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Capítulo 4: La otra enviada

La habitación Estaba en silencio absoluto. Tres de las seis personas que en ella se encontraban habían recibido la impresión más grande que habían tenido en su vida y las marcaría por el resto de ellas. Finalmente Salvador habló:
-Tú lo has dicho mujer, porque así es como se te lo ha confiado desde el juzgado divino.
-Así es. -respondió ella con una sonrisa y aun con lágrimas bajándole por las mejillas.
-Es el lugar a donde vas a rendir cuentas de tus acciones en vida una vez que has abandonado este mundo.- Respondió el. Luego volviéndose a la señora Gloria le preguntó.- Dime ¿Qué fue lo que te han…
-Que… ¿QUE DEMONIOS ESTA PASANDO AQUÍ?- Gritó el señor Martín. Estaba muy asustado, nunca en su vida había presenciado un fenómeno como ese y necesitaba que le den una explicación tan pronto como sea posible.-
-¡Por favor cálmate Martín!- Dijo de manera enérgica la mujer. Se secó las lágrimas y habló con seriedad - Esta persona que está ahora entre nosotros es el último enviado de Dios. Y ha venido a este mundo trayendo un mensaje muy importante.
-¿Un enviado de Dios?- Dijo Karen y girando la cabeza hacia Emilio agregó - Entonces… lo que me dijiste hace un rato era cierto.
-Te lo dije.- Respondió el joven.-
-¿Enviado de Dios?... ¿Qué es todo esto?-El señor Martín aun no salía de su asombro. No le era posible aceptar la idea de que realmente exista una entidad superior llamada Dios.-Si realmente has sido enviado por Dios. ¿Por qué has venido a mi casa? ¡Yo deje de creer hace años!
-Yo no he venido para que el que crea siga creyendo.- Salvador se giró y comenzó a caminar hacia el contrariado caballero, regalándole una amable sonrisa.- He venido para que el que no cree, crea.- Diciendo eso le puso una mano sobre el hombro.
-Dios mío…- El hombre cayó sobre sus rodillas y casi se le caen los anteojos.
-¿Podemos ir a un lugar donde todos estemos más cómodos? Me imagino que tendrán muchas preguntas que hacerme.
Todos bajaron a la sala de la casa, esta era un poco más grande que la de Emilio y los sofás eran de color rojo y se veían más cómodos y mejor cuidados. Allí Salvador les explicó su misión de la misma manera que lo hizo la noche anterior. Todos estaban muy atentos a cada palabra que este decía y quedaron muy impresionados, al terminar de escucharlo todo. Finalmente el señor Martín fue quien se atrevió a hablar y le preguntó al enviado de Dios:
-¿Cuánto tiempo nos queda?
-La humanidad como la conocen no verá el próximo año.
-¿QUÉ?- Dijeron al mismo tiempo sus oyentes.
Emilio, para nada, se esperaba esta respuesta. Él había pensado que tendrían más tiempo, que viajarían por algunos años alrededor del mundo predicando el mensaje hasta que llegue el momento definitivo. Pero no, su tiempo era mucho más corto del que había imaginado, tenían menos de un año para llevar el mensaje a cuantas personas puedan. Rápidamente la señora gloria intervino:
-¡Salvador! ¡Debes de ir al vaticano cuanto antes! El papa debe saber esto inmediatamente.
-No creo que me sirva de mucho ir ahora. Si lo hago me tomarán como un charlatán tal y como me pasó acá. Además la iglesia católica con el tiempo se ha vuelto orgullosa. El solo hecho de insinuar que sobre la tierra existe alguien con más autoridad divina que ellos provocará sobre sus autoridades una aversión natural, es seguro que tendré que llegar ante su presencia en algún momento pero antes de hacerlo debo de preparar un poco el terreno. De modo que estén dispuestos a aceptarme.
-¡Nosotros te podemos ayudar!- Dijo rápidamente el señor Martín, que se había sentido muy aludido con las palabras anteriores - organizaremos eventos que reúnan a grandes multitudes e invitaremos personalidades destacadas y gente de los medios. Tengo contactos sé que podría aportar algo.
-Me parece bien, agradezco su gentil ayuda Señor Martín.- respondió amablemente Salvador. Luego observando a la señora Gloria le preguntó. - Dígame, ¿Le dieron algún mensaje para mí?
-No… realmente ellos no me dijeron mucho. Prácticamente nada.
-¿Ellos? Mamá… ¿cómo es ese juzgado divino al que fuiste?- Intervino Beatriz.
-Pues veras a los pocos segundos de desfallecer por dolor del infarto me encontré en un pasadizo largo, cubierto de una especie de vapor en la parte baja, hasta cerca de mis rodillas. Había columnas de mármol a los lados y en frente una gran puerta de oro. Avancé por ese camino y atravesé la puerta. En el interior se encontraba un hombre sentado en una mesa muy alta y a su izquierda pude ver algunas personas de distintas razas, todos en esa sala tenían libros que leían con gran interés.
>>Me acerqué al hombre de la mesa alta y antes que yo dijera nada él me dijo mi nombre completo, edad, creencias e incluso algunas acciones que yo ya había olvidado como la de irme sin pagar de una tienda cuando era una niña. Luego de ello cerró el libro que él tenía y me dijo “Gloría tu vida ha terminado, pero hemos decidido expandir tu periodo en la tierra un tiempo más, debido a que nuestro enviado va a solicitarlo así. Por favor espera en aquel cuarto” y me señaló una pequeña puerta a su derecha.
>>Antes de irme le pregunté qué era lo que estaba pasando y me respondió. “El tiempo de los humanos tal como lo conoces, está por llegar a su fin y por tal hemos enviado a un emisario para que prepare a las personas de modo que sus almas sean salvadas y entren a la gloría de Dios en el día del juicio final. Tú no tienes mucho de qué preocuparte ya que por la vida que has tenido no tienes nada que temer cuando regreses acá, al juzgado divino.” Habiéndome dicho esto entendí la situación. Me dirigí a donde me indicaron y espere durante varias horas, incluso pensé que se habían olvidado de mí, hasta que de buenas a primeras desperté aquí.
-¿Horas? Mujer solo estuviste muerta cinco minutos.- agregó el señor Martín.
-El tiempo en el juzgado divino transcurre mucho más lento que en el mundo humano. De otra forma sería muy difícil juzgar a todas las personas que mueren dada la alta tasa de mortalidad de la tierra. - Explicó Salvador.
-Comprendo.-Confirmó el padre de la familia.
Emilio y Salvador pasaron el resto del día en la casa de Karen, con su familia, planificando cual sería el siguiente paso a seguir. El señor Martín colaboraba dando nombres y lugares para grandes exposiciones en las cuales Salvador podría dar a conocer su mensaje. Emilio estaba más preocupado por saber cuando y donde se podría volver a realizar un milagro de modo que más gente se convierta y tome en serio la situación en la que estaban. Era consiente que solo con palabras no iban a llegar lejos. La señora Gloria les traía comida y algunas bebidas, mientras que escuchaba las propuestas y planes con mucha atención. Karen y Beatriz estaba cada una en sus respectivas habitaciones no se sentían que eran muy útiles así que preferían no intervenir.

