Xi Jinping ya concentra tantos cargos como Mao Zedong, empieza a edificarse un culto a la personalidad similar y tiene un Partido Comunista tan ciegamente entregado como gozó Mao hasta el final de sus días en 1976. Y ha recuperado una práctica desterrada desde entonces: la humillación pública de los oponentes, visualizada el sábado ante 2.300 miembros del Comité Central que no pestañearon cuando el ex líder Hu Jintao, 79 años, era desalojado coercitivamente del Gran Palacio del Pueblo de Pekín.