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Aplicación de la Matriz BCG a 4 tipos de relaciones profesionales.

Cómo evolucionan las Relaciones profesionales
Por Isabel Jiménez Muriel.
Gestión de Personas.

Aplicación de la Matriz BCG a 4 tipos de relaciones profesionales. 

¿Conoces la matriz BCG? ¿Pueden las relaciones profesionales (y también las personales) clasificarse, como los productos, en Incógnitas, Estrellas, Vacas y Perros? Yo creo que sí.
 
En el artículo de hoy (actualización de tres artículos publicados previamente y fruto de lo vivido y/u observado) compartiré mi análisis con vosotros, invitándoos a incluir en comentarios vuestra opinión para enriquecer el debate.

Indice de contenidos
1. Relaciones Incógnitas: las primeras, las más excitantes y exigentes
2. Relaciones Estrella: las que nos hacen sentir especiales
3. Relaciones Perro: mantenerlas nos da pereza
4. Relaciones Vaca lechera: las que real y honestamente debemos cuidar

1. Relaciones Incógnitas: las primeras, las más excitantes y exigentes


Las relaciones incógnitas son aquellas en las que se invierte muchísimo tiempo, esfuerzo y esmero para lograr visibilidad ante la persona elegida. Al inicio, toda relación es incógnita, no sabemos cómo evolucionará.

Si la persona nos interesa (bien porque realmente tengamos puntos en común, bien porque pensemos que el estar bajo su sombra nos aportará algo a largo plazo) pondremos todo de nuestra parte para demostrar que estamos ahí, que puede confiar en nosotros, solícitos y abnegados con lo que necesite (aunque nos pida la luna), siendo más o menos empalagosos, directos y/o sinceros.

En esta etapa el ROI es bajísimo. Nuestro beneficio es ridículo, más allá de la esperanza, sin duda, importante. Recibimos menos de lo que damos. Pero no importa. Apostamos fuerte desconociendo si ganaremos. Siempre que el acercamiento sea sincero, la ilusión compensará cualquier escollo en la relación. De no ser así resultará tremendamente arduo trabajar en ella casi a diario.

¿Quién no ha observado este tipo de relación en el entorno laboral?
Desde el comportamiento del/la nuev@ que llega al departamento y que quiere agradar, lanzando las redes y buscando el apoyo necesario para subsistir en los primeros pasos por la organización. Hasta la danza de resituación que se produce ante un cambio de manager.

Todos contamos con un elevado número de relaciones incógnitas en nuestra mochila vital. ¡Afortunadamente! ¡No podría ser de otra forma!
Con el tiempo (y la edad) aprendemos que la incertidumbre da vidilla pero con límites y con cuidado. Dejarse llevar por la necesidad imperiosa de agradar a la otra persona, puede hacer que perdamos en el intento más de lo que aparentemente vayamos a ganar.

Pasado el tiempo, las relaciones incógnitas:
  • Evolucionan a otro tipo de relaciones (Estrella, Vaca o Perro)
  • Mueren. No ha podido ser. Por mucho empeño que le hayamos puesto no se ha establecido la química necesaria para que la relación prospere.
En la segunda de las opciones la bancarrota de nuestro bolsillo anímico será directamente proporcional a lo apostado durante el cortejo y a la sinceridad con la que hiciéramos la aproximación. Pero sólo nosotros sabremos si realmente mereció la pena intentarlo.

2. Relaciones Estrella: las que nos hacen sentir especiales


¿Ves a esa pareja que pasa todo el tiempo juntos como auténticos agapornis? ¿La ves? ¿Si? Esa es sin duda una relación estrella. En la relación estrella seguimos invirtiendo mucho esfuerzo, tiempo, ganas y alguna que otra renuncia, pero a diferencia de la relación anterior, comenzamos a obtener beneficios. El ROI comienza a despegar. 

Al principio puede que sólo consigamos migajas de atención: un saludo o un café más largo de lo habitual o el poder sentarte a su lado en una reunión enviando al resto de la organización la señal deseada: “Que lo sepa todo el mundo, soy su amig@”

Con el tiempo, si lo haces bien y a la otra parte también le interesas, los beneficios irán in crescendo: asistir a un curso muy demandado y con pocas plazas disponibles, defender tu postura en un conflicto, enterarte el/la primer@ de noticias importantes y también, por qué no reconocerlo, de chismorreos jugosos, el obtener ayuda en el proyecto con el que andas atascad@, el perdón por algún que otro descuido…

¿Quién no ha vivido este tipo de relación electrizante?
Precisamente por su energía es aconsejable tener en cuenta que cada vez la relación requerirá mayor exclusividad, con su otra cara de la moneda, la del aislamiento. Es importante mantener parcelas relacionales separadas, algo que en algunos casos y con determinado tipo de compañeros es prácticamente imposible.

