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La tendencia a etiquetar un "malestar psíquico" a partir de las tribulaciones normales de la experiencia humana, la consideración de esa aflicción o turbación como patológica, como enfermedad que se debe abordar desde la psiquiatría y la farmacología, y la continua conversión de las emociones humanas en Enfermedades Mentales es lo que se denomina "psiquiatrización de la vida cotidiana".


La angustia por la situación económica o política, los divorcios, despidos, separaciones, muertes de Seres Queridos, enfermedades graves, agitación por exámenes finales y oposiciones, catástrofes, etc, siempre han existido. Los llamábamos "problemas de la vida" y las congojas que traían consigo no eran consideradas como enfermedad. 

En lo que se refiere a las "enfermedades mentales", la campaña de guerra psicológica desatada desde finales de 2019 sobre la población mundial con la excusa del Covid ha dado los resultados probablemente esperados por sus planificadores.

Desde el inicio de la plandemia de terror del Covid, el estrés por las amenazas sanitarias, las consecuencias económicas, el deterioro de la salud, la pérdida de seres queridos, apoyo social y las turbaciones emocionales se han incrementado en la población de todos los países en los que se han realizado mediciones con los instrumentos de diagnóstico estándar.

La ola de terrorismo mediático que condimentó la plandemia del Covid fue la "tormenta perfecta" que catalizó el sufrimiento y el descontrol de las personas y desató todo tipo de malestares difícilmente catalogables, diferenciables y cuantificables.

En el caso de España, la Encuesta de Salud Mental efectuada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en febrero de 2021 arrojó una catarata de síntomas físicos experimentados por la población: cansancio (51,9%), insomnio 41,9%), dolor de cabeza (38,7%), de espalda (37,9%), de articulaciones (33,1%) y palpitaciones (22,7%).

Las expresiones emocionales manifestadas con frecuencia fueron: desesperanza con respecto al futuro (24,9%), alta preocupación por muchas cosas sin poder controlarla (24,5%), inquietud (22,1%), agobio y estrés (21,8%), mucha tristeza o depresión (19,8%), soledad (17,2%), mucha ansiedad o miedo (15,7%), irritabilidad, ira, enfado o agresividad (13,8%).

Un 15,8% de la población (9,4% hombres y 22% mujeres) informó haber sufrido "ataques de pánico", dentro del concepto corriente entre la población. Y se etiquetó como Trastorno de Pánico, según la receta al uso, en el 11,3% de las personas que expresaron su preocupación por las consecuencias en su salud que traerían esos "ataques de pánico".



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