Por Rosendo Fraga. Director de Nueva Mayoría.
Tras la guerra de Malvinas, la relación entre el Reino Unido y la Argentina tuvo varias etapas.
En el final del gobierno militar, las relaciones diplomáticas siguieron interrumpidas como en la guerra. Con el gobierno de Alfonsín, esta situación básica no se alteró. La política del gobierno constitucional respecto a las islas siguió centrada en no aceptar avanzar en ningún campo, mientras no se discutiera la soberanía, lo que resultaba inaceptable para el Reino Unido.
Con la llegada de Menem a la Presidencia en 1989, se produce un giro drástico. Ambos países reanudan las relaciones diplomáticas y acuerdan dejar el tema de la soberanía fuera de la discusión, para avanzar en las relaciones en las demás áreas: comercio, inversiones, comunicaciones con las islas, transporte, etc. En este marco, hacia fines de los años noventa, las marinas de los dos países realizaron ejercicios binacionales en el Atlántico Sur. Esta misma política, aunque con algunos matices, continúa en los gobierno de De la Rúa y Duhalde.
Con la llegada del Kirchnerismo al poder en 2003, se produce un nuevo giro drástico. La política argentina pasa a ser no avanzar en ningún área en tanto y en cuanto el Reino Unido no aceptara discutir la soberanía. Era la inversa de la política de los años noventa. Las reilaciones bilaterales se enfriaron y la política argentina fue tratar de generar la mayor cantidad de costos y dificultades a la presencia británicas en las islas para forzar por esta vía la negociación sobre la soberanía, lo que nunca llegó a suceder.
El amplio y detallado Memorándum de Entendimiento que se ha firmado el 14 de septiembre de 2016, tiene un alcance y significado político, similar al del acuerdo bilateral alcanzado en octubre de 1989, el que implica retomar la política iniciada entonces.
Ahora como entonces, dejando a un lado la discusión de la soberanía, se acuerda promover la cooperación en todos los campos. Desde la ciencia y la tecnología, hasta el comercio y las inversiones, pasando por el deporte y la educación.
Se incluyen los temas de seguridad y defensa, acordando cooperación en la lucha contra el terrorismo y promoviendo el intercambio entre las Fuerzas Armadas de los dos países. Llevar la cooperación al Atlántico Sur y la Antártida, es un propósito explícito de ambos países en este memorándum.
Se establece un sistema de consultas, que tendrá como eje un encuentro anual de funcionarios de los dos Ministerios de Relaciones Exteriores.
Aunque no se explicite, hay un tema relevante que es la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio. Es que el Brexit lleva al Reino Unido a intensificar la búsqueda de acuerdos de este tipo fuera de Europa. En las negociaciones entre la UE y el Mercosur, la posición británica fue una de las más abiertas y favorables al acuerdo, asumiendo posiciones flexibles.
Si el Reino Unido termina negociando un TLC con el Mercosur o con sus integrantes en forma bilateral después de terminar el Brexit, es algo que definirán las circunstancias del grupo regional en los próximos años. Pero hay un detalle significativo: discretamente la Cancillería británica ha designado un representante para el comercio con Brasil.
Pero en un marco más amplio, lo que ha sucedido entre Argentina y el Reino Unido, es un capítulo más de la política de reinserción internacional y reestablecimiento de relaciones con países del mundo desarrollado que el Kirchnerismo había desatendido, de la Administración Macri.
