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Capítulo 8: La niña genio



Emilio no podía creer donde Estaba, en el velorio de uno de sus mejores amigos, el cual hacia solo unas horas había hablado con él y pensaba en volverlo a ver pronto para aclararle algunos puntos de esa inútil discusión. Pero eso ya no se podrá hacer, ya que Luis estaba ahora en un lugar a donde las palabras no le podrían llegar.
El velatorio del hospital de policía era pequeño, los colores que predominaban eran blanco y  crema, se encontraban en el tercer piso en un espacio muy pequeño para la gente que se había congregado allí, por la ventana se podía ver el tráfico nocturno de la avenida Brasil. En el centro de la habitación se encontraba el féretro de su amigo, este era de color gris y estaba cerrado, era evidente el motivo, el accidente le dejó marcas en la cabeza desagradables que  era preferible no mostrar, lo mejor sería recordarlo como siempre fue, una persona amable y sonriente.
Ya llevaba cerca de dos horas allí y consideró que había sido suficiente, se puso de pie y se despidió de la familia y amigos que conocía. Le hubiera gustado quedarse un poco más, pero sabía que estaba en una carrera contra el tiempo y si no avanzaba con lo que tenía que hacer las consecuencias serían catastróficas para todos. Bajó las escaleras y en el primer piso lo vio a Salvador, al haber estado presente cerca del accidente y ser un extraño para todos, prefirió mantenerse lejos para evitar preguntas innecesarias. Cuando se encontraron, Emilio le hizo la misma pregunta que ya le había hecho al menos en dos ocasiones:
- ¿De verdad no puedes hacer nada por él?
- Ya te dije que no puedo, su tiempo en este mundo ya terminó y no están dispuestos a hacer una nueva prórroga de esa naturaleza y menos al día siguiente de haber hecho ya una… sería desestabilizar demasiado las cosas.
- Pero si toda esta gente viera el milagro de que resucites a alguien creería en ti y los tendríamos de nuestro lado.
- Y en contra de los partidarios de Carla, lo que llevaría a la violencia, consecuentemente a una guerra en la que muchas vidas se perderían lo cual es exactamente lo que Lucifer desea, debemos actuar con prudencia si no deseamos que esta situación que ya de por si es muy complicada se nos vaya de las manos.
Emilio ya no encontraba más argumentos para discutir, por lo que prefirió callar. Ambos salieron del edificio y Salvador aprovechó para preguntar.
- Bueno, ¿Vamos a ver a tu amiga esa que me comentabas en la mañana?
-Sí, la llamé hace un rato. Está en su casa esperándonos.
-¿Cómo se llama?
-Diana Bonilla
Ambos subieron a un taxi para llegar a la casa de Diana, la cual vivía muy cerca de Emilio, en el camino este pensaba un poco en la persona a la que iban a visitar, Ella era de lejos la persona más inteligente que había conocido. Había culminado las carreras de ingeniera Industrial y Civil de forma simultánea, y obteniendo en ambas las calificaciones más altas de su grupo. Al poco tiempo de terminadas, recibió una oferta de una empresa americana para entrar a trabajar en ella, pero fue descartada en la primera fase del proceso de selección al obtener un rendimiento por debajo del promedio en la evaluación de C.I (coeficiente intelectual), por lo que los examinadores supusieron que la razón detrás de sus impresionantes calificaciones estaba más relacionada con su habilidades de seducción a sus profesores que con sus capacidades académicas. Cuando Emilio le preguntó el motivo por el cual se dio ese resultado ella se limitó a responder “La prueba era realmente simple, si conoces las respuestas a todas las preguntas puedes manipular el resultado a tu antojo. Y yo no estoy interesada en tener nada que ver con una empresa militar Estadounidense” y agregó con una sonrisa “No te vas a librar de mi tan fácilmente”. Y era cierto, siempre que Emilio tenía un problema recurría a ella y ya sea que tenga que explicárselo durante 5 minutos o dos horas ella lo escuchaba con paciencia e interrumpiéndole lo menos posible y al poco rato como si se solo le hubiera preguntado cuanto es la suma de dos más dos le solía dar una solución muy acertada.
Al cabo de media hora el taxi se detuvo sobre una casa de grandes dimensiones que se diferenciaba del resto de las demás. Era de color blanco con un gran portón de madera por el que podían pasar fácilmente dos coches al mismo tiempo, a su derecha había una puerta de madera donde estaba tallada la figura de un ángel. Emilio tocó el timbre, mientras esperaba respuesta vio que Salvador contemplaba la vivienda con mucho interés, y le comentó:
- Sus padres son dueños de una empresa constructora y por ende puede darse ciertos lujos, como el permitirle a ella que viva sola en una casa como esta, pero no se más sobre su familia, por más que la conozco hace años nunca me ha dicho nada de ella.
- ¿Será por qué solo la buscas cuando tienes algún problema?
-He…. No… también la visito en su cumpleaños… cuando lo recuerdo…
Salvador emitió una risa en voz baja, cuando Emilio estaba por responderle la puerta se abrió y salió una chica delgada de aproximadamente 25 años, de pelo negro largo y ojos delgados (Emilio siempre pensó que parecían asiáticos, pero evitaba mencionarlo porque a Diana no le hacía gracia), se notaba por su contextura que acudía al gimnasio con frecuencia, iba vestida con una blusa roja, un pantalón negro y encima una chaqueta negra, al verlos les dijo:
-Hola.
