divisar el palacio a unos pocos kilómetros, era una estructura larga de color gris con una enorme pileta frontal y jardines alrededor. De pronto Daniel se levantó y se dirigió hacia la cabina del piloto y antes de entrar le comentó con un tono amable.
-Tengo que asegurarme que nuestro amigo sepa dónde debe aterrizar, sería muy vergonzoso que lleguemos a un lugar y la reina no esté esperando en otro.
-Comprendo. –Respondió Carla.
Al entrar a la cabina el primer ministro cerró la puerta con un seguro, luego de ello se escucharon seguros adicionales en todos los acceso a la sala, Carla lo notó y le pareció extraño. Luego el helicóptero comenzó a volar de una forma extraña y se ladeaba un poco, al mirar por la ventana la chica vio perpleja como tanto Daniel como el piloto se lanzaban en paracaídas desde la cabina, el cerebro de la joven trabajó a una velocidad sobrehumana en solo dos segundos dedujo que la estaban acorralando, que ese lugar no era seguro y que ella estaba allí atrapada para ser eliminada.
La ira comenzó a correr el cuerpo de la chica, a una gran velocidad se lanzó contra la puerta de ingreso y golpeó las uniones con su puño encendido por el fuego del infierno lo cual hizo que esta cediera cayendo al vació, la chica visualizó un edificio cercano y se lanzó hacía él de un buen salto, pero justo cuando escapaba del helicóptero este explotó, por el ataque de misiles proveniente de las cuatro naves que venían detrás, la presión la lanzó contra la edificación que había visualizado pero no impactó como lo hubiera deseado, comenzó a caer pegada a la pared, pero pudo reducir la velocidad incrustando su dedos sobre el cemento y cayó al piso dando un salto, cuando estuvo lo suficientemente cerca.
Al llegar vio que estaba relativamente cerca del palacio de Buckingham, donde debía estar la reina, la persona que la mandó a eliminar, debería de estar viendo esto, Carla se decidió a hacer que se arrepienta por lo que hizo, solo dio unos pasos y el himno nacional “Dios Salve a la reina” comenzó a oírse por toda la ciudad, se habían colocado parlantes en todos lados de modo que suene a tal nivel que los vidrios vibraban.
La chica se tapó los oídos y cayó de rodillas, no solo el alto volumen le hacía daño, la letra en sí era para ella una tortura, una canción que invita a toda una nación a poner su fe en Dios era como una oración, era como volver a estar en el vaticano, de pronto y de una forma inexplicable Carla se vio rodeado de los doce exorcistas que había eliminado en Italia, los cuales la observaban con miradas serías y de desprecio.
Carla no sabía que estaba pasando, solo se le ocurría que esa horrible canción la estaba haciendo alucinar, pudo percibir como desde las calles cercanas surgían soldados ingleses, provistos de orejeras. Cerca de 200 hombres la rodearon desde distintos lugares y se prepararon para disparar. La joven que no podía ver bien lo que pasaba por los doce exorcistas que la rodeaban solo atinó a poner su mano derecha en el piso y generar una columna de fuego del infierno a su alrededor. Los disparos comenzaron a oírse pero las balas se volvían cenizas al contacto con la defensa que había generado a su alrededor Carla, pero había un segundo objetivo en su plan a los pocos minutos el cemento debajo de ella se desprendió permitiendo a la chica ingresar en la red de alcantarillado de la ciudad.
La chica cayó haciendo un fuerte sonido, soportando el horrible aroma y evitando prestarle atención a las ratas e insectos que abundaban, comenzó a correr a una gran velocidad mientras que realizaba algunos cálculos, según la distribución normal de una red de alcantarillado y la distancia a la que estaba del palacio de Buckingham definió la ruta a seguir para posicionarse justo al centro de la residencia de la reina de Inglaterra.
Conforme corría a través de túneles oscuros, el sonido del himno se iba haciendo cada vez menos audible, lo cual ayudaba a su concentración. A pesar que ya se sentía mejor podía jurar que en algunos de los pasajes que estaba cruzando era observada por los tres exorcistas que se quedaron enfrentaron a ella para permitir a Clemente XV y los demás escapar.
-Debo de estar delirando- se dijo a sí misma, mientras que corría- Estos humanos son tan tontos que el mismo truco me ha funcionado dos veces.
A los segundos de terminar esa frase, escucho pasos detrás de ella, sin detenerse giró la cabeza hacía atrás y vio con espanto que por diversas entradas surgían soldados del ejército británico armados con rifles y con linternas en sus cascos.
-Aquí está-gritó un joven señalándola.
-¡Fuego a discreción! – ordenó un hombre que por su uniforme era un comandante.