-Pues bien, me parece que empezar de esta forma nos traerá los mejores resultados. - Dijo el señor Martín sacándose los anteojos y frotándose los ojos.
-Si, estoy de acuerdo.- Confirmó Emilio.
-Me parece bien todo lo que hemos dicho y planeado durante el día.- Comentó Salvador.- Deberíamos comenzar a…
-¡MAMA! ¡PAPA! ¡EMILIO! ¡SALVADOR!- Era la voz de Karen que estaba gritando desde su habitación en el segundo piso.- ¡SUBAN RÁPIDO!
Al oír esto los cuatro subieron las escaleras tan pronto como pudieron, temían que algo malo le hubiera pasado. Entraron rápidamente al cuarto de la chica y la encontraron sentada sobre su cama viendo la televisión.
-¡Miren!- Dijo y señaló la pantalla.
Se estaba transmitiendo una notica de último minuto, en el televisor se podía ver a un mujer de aproximadamente 30 años con un elegante vestido rojo y cabello negro muy bien cuidado. En la parte inferior se leía en un rectángulo negro la frase “milagro en Milwaukee”.
-… Como les informaba hace unos instantes, nos encontramos en las afueras del “Saint Luke's Medical Center”de Wisconsin- Decía la reportera del programa informativo.- Aquí una mujer que dice ser enviada de Dios ha curado a absolutamente todos los enfermos del lugar.- Detrás de ella se veía una multitud de gente que trataba de alcanzar a tocar a alguien o saludarla.- Esta chica que según ella misma dice llegó al mundo el día de ayer, doce de marzo, no solo ha curado a casi 700 personas, sino que también ha hecho un milagro de hacer surgir dinero de algunos árboles. Frente a decenas de testigos. - La reportera trataba de abrirse paso entre la multitud, entre ellos se veía gente con ropa de interno de hospital incluso Emilio vio a uno que aún tenía una sonda en el brazo.- Vamos a tratar de hacerle… un acercamiento a su rostro para que lo puedan ver.
Finalmente se pudo ver a la persona que todos querían tocar o saludar. Emilio se quedó impresionado en toda su vida no había visto una mujer tan hermosa. Vestía un gran abrigo negro, tenía el cabello oscuro y lacio hasta un poco por debajo de los hombros, sus labios eran delgados y su rostro era perfecto. Apareció un nombre en la parte inferior de la pantalla, que decía “Carla Moon Haya” y un poco más abajo en letra más pequeña “Dice ser enviada de Dios”.
Al ver esto Salvador se fue contra la pared, todos voltearon a mirarlo y vieron que su rostro estaba pálido y mostraba asombro incluso parecía haber una pizca de temor, lo cual se confirmó cuando lo escucharon decir:
-No… No puede ser… ¡Se ha atrevido a enviarla!- Repentinamente observó hacia arriba como si alguien lo estuviera llamando desde el techo.
Una gran luz salió de él e inundó toda la habitación a tal punto que todos tuvieron que cerrar los ojos, una vez que el resplandor disminuyó pudieron abrirlos. Solo para darse con la sorpresa de que Salvador había desaparecido.


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