Trabajar en duplas vinculares requiere un esfuerzo mayor al que necesitamos a la hora de movernos individualmente, porque no solo debemos percibir nuestra propia conciencia corporal, sino también la de nuestro compañero de dupla; aprender de sus límites y posibilidades para poder disfrutar del Trabajo en conjunto. En este tipo de movimientos debemos respetar el trabajo correspondiente a cada edad. Si no, la mezcla de edades muy dispares dará como resultado el esfuerzo desmedido por parte de unos y el aburrimiento por parte de otros. Cuando trabajamos con niños es fundamental tener esto presente para evitar frustraciones y excesos.
Hay posturas, estiramientos y trabajos de fuerza que solamente pueden realizar algunos niños y otros no, dependiendo de sus edades. Además, y no menos importante, los niños deben poder interpretar las consignas y las actividades. Por ejemplo ¿qué pasaría si le pido a la dupla con un niño de tres años que trabaje una postura de equilibrio en el aire, o que el niño tome al adulto desde sus muñecas y lo estire hacia adelante? El menor no entendería la consigna, y tampoco tiene la firmeza física para hacerlo. La idea es que la pareja comprenda el trabajo y ambos se enriquezcan con este mutuo entendimiento y no que “el niño haga lo que el mayor le dice”.
En el caso de las Clases Vinculares orientadas a los adultos, estos puntos siguen siendo importantes, aunque se tome en cuenta solamente la condición física, organizando la dinámica en base al vínculo que estamos teniendo en las duplas. Hay posturas y trabajos que sólo se podrán lograr con ciertos vínculos, aunque el trabajo siempre es interesante en todos. Este tipo de experiencias son sumamente enriquecedoras y proactivas, pero debemos ser cuidadosos a la hora de armar las dinámicas. Como instructora que ha adoptado al yoga cómo filosofía de vida considero un deber ético respetar estas consignas a la hora de ofrecer mi trabajo. Como alumna, respeto a quienes realizan su tarea de manera seria y responsable.
María de los Ángeles Bonaudo