Al ver esta amenaza, Carla puso ambas manos en el piso y levantó una pared de fuego del infierno la cual la protegió de los disparos, luego hizo que esta abarque casi todo el túnel donde se encontraban haciendo que los soldados mueran entre gemidos en solo unos segundos.
Luego de ver que no había nadie vivo cerca Carla reanudó su carrera a toda velocidad pero comenzó a escuchar pasos por todas las direcciones alrededor de ella, comprendió que estaban tratando de cercarla, que sabían hacia donde se dirigía y que si se descuidaba podría tener una humillante muerte y derrota en esas asquerosas alcantarillas, por lo que se detuvo y cerró los ojos para poner más atención a los movimientos que se daban a su alrededor.
Luego de cerca de un minuto de cálculo abrió de nuevo los ojos y de sus manos hizo salir dos lenguas de fuego infernal, las cuales de forma similar a lo sucedido en el estadio MetLife recorrieron el sistema de alcantarillado eliminando a todos los soldados que había allí. Con lo que la chica se sentía solo un poco más segura, ya que era cuestión de tiempo para que ingresaran más refuerzos, así que reanudó su carrera hasta llegar a una gran intersección de vías de desagüe, al llegar vio con odio que las imágenes de los 4 exorcistas que había muerto por el candelabro la esperaban observándola, caminó entre ellos con cautela hasta llegar al centro de la zona, pero estaba demasiado ocupada observándolos que no se percató que por todo el piso habían minas antitanque modificadas para que exploten con el peso de una persona.
Al pisar una, por un descuido, hizo que esta explotara y Carla salió volando por los aires, pero aprovechó este impulso para golpear el techo con la mayor fuerza que pudo con su puño cubierto de fuego infernal, logrando atravesarlo, la chica cae herida dentro del salón verde del palacio de Buckingham, un ambiente con tres candelabros blancos y delgados colgando del techo y adornadas las paredes con pinturas antiguas, allí una veintena de soldados la esperaban y además el himno de “Dios Salve a la reina” volvía a retumbar en sus tímpanos.
-¡HAAA! ¡MALDICiÓN! – Grita la chica con todas sus fuerzas, al tiempo que coloca ambas manos en el piso.
El fuego del infierno se esparce rápidamente por la habitación eliminado a los soldados y reduciendo a cenizas los objetos que allí había, solo quedando la imagen del exorcista judío que la miraba con seriedad. Sin prestarle mucha atención y tapándose los oídos, Carla corre lo más rápido que puede aguantando el dolor de las heridas provocadas por la explosión, sube la gran escalera a toda velocidad y es rozada por disparos de algunos soldados que llegan desde la planta baja, en el piso al que llega no hay soldados, corre por una gran alfombra roja, donde como estatuas la vigilan los dos exorcistas varones que acorraló en la oficina de Clemente XV, de una potente patada abre una gran puerta blanca con diseños dorados.
Al ingresar a la sala puede ver a Victoria III de pie, una mujer alta de piel blanca y pelo castaño, observándola con asombro y terror con los ojos abiertos como platos y a su costado Brenda y Saby con miradas de rencor. La habitación tenía un gran vitral hacía la zona donde había caído el helicóptero, y allí también estaba Daniel Cannon y otro hombre más con ropa militar de alto rango.
-Así que ahora son muy amigas ¿he? –gritó Carla hacia la imagen de las exorcistas ante el desconcierto de los presentes.
A pocos metros de la reina se podía ver un dispositivo electrónico el cual era el que controlaba los parlantes dispuestos por la ciudad y en el interior, al verlo Carla toma una lámpara de pie dorada y al levantarla la convierte en una jabalina y la lanza contra el equipo de control, ocasionado que el sonido se detenga y con ello las imágenes de Saby y Brenda desaparecen.
Al no haber ningún sonido que la perturbe Carla hace surgir un muro de tierra del suelo sobre la ubicación de la puerta eliminando cualquier opción de escape, y comienza a caminar hacía Victoria III mientras le dice:
-Increíble, déjame felicitarte –manifiesta tratando de reprimir la ira y cojeando un poco– Al menos tú fuiste más directa que ese inútil de Clemente.
-¡No te acerques a la reina! –grita el militar al tiempo que empuña una pistola.
Al ver esto Carla rápidamente saca un bolígrafo de su bolsillo, el cual lanza hacía la frente del hombre, al impactarle este ya se había convertido en una filoso cuchillo que lo mata de forma instantánea.
-Bueno, ahora que hemos terminado con las interrupciones –Retoma el dialogo Carla – quiero hacer la pregunta obvia ¿Cómo lo supiste? No me digas que eres una mujer muy devota ya que sé muy bien que no y si no hablas tengo formas de forzarte a que me digas todo lo que deseo saber.
