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República Dominicana ¿paciente con enfermedad holandesa? (Parte II)

Fernando Barrero
Vicerrector Académico y de Investigación 

 

En la entrega anterior se mencionaron los síntomas para adquirir la “enfermedad holandesa”, donde se relacionó, en síntesis, la apreciación cambiaria, la desindustrialización y la aparición del déficit comercial. También se indicó que la República Dominicana evidenció una revaluación del peso desde enero de 2021 (8%) con mayor pronunciamiento durante el presente año (7%), una Inversión Extranjera Directa (IED) que alcanzó los US 1.871 millones entre enero y junio de 2022 (expansión de 8 % respecto al mismo período de 2021 y de 20 % en comparación con el primer semestre de 2019) e incremento exponencial de exportaciones de bienes agropecuarios en 32.3% (año móvil abril-marzo 2019 frente a 2022). 

¿Con este primer pulso se podría diagnosticar este padecimiento? 

Para resolver esta pregunta se debe recurrir, además de los síntomas iniciales – pulso -, a un “análisis clínico” y a la experiencia de naciones que lograron eludir esta enfermedad. Según la literatura reciente, los “indicadores clínicos” de la enfermedad holandesa son: 

  1. Convertirse en un país de abundancia natural por el descubrimiento de una fuente de energía.
  1. Utilizar más mano de obra y tecnología para este sector que otras áreas y simultáneamente el declive en otras áreas, especialmente la manufactura.
  1. Más producción significa exportar mucho, posteriormente, más reserva de divisas provoca la fortaleza de la moneda local.
  1. El efecto del gasto público descontrolado da como resultado la pérdida de competitividad de los precios de los bienes y servicios exportados.
  1. Mayor tasa de desempleo (o de la informalidad), ya que no se necesitan demasiados trabajadores en otras áreas.
  1. El bajo nivel de rendimiento económico a largo plazo cuando se agotan los recursos energéticos.

Al revisar a los “pacientes” que no tuvieron necesidad de ser admitidos en la “Unidad de Cuidados Intensivos Económicos”, Noruega es un claro ejemplo de un país que tan solo presentó uno de los síntomas, su riqueza en yacimientos de petróleo, ya que es el tercer exportador del mundo después de Arabia Saudita y Rusia; pero evitó las demás señales para poderse “contagiar”: logró manejar de manera adecuada sus ingresos mediante políticas y programas de inversión en educación (modelos educativos centrados en investigación y entrega de becas a estudiantes en prestigiosas universidades extranjeras) y en tecnología; estableció fondos petroleros en el extranjero para regular los altos ingresos por exportaciones y así evitar apreciación de la moneda local; manejó una prudente política fiscal; redujo su deuda externa y, lo más importante, controló detalladamente el uso de los fondos públicos, aspectos que ubican a este país en uno de los primeros lugares en competitividad y transparencia del mundo. 

Otro ejemplo destacable de la prevención de la “enfermedad” es Indonesia país en desarrollo con auge petrolero que optó por diversificar la economía invirtiendo en educación, investigación y desarrollo, infraestructura, servicios sociales y otros proyectos productivos. Además, mantuvo los recursos laborales en los sectores energéticos y no energéticos bajo control, de forma que logró estabilizar la tasa de desempleo. 

Por lo previamente expuesto se requiere identificar los “síntomas de esta enfermedad” por parte de la República Dominicana. Al respecto, es importante resolver las siguientes preguntas: 

¿La explotación de minerales en el país lograría crecer lo suficiente para reducir la participación de otros sectores en el PIB y conllevar a la desindustrialización? Según las cifras del Banco Central de la República Dominicana, el sector minero del país participa actualmente (ene – mar 2022) con menos del 2% del PIB total, se ha mantenido por debajo de este nivel desde 2007 y, por ahora, todo sugiere que se encontrará en esos niveles. 

¿La apreciación del peso dominicano se debe a la reserva de divisas y estas provienen del sector extractivo? A julio de 2022, el Banco Central de la República Dominicana informó que las reservas internacionales se mantuvieron en niveles históricamente altos, en torno a los US$14.250 millones, equivalentes a 13.1 % del PIB, esto contribuyó a moderar las presiones inflacionarias de origen externo. El crecimiento de divisas provino del sector turístico y del incremento en exportaciones de la industria (nacional y zonas francas, 30% ene-mar 2020 vs. ene-mar 2022). 

Tan solo con esos dos “análisis clínicos” anteriores se podría descartar en la actualidad un posible “contagio de la enfermedad holandesa” en el país. 

Independientemente de lo anterior, los expertos coinciden que, para lograr mejorar la competitividad de un país y reducir la posibilidad de adquirir cualquier “enfermedad”, se requiere el control del nivel de gasto público (con transparencia) e incrementar la inversión pública en función de aumentar la productividad e innovación tecnológica.

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