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Sex Consulta: "Me sentí (muy) culpable de disfrutar del sexo"



Esta historia la comparto por petición de Carla* , quien asistió a consulta de orientación sexológica conmigo, ella consideró que su el relato de su experiencia puede ayudar a muchas mujeres.

Carla* tiene 42 años, es una mujer divorciada con un hijo de 10 años, y una nueva pareja estable desde hace 5 años, quien acudió a mi consulta porque quería llevar su sexualidad al siguiente nivel. Su primera pareja había sido un hombre bastante conservador en términos sexuales y ella se había adaptado a esto, no había experimentado muchos orgasmos, jamás había practicado el autoerotismo y deseaba también experimentar su capacidad multiorgásmica.

Después de enviarle unos ejercicios para practicar en solitario y en pareja, pautamos una nueva consulta al mes siguiente, aproximadamente a los 15 días me llamó alarmada, se sentía su angustia, me decía "esto no es normal", después de tranquilizarla me explicó que había descubierto sensaciones espectaculares con los ejercicios y una mayor fluidez en la intimidad dentro de su relación de pareja, de la mano de mayor seguridad para expresarse, sin embargo se sentía culpable, muy culpable "creo que me gusta demasiado y eso no está bien". A este punto pasé a explicarle cómo la culpa hacia el placer sexual es algo que se había instaurado en nosotras las mujeres, con profunda raíces atávicas que venían de la religión, la tradición, en conclusión de la sociocultura. En su relato estaban las etiquetas "ninfómana" y "adicta al sexo", conceptos que le aclaré y que nada tenían que ver con su caso.

La parte que más la alarmaba de su experiencia, es que después de una sesión intensa en pareja, con varios orgasmos incluidos, sintió tal incomodidad en la vulva, sobre todo en el clítoris, que procedió a mirarse con un espejo y se percibió deforme, tanto que desarrolló una conducta hipervigilante de sus genitales, como un trastorno obsesivo compulsivo que la impelía a mirarse varias veces al día: "creo que me hice un daño irreversible" expresaba con terror. Después de hacer una interconsulta con su médico ginecólogo verificamos que no había lesión, le expliqué sobre la sobreestimulación de la luna de miel, lo cual es la forma de designar una saturación los nervios de la zona genital que causa dolor, y que se quita simplemente con reposo sexual de tres días.

La forma de evitar esa sobreestimulación es sintonizarnos con las sensaciones de nuestro cuerpo momento a momento, disfrutar todo el camino sin prisas y sin temores y después de experimentar el primer o el segundo orgasmo escuchar al cuerpo y no ir más allá; cuando estamos muy deseosas de alcanzar el climax podemos acelerar mucho la estimulación sin advertir que nos molesta, este exceso en la intensidad de la estimulación después nos hará sentir esa clase de incomodidad al finalizar el encuentro. Aplicar el principio avance y retroceso, tomándonos nuestro tiempo para conectar cuerpo y mente sin ser demandantes, es la forma de evitar esto.

Con respecto a la observación de la vulva, la manera de eliminar la conducta fue recordar que este tejido cambia de coloración y forma con cualquier estimulo externo, incluyendo los no sexuales como la temperatura, recordemos que es el mismo tejido que el de nuestros pezones, así que es natural haberlo visto diferente después de la relación sexual, esto es fisiológico, recordar también que el ginecólogo había validado que todo esta bien desde el punto de vista anatómico, con sus particularidades de coloración y forma (zonas con diversa pigmentación y hasta percepción de puntos blancos y rojos), además de aclarar que es imposible generar lesiones irreversibles en esta zona por estimulación sexual, aún con el uso de juguetes sexuales con vibración: "la única forma de afectar tu clítoris para siempre es con una ablación quirúrgica como las que lamentablemente se realizan aún en los países africanos por razones socioculturales", le expliqué.

El desarrollo de esa conducta hipervigilante en Carla fue un mecanismo de reforzamiento de la culpa por disfrutar del sexo, lo cual tiene mucha lógica. Hoy, con Terapia Sexológica basada en la Terapia Cognitiva Conductual y el Coaching pudo sanar esos sentimientos disonantes asociados, eliminar la ansiedad y disfrutar de su recién descubierta sexualidad de una forma equilibrada, plena, sana y placentera: "estoy tranquila y feliz, haber descubierto mi placer sexual ha sido una experiencia empoderadora, entendí que haber sentido culpa fue natural por muchas razones pero ese sentimiento ya no forma parte de mi".

*Nombre datos personales cambiados para resguardar la privacidad de la paciente

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