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Capítulo 9: El primer enfrentamiento entre el bien y el mal



La sala se quedó en silencio por un par de minutos. Hasta que esta atmosfera fue interrumpida por Salvador.
-¿Realmente crees que esta es la mejor opción?
-Así es – respondió Diana- la principal razón es que de una u otra forma el que tú la encares es una situación que nos podría otorgar algo de información, recurso del cual carecemos en demasía, en segundo Lugar si se da el mejor escenario planteado, acabaras con Ella en solo unos cuantos segundos y con eso solucionarías el problema de raíz, en tercer lugar si no haces algo ella continuará ganando adeptos que no hará que tu posición mejore y finalmente creo que ella no estaría en ventaja física contra ti ya que de ser así simplemente pudo haber esperado a que tú te mostraras al mundo y atacarte en la primera oportunidad que tenga, sería fácil y rápido y la mejor opción para alguien confiado en sus propias habilidades.
-Pero no sabemos dónde está en este momento.- comentó Emilio.
-Eso es cierto, pero si tomamos en cuenta que se ha entrevistado con el presidente de los estados unidos hace muy poco, apostaría a que si no está en estos momentos con él en la casa blanca, al menos James Burt, sabrá donde ubicarla y si vas a esta hora de la noche a ese lugar, al menos tendrás la ventaja del elemento sorpresa de tu parte y la tranquilidad nocturna.
Era evidente que la Chica había analizado a profundidad la situación y su razonamiento era muy sólido. Por lo que Salvador se puso de pie y miró a ambos con seriedad y dijo:
-Espero que sepas lo que estás haciendo.
Devolviéndole el mismo tipo de mirada, ella le respondió.
-No se te olvide que si las cosas no salen bien, puedes escapar tele transportándote de regreso.
En ese momento una gran luz salió del interior del cuerpo de Salvador, lo que obligó a Emilio a cubrirse los ojos con la mano, cuando la luminosidad se redujo y pudo ver sin problemas, observó a Diana, la chica se mantenía mirando el lugar donde antes había estado el enviado, lo extraño es que parecía que no le había afectado en lo más mínimo el fenómeno que acaba de acontecer, y dijo despreocupadamente.
- Al fin se fue.
-¿He? ¿Es que acaso querías que se vaya?
Diana se puso de pie, tomó su taza y la de Emilio y se dirigió a un extremo de la sala a rellenarlas de nuevo.
-Emilio, ¿es que no te has puesto a pensar que las cosas podrían ser de otra manera?
-¿A qué te refieres?
-¿Qué tal si Salvador es en realidad el enviado de Lucifer y Carla la de Dios?
-Pero ya te dije lo que hizo por la señora Gloria y lo que esta chica ha hecho hasta ahora que no va en concordancia con los designios divinos.
-Todo eso lo has deducido en función de aceptar que lo que él te dijo es verdad, pero ¿si no lo fuera?... pero descuida ahora confío un poco más en ese sujeto y creo que si te ha dicho la verdad.
- ¿Por qué lo dices?
-Si realmente hubiera sido un enviado de Lucifer no creo que hubiera aceptado tan fácilmente el ir a enfrentarse solo a otro ser como él.
-¿Fácilmente? pero si le has dado 4 buenas razones para que vaya.
-Solo son cosas que se me ocurrieron en el momento, si te soy sincera tengo el presentimiento que ese enfrentamiento estará muy igualado por ambas partes.
A miles de kilómetros de distancia hacía el norte de Perú, en uno de los edificios más protegidos del mundo, dentro de uno de sus cuartos de baño un gran resplandor surge a mitad de este, el cual al desvanecerse deja ver a un hombre rubio vestido de negro. Salvador había logrado entrar en la casa blanca, en Washington D.C en Estados Unidos sin que nadie se percate de su presencia. Había estudiado el plano de ese lugar hacia unos años, ya que al ser el principal centro de labores de una de las personas más influyentes del mundo se pensó que sería necesario que lo conozca bien de antemano, y no fue una mala decisión ya que siempre pensó que cuando tenga que entrar a ese lugar sería acompañado del mismo presidente en vigor, pero la realidad fue otra y una persona se le adelantó y lo ha visto forzado a entrar como un intruso, algo para lo que nadie lo había preparado.