La reina se sentía ofendida con esa forma tan maleducada de hablarle, pero después de ver lo que había pasado, decenas de soldados muertos por una sola persona, su capacidad de manipular la materia, sabía que el ser que tenía en frente tenía los recursos para hacerla hablar y antes que se recurra a una tortura innecesaria comenzó a caminar hacia su escritorio.
-De acuerdo, cálmate no es necesario que recurramos a más violencia –Dijo la reina con un tono serio pero tranquilizador- resulta que mientras España era atacado por el ejército francés el rey Fernando IX, me envió un correo electrónico con cierta información.
Carla no dejaba de ver a la reina mientras que esta marcaba algunas teclas en su ordenador y finalmente le muestra la pantalla.
-El correo que te mostraré no fue hecho por Fernando, el solo me lo reenvió y tiene una par de videos muy interesantes como podrás apreciar.
La reina Victoria III presiona los botones necesarios y un reproductor de video muestra la lucha entre los exorcistas y Carla en la oficina de Clemente XV, se escucha a Saby decir “¡Brenda! Ella no es una chica poseída, ella es un verdadero demo…”, luego muestra el incendio en Isarel y como un ataque suicida musulmán salva a los judíos en la sinagoga Hurva del militar alemán.
Al verlos Carla entendió lo que había pasado, cámaras de emergencia grabaron lo sucedido en la oficina del papa, las cuales no requerían del suministro de electricidad del edificio ya que tenían una fuente independiente, los ataques a los judíos fueron registrados y unidos con el video de seguridad anterior.
-Por lo visto, no eres una simple mujer poseída –dijo la reina, mientras que observaba su pantalla – O al menos esto fue lo que dedujo esta inocente chica antes que la incineraras.
Carla guardó silencio, apretaba puños y dientes, la información que tenía ese correo era extremadamente peligrosa para ella, si se difundía toda su misión podría fracasar y eso era algo que ella no podía permitir.
-Te mostraré el segundo video adjunto en el correo. – Indicó Victoria III mientras que tecleaba sobre su ordenador.
Esta vez no era una grabación de cámaras de seguridad o de calles de Israel en la pantalla se veían dos hombres de avanzada edad mirando fijamente a la cámara, comenzó a hablar el de la izquierda:
-Estimado rey Fernando IX, le saluda el Imán Abdul.
-Y yo soy el Rabino Shemtov. –Agregó el anciano de la derecha.
-Su majestad a su encuentro va una de las amenazas más grandes de la historia de la raza humana –Comenzó a explicar el Imán- Como puede ver por el otro video adjunto esta chica Carla es cualquier cosa menos una enviada de Alá, ella ha sido enviada por el mismo Iblis o Satán, como prefiera llamarlo. Y con ella han llegado seres que hace cientos de años causaron muerte y dolor sobre miles de personas en el mundo.
-Gracias a la oportuna intervención de los musulmanes decenas, quizás cientos de judíos fueron salvados… a cambió de la vida de un valiente joven piloto. –Interrumpió el rabino – Pero ahora su país está en un riesgo similar al que estuvo mi gente y por eso para evitar que se derrame sangre inocente innecesaria vamos a compartir con usted información muy confidencial.
-No levante espada, ni dispare arma contra otro ser humano – Explicó Abdul – Eso es lo que ellos desean, el presidente Teófilo es un hombre de paz el no desea hacerle daño a los españoles… eliminé al Emperador Francés que lo acompaña y manipula, si el cae su ejército caerá con él, tal y como pasó acá con el alemán.
-Por favor, guarde total discreción sobre esta información - Continuó Shentov – Los musulmanes y judíos nos estamos agrupando para atacar a Carla, ella es la fuente de todo el mal que está pasando, pero no conocemos la extensión de sus habilidades pero por lo acontecido en el Vaticano podemos deducir que no es inmortal y ahora una de nuestras pocas ventajas que tenemos es el hecho que ella desconoce que somos conscientes de su verdadera naturaleza.
El video terminó y Carla comenzó a analizar la situación era poco probable que Fernando IX hubiera difundido esa información ya que eso hubiera arruinado los planes de Shentov y Abdul, pero quedaba la interrogante del motivo por el cual se lo había enviado a Victoria III, por lo que le preguntó.
-Parece que el rey no pudo guardar el secreto.
-El correo me llegó poco antes de su muerte y no veo otro destinatario –Respondió la reina- si revisamos la historia el siguiente objetivo del francés luego tomar España hubiera sido Inglaterra y finalmente Rusia, lo podemos considerar como un aviso en caso que su idea de morir junto con el francés hubiera fallado.