- Hola Diana, ¿Cómo estás? Te presento a Salvador él es el amigo del que te hablé. – Dijo Emilio con mucho ánimo.
- Hola, mucho gusto – respondió la chica observando a la persona que estaba al costado de su amigo.
- El gusto es mío. – Respondió sonriente Salvador.
- Pasemos a la sala, temo que esta historia de ustedes va a tomarnos algo de tiempo y preferiría escucharlos en la comodidad de mi sofá.
Los tres atravesaron un jardín con una pileta en medio, hacia una segunda puerta en el interior de la casa, al atravesarla entraron en una sala amplia en el centro había una mesa de mármol con grabados que parecían griegos, alrededor de esta se veían cuatro sofás para dos personas cada uno de color verde con diseños dorados, Salvador y Emilio se sentaron en uno de ellos. Mientras Diana servía un poco de té en un juego de tazas de plata, se los acercó sobre una bandeja del mismo material.
- ¿Té? - Ofreció la chica.
- Gracias. – Respondieron sus invitados.
Emilio, comenzó a narrar los eventos de los últimos días, la aparición de Salvador, la muerte y posterior resurrección de la señora Gloria, la aparición de Carla y la muerte repentina de Luis. Salvador solo le interrumpió un par de veces para agregar algunos detalles, mientras que Diana no dijo una palabra hasta que se hubiera terminado la narración, una vez hecho esto siguió tomando tranquilamente de su taza  y el silencio se mantuvo por casi un minuto más hasta que finalmente ella dijo:
- Emilio… no creo que me estés mintiendo, pero no estoy del todo segura que lo que me acabas de decir es verdad.
- ¿Perdón? No te entiendo- respondió Emilio.
-Verás, sé que lo que me lo acabas de decir al menos tú mismo te lo crees dado que no me has dado las señas que típicamente haces cuando mientes mirar a la izquierda, hacer una mueca cada cierto rato o acelerar el relato nerviosamente de forma repentina. Pero comprende que la historia es demasiado irreal para que simplemente te diga que te creo o algo así.
Se quedó observando un rato a Salvador y finalmente le preguntó:
- En caso de que lo que Emilio haya dicho sea verdad, hay algo que me intriga. Dicen que tus facultades son similares a la de Jesús pero diferentes, ¿podrías ser más específico?
- Verás dado que el mundo actual es muy diferente que al de hace dos mil años, se dictaminó que necesitaría de algunas características especiales para poder cumplir mi misión en una sociedad que ya está interconectada entre todos los continentes y que además tiende a ser más escéptica que antes.
- Al grano, amigo no es necesario que me expliques que la edad antigua es diferente a la contemporánea, eso lo aprendí hace años en la escuela. – Replicó Diana con tono de aburrimiento.
- Bueno, tengo facultades físicas como fuerza y velocidad muy superiores a las que un humano podría alcanzar así se entrene duramente durante toda su vida, además puedo trasladar mi masa molecular de forma casi instantánea a través de dos puntos cualesquiera dentro del globo terráqueo.
- ¿Qué cosa? – Preguntó Emilio, arqueando una ceja confundido.
- Es muy fuerte, veloz y puede tele transportarse. – Explicó Diana y volvió a tomar algo de té de su taza.
- Ha… ¿No podías decirlo de una forma más comprensible Salvador?
- Lo siento, pensaba que ser lo más específico era la mejor idea.
-No intentes complicarle mucho la vida a Emilio, me tomó tres horas explicarle la teoría de cuerdas y no estoy del todo segura que finalmente la entendió. – Dijo Diana dejando su taza en la mesa.
- ¡Hey, si la entendí! – exclamó el chico a su amiga.
-Miraste a la izquierda… - dijo de forma calmada la joven – Bueno, otra pregunta Salvador. Esta chica ¿tiene tus mismas facultades? Y más importante aún, ¿sabe acerca de ti? ¿Dónde estás? ¿Que también estas en el mundo humano?
- Lo siento, pero la información que tenemos sobre ella es tan limitada que no puedo responder con seguridad a ninguna de esas preguntas… - Dijo el enviado.
- Mmmm… entonces es una posibilidad latente que ella no tiene ni súper fuerza, ni velocidad ni capacidad de tele transportarse y además desconoce de tu existencia, como que también es posible un escenario completamente opuesto. ¿No es así?
- Si tienes razón, ambas situaciones son probables. – respondió Salvador.
-Estamos a la deriva, el peor y el mejor escenario son realistas y no tenemos ningún indicio para pensar que uno sea más probable que el otro, si no obtenemos algo más de información tanto sobre ella como lo que está pasando por su lado, simplemente nos toparemos con la derrota cuando esta esté en frente de nosotros… solo te queda una posibilidad como yo lo veo… - miró fijamente a los ojos a Salvador – debes ir cuanto antes donde está ella y enfrentártela.
Una combinación de miedo y resignación se mostró en el rostro de Salvador… de alguna forma él ya sabía que esa sería solución a la que se llegaría.


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