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Capítulo 2: La misión

Transcurrieron 15 segundos desde la presentación de Salvador y Emilio aun no salía de la impresión ocasionada por la naturaleza del fenómeno que acaba de presenciar. Su mente le decía que no podía ser real lo que sus ojos le estaban mostrando, ante esta reacción el visitante habló nuevamente, esta vez de una forma más seria y pausada:
-Esto… ¿hola? Me llamo Salvador y soy el último enviado de Dios. Creo que lo he dicho utilizando un castellano muy comprensible para ti.
-Hola… esto… mucho gusto… mi nombre es Emilio.
-Lo sé, ¿no escuchaste que te dije “Hola Emilio” hace solo un momento?
-Si, si… lo siento, pero dime… ¿quién eres?
-Salvador, el último enviado de Dios. Por favor, ya es la tercera vez que te lo repito.
Emilio, aunque aún no salía del todo de su asombro se sentía Algo torpe por las frases que decía, ya que se dio cuenta que no eran las más inteligentes, aunque dada la situación tan irreal era difícil pensar en algo correcto para decir en ese momento. ¿Realmente podía haber en este preciso momento en frente de él un ser enviado por el Dios al cual hace solo unos segundos estaba a punto de negar su existencia? Algo estaba mal aquí, algo sencillamente no encajaba. Su cerebro le decía que esto no era un sueño era demasiado real para serlo. Caminó hacia Salvador para verlo más de cerca, mientras decía:
-¿Dios de verdad te envió?
-Si… veo que vamos progresando.-Respondió Salvador con un poco de impaciencia.
-¿Para… convencerme de que el existe?
-Pues, pediste una señal ¿no es así?... pero mi presencia aquí no está solo relacionada contigo, he sido enviado con una misión muy importante para realizar en el mundo.
Emilio tocó a su visitante en el pecho para asegurarse que realmente era un ser sólido. Luego de verificarlo, casi sin saber lo que estaba haciendo, tomó la mano derecha del elegante caballero y examinó su muñeca, ante lo que Salvador replicó:
-No me digas que esperas encontrar marcas de clavos.
El joven soltó la mano de Salvador inmediatamente después de escuchar eso y dijo:
-No, ¡por supuesto que no!… bueno… sí.-Respondió avergonzado.
-Te dije que mi nombre era salvador y no Jesús, afortunadamente no he tenido que pasar por la traumante experiencia de una crucifixión ni espero tener que hacerlo.
-Entonces eres… ¿Un ángel?
-Tampoco. Dios me envío en calidad de… digamos profeta.
-Ya veo.
-¿Podemos pasar a tu sala? Acá hace mucho frío y no soy precisamente inmune a los resfriados.
-He… si, si claro, pasemos… solo dame un minuto… simplemente voy a recoger esa taza sucia de allí.
Salvador y Emilio ingresaron a la sala de la casa, mientras que el primero se sentaba en uno de los sillones que había allí, el segundo recogía la taza sucia y la llevaba a la cocina a remojarla en el fregadero. Al momento que hacia esto aún trataba de entender la situación en la que se encontraba. Tenía a un verdadero enviado de Dios en su casa, ¡todas sus dudas existenciales serían resueltas! Pensó eso mientras dejaba la taza en escurridor y se comenzó a emocionar, regresó a la sala y encontró a Salvador sentado en el mismo sillón en el que él había estado Hace Unos Minutos, así que Emilio se sentó en el de enfrente. Finalmente se animó a preguntar:
-¿Por qué has venido a mí?
-¿No fuiste tú el que pidió una señal divina acerca de la existencia de un ser superior?
-Bueno si, pero me esperaba, no se… que la radio se encendiera sola, o que la luz de la sala se apagara o en un caso excepcional ver una estrella fugaz.
-Bueno, muchas veces recibimos algo muy diferente en su naturaleza a lo que esperamos pero no por eso debemos de menospreciarlo.
-Sí, claro tienes razón, ten por seguro que esta experiencia supera cualquiera de mis expectativas… Me has dicho que tienes una misión muy importante que cumplir en la tierra. ¿Puedo saber cuál es?
-Debo de hacer llegar al mundo un mensaje de crucial importancia para su destino.
-¿Te refieres algo de lo que dice la biblia?
-No realmente, hablo de algo nuevo… información muy importante para los hombres.
-¿Y cuál es esa información, si se puede saber?
Salvador respiró profundo, y con el mayor tono de seriedad que Emilio había escuchado nunca dijo:
-El tiempo de los hombres se está por terminar y estoy aquí para anunciarlo y decirles cómo deben de prepararse para el día del juicio final en el cual Dios valorará sus buenas y malas acciones.
Al oír Estas Palabras Emilio sintió miedo. Había leído el Apocalipsis en la biblia y siempre pensó que si algún día eso sucediera, definitivamente sería después que el muriera. Pero al parecer no será así, vivirá para verlo y sufrirlo si es necesario, ante esto finalmente alcanzó a preguntar:
-¿Y cómo piensas hacer esto? ¿Vas a predicar en las iglesias?
-Aun no lo sé, pero para eso estas tú. Necesito que me ayudes a integrarme a la sociedad actual de modo que pueda difundir esta información de la forma más adecuada.
