^{Por Amado Vázquez Martínez}

Su origen se pierde en la noche de los tiempos en México, usada ampliamente por los pueblos originarios, como los nahuas, que la llamaban «Cempoahualxochitl», o Flor de los 20 pétalos, utilizada para adornar los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus difuntos.

Hoy, esta flor es toda una industria en México, pues además de cultivarse en grandes cantidades en todo el país, tiene usos culinarios y medicinales, además de ser ya parte de nuestras   tradiciones del Día de Muertos, evento admirado por propios y extraños.

LA LEYENDA

La leyenda tradicionalmente más conocida, cita que hace mucho tiempo existieron un par de niños que se conocieron desde su nacimiento, la niña se llamaba Xóchitl y el niño Huitzilin, quienes compartieron su infancia y un buen día subieron a una colina desde donde sabían habitaba el sol, el dios Tonatihú.

Ambos le pidieron su bendición para seguir amándose y él aprobó su unión, pero Huitzilin fue llamado a la guerra, se separaron y luego murió, por lo que Xóchitl le pidió a Tonatihu que la dejara unirse con él en la eternidad.

«Al verla tan afligida, el Dios del Sol decidió convertirla en flor, así que lanzó un rayo dorado sobre ella y creció de la tierra un bello y tierno botón que permaneció cerrado durante mucho tiempo y buen día un colibrí se posó sobre sus hojas».

La flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol, era la flor de cempasúchil, la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí para visitarla.

EL SINCRETISMO

En la época prehispánica, los mexicas asimilaban el color amarillo de esta flor con el sol, por ello, la utilizaban en los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos, ya que, según la tradición, los difuntos regresan al mundo de los vivos, iluminados en su camino por las veladoras y el amarillo brillante de las flores de cempasúchil que les colocan sus familiares para degustar sus platillos favoritos.

Cuando llegaron los españoles, sincretizaron las fechas de celebración, pues la fecha de la celebración nahua de sus difuntos coincidía con la celebración de todos los Santos, dedicado a la memoria de los santos que murieron en nombre de Cristo, que inició en Europa en el Siglo XIII y justo un día después coincidía con la celebración de los fieles difuntos, esto es, la celebración es el primero y 2 de noviembre.

Y es así que tanto las fechas, las costumbres, los alimentos, sumados a la flor de cempasúchil, convirtieron el 1º de noviembre en el Día de Todos los Santos, o de los muertos chiquitos o niños difuntos y el 2 de noviembre para los muertos adultos, que es toda una celebración, como en Oaxaca, donde dura más días.

De su cultivo, México es autosuficiente, ya que para este mes de noviembre la producción nacional será de 27 millones de flores de cempasúchil, equivalentes a unas 20 mil 245 toneladas, que ante todo se cultivan para las festividades de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos o Día de Muertos.

En el 2021 se cultivaron dos mil 27 hectáreas de flor de cempasúchil a nivel nacional, con una producción de 19 mil 442 toneladas y valor superior a 93.4 millones de pesos, lo que habla de su relevancia económica y social.

En la actualidad hay más de 180 variedades de cempasúchil que en los catálogos especializados de semillas, registradas en Estados Unidos, Perú, Bielorrusia, Rusia, Eslovaquia, Países Bajos, Japón, Corea, China y Sudáfrica, entre otros, aunque en México hay 27 y se desarrollan más por parte del INIFAP para conservar esta flor originaria del país.

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