¿Cómo evolucionan las relaciones estrella en el ámbito profesional? Es difícil generalizar, pero normalmente (al menos esa ha sido mi experiencia):
  • La complicidad y el nivel de comprensión hace que se convierta en una amistad auténtica, donde el equilibrio entre las partes, el respeto, la aceptación y el apoyo mutuo existen realmente, sin segundas o terceras intenciones.
  • Se establece tal normalidad, que la relación se mantiene sin apenas inversión, las convertimos sin querer o queriendo en relaciones vacas lecheras. Estarán ahí siempre. O eso creemos.
  • El hartazgo ante la sumisión. Hay estrellas que tienen que brillar con luz propia siempre y necesitan el reconocimiento constante. Los roles quedan repartidos: de una parte la madrastra de Blancanieves y del otro el espejito, espejito mágico.
  • La monotonía hace que, como decía Gila, donde antes había un hermoso lunar, crezca ahora una verruga horrorosa. Nos aburren un poco, comenzamos a diversificar nuestra atención.
  • Descubrimos una nueva estrella en el firmamento de nuestra organización y toca recolocarse. Sin pudor apagaremos la luz de la anterior y nos lanzaremos de nuevo a la carrera.
En esta danza es conveniente no olvidar que los caminos son bidireccionales. Unas veces seremos víctimas y otras verdugos.

3. Relaciones Perro: mantenerlas nos da pereza


Las relaciones perro son auténticos pozos sin fondo y ¡sorpresa! aportan un ROI no bajo sino lo siguiente: nuestro beneficio es mínimo, y el esfuerzo que hacemos al relacionarnos es tremendo. 

Ya no sentimos mariposas en el estómago, ni buscamos con interés la compañía de la otra persona. Lo hacemos sin ganas, pero ¿por qué las mantenemos?
  • Porque hemos dado tanto, nos hemos posicionado tanto, que ya no podemos huir de ellas, la situación dentro de la organización no lo permite.
  • Porque creemos firmemente que son el camino directo que conducirá a personas importantes, con poder, las que serían nuestras estrellas potenciales y de las que estamos alejados. Pura gestión de un networking un tanto hipócrita, pero al fin y al cabo una red de contactos importante para la supervivencia en la selva de la oficina.
  • Porque nos hemos quedado atrapados en ellas. El haber vivido una relación estrella llevada al extremo de exclusividad, ha generado a nuestro alrededor un agujero negro y ¿quién aguanta la soledad más absoluta y el vacío en una organización? En estos casos mejor mal acompañado que sólo.
  • (…) ¿Alguna más? Seguro que sí, sin duda. Somos expertos en justificar nuestras acciones.
Estas relaciones dejan un regusto amargo en la boca. Al mirarnos en el espejo cada mañana, nos decimos “hoy cuando me llame para tomar un café, diré que estoy ocupad@”, pero llegado en el momento… no lo hacemos. Un buen día desaparecerán, cuando dejemos de interesar a la otra parte, o cuando seamos lo suficientemente valientes para mandarlas bien lejos. Ese día respiraremos aliviados.

4. Relaciones Vaca lechera: las que real y honestamente debemos cuidar


En todo este periplo de búsqueda de nuevas figuras estelares, sondeos de amistad, interés y manejo de hilos, solemos olvidarnos de las relaciones más importantes en el ámbito profesional, esas que creemos que van a estar ahí siempre, que son como el cactus pegado a la pantalla del ordenador y no necesitan agua para sobrevivir. Nos confundimos.

¿Cómo identificarlas?
Créeme, es muy fácil. La mayoría de las relaciones vaca lechera, forman parte de ese minúsculo porcentaje de relaciones profesionales que evolucionan hacia la amistad. Su ROI es altísimo: obtenemos grandes beneficios con una inversión ridícula.

Podemos pasar semanas sin mantener una conversación pausada y en condiciones con esa persona; pero si algún día salimos depres y queremos que alguien nos escuche, levantaremos sin pudor el teléfono y les estamparemos todo lo que nos preocupa, esperando que con empatía, nos escuchen y nos ayuden a lamernos las heridas.

¿Egoístas? Desde luego.
¿Cuidar de ellas? Quien no lo haga es un estúpido, como dije al principio, si llegaron a convertirse en “vacas” es porque la amistad se gestó de manera sincera. Y tal y como están los tiempos ¿es sensato perder redes emocionales auténticas dentro de las organizaciones? Sinceramente creo que no. Una cosa es ser vaca lechera y otra muy distinta idiota.

Si no las cuidas, llegará el día, en el que queramos ordeñarla y no nos será posible sacar nada de ella. Estupefactos nos indignaremos ¿qué mosca le habrá picado? Sin querer aceptar una premisa básica: Toda relación necesita de mimos, de estar, de dar y recibir. Si no lo hacemos… atengámonos a las consecuencias.

Tal vez hace mucho que tú te convertiste para esa estupenda vaca en el perro del que quería deshacerse y simplemente lo ha hecho.


RECUERDA:

Muchas personas pasan por nuestra vida pero sólo muy pocas llegan a ocupar un gran lugar en nuestro corazón #cita Adam Smith

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Isabel Jiménez Muriel
Sep 22, 2019

Licencia:
No especificada.

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Isabel Jiménez Muriel

Unidad de desarrollo profesional D.Gral.RRHH del SERMAS
Gestión del conocimiento - Mentoring - Comunicación - Procesos
Madrid, Madrid, España
https://www.linkedin.com/in/isabeljimenezmuriel/
https://twitter.com/isabeljmuriel


    Fuente: Gestión de Personas
    Imagen: professional-relationships.jpg

    De la misma autora: Isabel Jiménez Muriel

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