-¿Yo? ¡Pero si soy una persona común y corriente!
-Si lo sé ¿pero no dijiste que aceptarías la voluntad de Dios cualquiera que esta sea hace unos minutos en la mesa de tu jardín?
-Si… así lo dije, pero nunca me espere que sería… esto.
-Te repito, lo que te dije hace un momento, muchas veces lo que esperamos de Dios no coincide con lo que realmente él nos otorga… pero eso no quiere decir que se nos asigne tareas que estén más allá de nuestras capacidades.
-Si… tienes razón… dime ¿Puedes hacer milagros como los hizo Jesús?
-Se me han conferido facultades similares a las de Jesús, diferentes en cierta forma ya que a cada uno le tocó actuar en una época diferente.
-¿También eres hijo de Dios?
-Todos somos hijos de Dios. Él es nuestro padre, nos creó y nos ama. Y de acuerdo al plan que tiene designado para cada uno, nos ha dado determinadas características propias.
Estas últimas palabras dieron una sensación de alivio a Emilio, ya que pensó que si de verdad Dios le había escogido para ayudar a Salvador en su misión, el debería de poder hacerlo de forma satisfactoria. Solo tendría que ponerse a pensar como podría hacer que la gente creyera que realmente existía un enviado de Dios en la tierra en nuestros tiempos por lo cual recordó las acciones pasadas de los personajes bíblicos que habían tenido contacto directo con Dios como Abraham, Moisés y Jesús. Hombres que conocía vagamente por sus lecturas en clases de religión católica, a las que tuvo que asistir obligatoriamente una vez en a la semana debido a que estudió en un colegio de padres franciscanos. Finalmente apelando a lo racional comentó:
-Será difícil convencer a la gente que de verdad Dios te ha enviado y más aun con un mensaje como ese, ya que como sabrás no eres el único que dice algo así, tenemos por ejemplo: A los mormones o los testigos de Jehová sin ir muy lejos.
-Y a la iglesia católica en el pasado.-Agregó Salvador- Soy consciente que no he venido con una tarea fácil y sencilla, es por eso que necesito tu ayuda y la de todos los que puedan comprender la situación y tenga la disposición y fe para apoyarnos. Debemos de cavilar la mejor manera de difundir este mensaje.
-¿Qué tal un canal en YouTube? ¿O una página de Facebook? ¿Sabes lo que es?
-Estoy al tanto de los avances de la tecnología, se lo que son y no me parece una buena idea, al momento ya hay personas diciendo que su voz es la voz de Dios y el fin del mundo está cerca, sería tomado como un fanático religioso más del montón.
-Sí, tienes razón. ¿Qué tal predicar por la calles?
-Peor. Al menos en YouTube no nos pueden meter a la cárcel por alterar el orden público.
-Cada vez lo veo más difícil. ¿No hubiera sido mejor que nacieras de una virgen o algo así?
-En estos tiempos eso sería aún menos creíble que el hecho que yo apareciera de repente en el mundo envuelto en una luz, como lo acabo de hacer. Además hace 1400 años nuestro profeta Muhammad no tuvo problemas en predicar su mensaje a pesar de haber tenido un nacimiento de orígenes normales.
Al escuchar estas palabras Emilio casi se cae hacia un costado de la impresión. Muhammad era el profeta de la religión Islam, una religión que para él era la más radical de todas. Pensó que si iban a predicar el Islam las cosas serían aún más difíciles pues la sociedad del país en el que estaban: Perú, era muy conservadora y existían ciertos prejuicios acerca de esa doctrina y además ese no era el único problema ya que muchos suelen relacionar a los terroristas del medio oriente con ese dogma en particular Islam. Tenía que estar seguro que suelo era el que pisaba así que pregunto:
-¿El Islam es la religión verdadera?
-Sí y no. Veras si vives toda tu vida como un buen musulmán es seguro que recibirás tu recompensa por parte de Dios o Allah, como prefieras llamarlo. Pero si durante tu vida has profesado otra religión que tenga sus bases sobre buenos patrones de conducta y preceptos morales serás juzgado de acuerdo a ellos.
Emilio estaba atónito, no daba crédito a lo que oía, eso era casi un pensamiento ateo integrándose al ámbito religioso. Al ver su reacción Salvador agregó:
-¿No esperaras que Dios castigue a alguien que ha vivido fiel a la religión de sus padres verdad?
-Cierto, cierto. ¿Sabes? Esto me ha caído como un balde de agua fría. ¿Podría irme a descansar y seguir mañana con la mejor forma de realizar esta titánica tarea?
-Claro, comprendo. Yo también deseo descansar. Sé que tienes una cama extra para cuando un amigo se queda a dormir, esa la usaré yo, mientras esté aquí.
-He… si, Claro.
Se sentía raro estar con una persona que aparentemente lo conocía todo de él y eso hizo que Emilio tuviera aún más ganas de irse a dormir. Ambos se levantaron de la sala y se dirigieron cada uno a un cuarto distinto en el segundo piso de la casa, pero nada en este mundo había preparado a Emilio para lo que vería al día siguiente.


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