Se sintió aliviado de haber llegado al lugar exacto donde había pensado aparecer, y más aun de que hubiera estado vacío en ese momento, ya que debía mantener el elemento sorpresa lo más que pudiera, vio a su alrededor y era el cuarto de baño más grande que había visto en su vida y posiblemente el más limpio. El olor a perfume de rosas le dio una leve sensación de tranquilidad, casi la totalidad del lugar era de color blanco, en las paredes se podía ver algunos papeles colgados desde consejos de higiene, hasta registros del personal de limpieza.
Caminó hacia afuera y abrió lentamente la puerta al asomar la cabeza vio un pasadizo de aproximadamente 7 metros de longitud de color rojo, cubierto por una finísima alfombra del mismo color adornada con decorados dorados y plateados, en las paredes había pinturas de diversas personalidades de la historia del Estados Unidos, avanzó por ese ambiente y a pesar de que la oscuridad le dificultaba la vista prefirió no encender ninguna luz para evitar ser detectado. Al final del pasadizo giró a la izquierda y entro a una sala de conferencias conocida como “Roosevelt Room” Estaba vacía aunque tenía una capacidad para aproximadamente 20 personas. En el centro se encontraba una mesa de madera larga, y en las paredes blancas vio cuadros de personas y paisajes, atravesó la sala tratando de hacer el menor ruido posible.
Al salir de la sala Roosevelt entro a un nuevo pasadizo similar al anterior solo que más largo y circular, pero ya no debía caminar mucho más dado que había llegado a la puerta del despacho Oval. No estaba seguro donde estaría Carla, pero confiaba que la persona que trabajaba en esa oficina se lo podría decir. Dio unos pasos hacia adelante y estaba a punto de tocar la puerta, cuando de alguna forma lo sintió, adentro de esa oficina había un ser vivo que no era humano. No sabía exactamente lo que estaba pasando, pero podía sentir que lo que había en el otro lado era un ser igual que él, era como si un nuevo sentido se hubiera despertado y le diera la capacidad de percibir la cercanía de un ser que representaba un gran peligro.
Finalmente, se decidió levantó la mano y tocó la puerta dos veces. Y fue al oír su voz que sus sospechas se confirmaron:
-Pase- se escuchó.
Salvador abrió la puerta y la vio, allí estaba, sentada en el escritorio del presidente, con la misma ropa que con la que la había visto por televisión, leyendo algunos informes, no se molestó en levantar la vista para saludarlo.
-Le traigo un sobre de parte del presidente.
El hombre se sintió realmente tonto al no haber preparado algo más inteligente, ¿Qué pasaría si no le creé? ¿Se ha dado cuenta ya de quien es en realidad?
-Ha que bueno, debe ser la lista de nombres que le pedí. Por favor, ponla sobre el escritorio.
Salvador comenzó a acercarse hacia ella e internamente repasaba lo que había pensado hacer, “al momento que este lo suficientemente cerca, lo haré. Debo ser lo más rápido posible, un solo golpe… en la cabeza o quebrarle el cuello. Todo me debe de tomar menos de 5 segundos… no, menos de 3 segundos”, junto cuando estaba a solo 3 pasos de llegar a su destino la chica levantó la mirada y le dijo.
-Espera.
El enviado se detuvo instantáneamente, mirando a la chica, mientras los pensamientos volaban a todo velocidad por su mente: “¿Qué pasó? ¿Me ha descubierto? ¿Ya sabe quién soy? ¿Me va atacar? ¿Va a huir? ¿O solo me va a empezar a hacer preguntas?” Todos estos razonamientos se detuvieron cuando la escuchó decir:
-Por favor, ¿Serías tan amable de traerme una botella de Vodka de aquel mini bar?- Lo dijo señalando a la esquina más alejada de la oficina.
-Claro no hay problema.-Respondió Salvador cortésmente y se dirigió a la ubicación señalada.
Al momento de llegar al mueble indicado tomó una botella de líquido transparente, en cuya etiqueta estaba escrito el nombre con letras azules, la levantó a la altura de su cara para inspeccionarla un poco. Luego todo sucedió extremadamente rápido, en el reflejo del objeto que tenía en su mano pudo ver que Carla ya no se encontraba en el lugar donde había estado sentada hacia solo unos segundos, sino que ella se encontraba a solo unos poco centímetros detrás de él con el brazo derecho levantado y doblado en posición de ataque por la forma que había adoptado su mano, el instinto hizo que Salvador se apartara del lugar donde se encontraba solo una décima de segundo antes que el golpe caiga sobre él.