La joven al escuchar esta explicación sonrió de una forma macabra, le pareció coherente esa forma de actuar, pero las cosas le salieron completamente al revés de lo que esperaba Fernando IX. Con una velocidad sorprendente se lanzó sobre el ordenador y de un golpe lo destruyó, miró a la reina y con aires de victoria le dijo:
-Creo que tú no podrás pasar esta información.
La reina se quedó callada y retrocedió unos pasos, sentía rabia y miedo. Carla observó la vista que tenía ese ambiente y se dio cuenta que daba justo al lugar donde cayó el helicóptero en el que ella iba.
-Por lo visto querías verme morir desde el sitio más cómodo ¿No es así? –Comenzó a hablar Carla – Pero tu ego te traicionó pensaste que podías hacerlo todo sola, déjame decirte que la idea de debilitarme con tu himno fue muy buena, de hecho por un momento pensé que mi tumba sería ese salón verde del primer piso.
Al oír esto la reina, hizo una mueca de desagrado le recomendaron colocar explosivos en los ambientes del palacio pero no lo hizo porque no quería dañarlo innecesariamente y menos destruirlo como hizo Fernando IX con el suyo, pensó que con su ejército desplegado sería suficiente.
-Bueno seré breve y directa – Indicó Carla mientras caminaba hacia la reina y con un tono de autoridad añadió – Arrodíllate ante mí y te perdonare la vida, júrame lealtad y vivirás para ver otro día.
Esta petición iba en contra de todo lo que Victoria III tenía por concepto de reina, ella no se podía arrodillar ante nadie, era la máxima autoridad del Reino Unido. Antes que hacer eso, preferiría incluso la muerte y respondió con desprecio.
-Jamás me arrodillare ante ti.…
Al oír su respuesta Carla sonrió, después de lo que le había hecho pasar esta mujer ella no deseaba perdonarle la vida, solo necesitaba la excusa perfecta para eliminarla ya que ya había obtenido la información que deseaba, así que tranquilamente caminó hacia ella y toco su cuello y siguió caminando alejándose. Victoria III, entendió que había llegado su hora pero al menos abandonaría este mundo como lo que era, una reina que se enfrentó y casi venció a una enviada de Lucifer, se sentó en una silla cercana y su cabeza cayó al piso.
Sin prestar mayor atención a ese evento Carla se dirigió hacia Daniel Cannon, el cual estaba horrorizado por lo que había visto, el miedo le impedía hablar o moverse.
-Bueno, lo hare rápido… la verdad no me interesa mucho lo que me digas –Le dijo Carla al primer ministro- Después de esa pequeña broma del helicóptero, no te tengo en mucha estima ¿sabes? Así que dime ¿Obedecerme o morir como tu reina?
El hombre no podía responder, el miedo aun lo tenía paralizado, pero al sentir los dedos de Carla sobre su cuello gritó desesperado:
-¡Obedecer! ¡Obedecer! ¡Por favor no me hagas daño!
La chica al oírlo aparto sus dedos, emitió un suspiro de resignación y comenzó a caminar alejándose de él, mientras decía con desprecio:
-De algo servirás… Dime, ¿James estaba enterado del plan de tu reina?
-Si…-respondió el primer ministro- Su majestad le reprochó su comportamiento y le dijo que no venga, que ella se encargaría de todo.
Mientras caminaba y escuchaba la respuesta d Daniel comenzó a analizar su situación, tenía tres cosas de las cuales preocuparse, los judíos y musulmanes que se estaban agrupando, debía de hacer algo con ellos, el catolicismo había sido fuertemente dañado con la muerte de Clemente XV, pero no descartaba la posibilidad que alguna otra autoridad cristiana se les una, de darse ese escenario se podría considerar que su misión había sido un fracaso, a través de la historia una de las causas de guerras, muertes, asesinatos y torturas había sido las diferentes creencias del ser humano sobre el mismo Dios, hacer que estas tres ideologías se unan con un mismo objetivo es lo último que deseaba. Luego estaba James Burt, ese inútil ya sabía demasiado por lo que parecía que había llegado el momento de sacarlo de escena. Finalmente estaba ese perdedor de Salvador, la idea de que haya muerto era poco probable su resistencia debería de ser similar a la de ella y no conocía el alcance de sus habilidades, solo sabía que aparentemente se podía teletransportar, pero quién sabe si tenía algo más por lo que valga la pena preocuparse.
Tenía que actuar rápido, sus problemas se incrementaban. Cerro un puño con fuerza y decidió a cual problema darle solución primero.


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Capítulo 20: Dios Salve a la reina

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