Otro día más se confirma que los tiempos del mercado han cambiado para bien.

Como suena, para bien, porque volver a “disfrutar” de la volatilidad, también conocida como inestabilidad, significa que la normalización de las políticas monetarias se está extendiendo a las inversiones, al fin y al cabo como tenía que ser.

Sin embargo queda claro que para los bancos centrales los inversores aún no están preparados para dejar el biberón y por eso han tenido que suavizar el mensaje en cuestión de semanas en el mejor de los casos, días en el peor. Así se ha leído el acta de la última reunión de la Reserva Federal y para disipar cualquier duda o malentendido, ayer mismo Jerome Powell reafirmó la intención del FOMC de ir adaptando las políticas al entorno, tanto económico como financiero.

En el mismo sentido salió el acta del BCE, es decir, la subida más o menos prevista del tipo de depósito para verano se traslada a cierre de año y aún está por ver en qué queda todo esto finalmente. Y es que, como dice el banco, a los ya clásicos problemas de las tensiones comerciales y el siempre impredecible factor político, ahora se ha sumado el desplome de los mercados financieros. Así pues, la pregunta es en qué medida hemos vuelto al “cuanto peor, mejor”.

Claro que de ser ciertos y palpables los progresos de las negociaciones entre EE.UU. y China, como así nos están queriendo hacer pensar ambos, podemos pasar al mejor-mejor, aunque solo sea por un breve espacio de euforia.

Buen fin de semana.

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