El pequeño mini bar estalló en pedazos por la potencia del ataque de la chica, trozos de madera y vidrio llenaron la alfombra de la sala Oval, la mano de Carla no presentaba el menor corte a diferencia del hombre que estaba a su lado que si bien pudo esquivar el mortal golpe no estaba del todo ileso, la velocidad con la que se movió la chica le hizo un ligero corte en el costado derecho, el cual comenzaba a sangrar.
- Eres más veloz de lo que esperaba. – Mencionó la chica- Esperaba que vinieras hoy, dado el espectáculo que he montado. ¿Cuál es tu nombre?
-Salvador…pensé que sabrías todo acerca de mí.- Contesto el enviado, mientras daba unos pasos alejándose de ella, tratando de mantener una distancia prudente.
-No creas que tenemos un servicio de inteligencia o algo parecido de nuestro lado, de hecho incluso dudábamos de que ya estuvieras en el mundo humano, por ende tuve que hacer mi llegada lo más mediática posible.
Mientras hablaba, Carla acercaba su mano a los trozos de vidrio que había regados en el suelo. Ante la sorpresa de la persona que estaba a su lado, estos pequeños fragmentos se comenzaron a mover y unir por si solos formando una gran espada de cristal, una vez realizado esto la levantó y empuñó en dirección de Salvador, el cual ante este fenómeno solo atinó a decir.
-¿Qué es lo que has hecho?
-Reordené las cargas eléctricas de los átomos en los fragmentos de vidrio de modo que estos se atraigan entre sí y tomaran esta forma, luego reformé sus enlaces atómicos para que se unan en un solo cuerpo y ganen solidez. Algunos lo pueden llamar transmutación de la materia… ¿Tu no lo puedes hacer también?
-No… yo no puedo hacer eso…
Al oír eso ella hizo una sonrisa llena de malicia y avanzó contra él atacándole con su arma con una velocidad sorpréndete, muy superior a la que cualquier artista marcial podría tener. La espada de cristal cortaba el aire generando un ligero silbido, pero a pesar de su sorprendente celeridad esta no lograba llegar a su objetivo, Salvador no había sido entrenado para combatir cuerpo a cuerpo cuando se preparaba para llevar a cabo su misión, pero algunos reflejos instintivos de su vida pasada como asesino salieron a flote, de forma inconsciente pudo deducir que su velocidad y agilidad era superiores a las de su oponente y podía esquivar todos sus intentos de corte, pero si se descuidaba un segundo sería cortado con toda seguridad.
- Te mueves muy bien, no esperaba que esto fuera tan difícil.- Dijo Carla de forma burlona, mientras continuaba tratando de acertar algún corte- Pero esto no puede durar toda la noche.
De pronto la chica dejo de atacar y se detuvo por un par de segundos. Dio un paso hacia atrás para tomar impulso y se lanzó directo hacia adelante con la intención ya no de realizar un corte sino de penetrar el pecho de Salvador, este aprovechó este movimiento tan directo para contraatacar por lo que al momento de evitar el golpe cogió la muñeca de Carla con la intención de romperla, pero ella al verlo actuar de esa forma, con un tono de júbilo dijo:
-Craso error... chico.
Un dolor terrible surgió en la mano de Salvador, lo que lo obligó a apartarla de inmediato y pudo ver una horrible quemadura sobre ella. Mientras que del brazo de Carla se veía una pequeña flama de un fuego de color oscuro el cual desapareció rápidamente. Esta oportunidad no fue desaprovechada por la portadora de la espada, al ver que su enemigo bajó la guardia finalmente logró realizar un hábil corte sobre su pecho. El enviado soltó un gemido de dolor y comenzó a retroceder, sin percatarse que su brazo izquierdo, cuya mano no había sido dañada, estaba siendo cogido por la chica. Nuevamente al contacto de ambos una ligera flama negra surgió y quemó la carne de Salvador forzándolo a golpear a su contrincante con desesperación para liberarse.
-Fuego del infierno.- Dijo tranquilamente Carla – Creo que estarás de acuerdo en que no solo es una excelente forma de defensa, sino que también es un arma poderosa… lo puedo ver solo por la apariencia de tus quemaduras.
El enviado se dio cuenta que no iba a ganar esa pelea por lo que empezó retroceder, se concentró en un punto en la tierra y una fuerte luz cegadora salió de su interior, forzando a Carla a cubrirse los ojos. Y al abrirlos no había nadie más con ella en la oficina del presidente, por lo que gritó con frustración:
-¿HA?.... ¡Yo no puedo hacer eso!


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