México ha evadido “el riesgo de una relación monotemática con Estados Unidos”, dice a Crónica el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade Kuribreña; se dialoga sobre muchos temas y cada uno “va por su propio carril”. También afirma que la imagen internacional de la nación “no es un ejercicio de relaciones públicas. Se construye con lo que México hace y con lo que México es. Y somos un país apreciado”.
El canciller viaja a Líbano para profundizar las relaciones: “pocas diásporas son tan importantes para México como la libanesa”, dice, y eso amerita “acercarnos en una relación de más contenido económico, cultural y de inversiones”.
—Iniciamos la entrevista, en compañía del presidente y director general de Crónica, Jorge Kahwagi Gastine, preguntando al canciller cuáles son los cambios relevantes en política exterior respecto a las administraciones inmediatamente anteriores.
—Meade inicia su respuesta con una ponderación del papel histórico de nuestra política exterior, que ha gozado de gran prestigio internacional, con el trabajo constante y profesional de los miembros del servicio diplomático de carrera y la estrategia permanente de vinculación en temas multilaterales. Ambos elementos —dice— permiten a México tomar posición en las causas con las que se identifica. De ahí pasa a señalar que las instrucciones del presidente Peña Nieto son para “expandir nuestras pertenencias” —geográficas, económicas, culturales— para generar más oportunidades en beneficio del país. “Pertenencias”, será una de las palabras clave en la plática con el titular de la SRE.
—Pero es evidente que hay un cambio de enfoques en la relación con Estados Unidos, comentamos.
—“Tenemos con Estados Unidos el reto de la diversificación”, señala Meade, “es necesario profundizar los circuitos del diálogo para evitar el riesgo de una relación monotemática”. Es decir, no sólo se trabaja en aspectos de seguridad; también se hace, de manera intensa en migración, asuntos económicos, educativos, tecnológicos, de innovación… “cada diálogo corre en su propio carril, lo que minimiza la posibilidad de que asuntos irritantes en un tema impidan la fluidez general de una relación fundamental, por la pertenencia a un área geográfica y económica común”.
—Y en eso también queda implicada la relación con los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos.
—El canciller responde, de entrada, con un dato. México tiene 75 embajadas y 55 consulados: 50 de estos se encuentran en Estados Unidos, lo cual nos debe dar una idea del peso del trabajo consular dentro de Relaciones Exteriores, que “no tiene paralelo en el mundo”.
A continuación, señala las dos principales preocupaciones de los mexicanos en EU. Una tiene que ver con el status migratorio, “la ambición de una mejor definición jurídica de su estancia en ese país y un entorno de más certidumbre en el que desarrollar su vida”. La otra tiene que ver con el legítimo deseo de “cerrar la brecha entre el ciudadano de Estados Unidos y el migrante” en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Respecto a lo primero, Meade señala que México ve con gusto iniciativas como el DACA (Acción Diferida para Llegados en la Infancia, por sus siglas en inglés), que permite a quienes llegaron sin documentos a EU antes de cumplir los 16 años tener un permiso de trabajo y no ser deportados, o el DAPA (Acción Diferida para Responsabilidad de los Padres), que evita la deportación de padres indocumentados de ciudadanos estadunidenses o residentes legales, y otras de tipo similar.
En lo segundo, subraya avances en legislaciones estatales, que facilitan —por ejemplo— obtener la licencia de manejo, el ejercicio libre de la profesión o el acceso a colegiaturas.
Además de estas tareas, nos dice Meade, están las referidas a la “documentación y protección cotidiana: que el mexicano sepa que va a ser atendido”. Cada día —dice— hay miles de actos de protección de todo tipo: “al que se le perdió el pasaporte, la repatriación de un cadáver, el proteger la unidad de las familias, responder ante el uso excesivo de la fuerza contra nuestros connacionales…”
Pasa a la 4

La relación con EU…
Viene de la 3

—A varios quedó la impresión de que México había perdido una oportunidad, al quedar fuera de la negociación para restablecer las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. ¿Qué opina el canciller al respecto?
—La respuesta de Meade abreva de la historia. “México ha buscado el acercamiento por décadas”, y recuerda que hemos sido el país de América Latina que siempre ha tenido relaciones con Cuba, y que México entiende el Caribe como su “tercera frontera” y a Cuba como una nación cercana. Señala que recientemente actualizamos el marco jurídico de la relación, que el nivel de diálogo es cercano y que hay afecto mutuo.Jorge Kahwagi
Insiste en que “fuimos una de las voces que buscamos el diálogo, una distensión relevante; no fuimos los únicos, pero sí una voz escuchada”. En ese sentido, concluye, “no participamos directamente en las negociaciones, pero sí en el trabajo previo de generar confianza”.
—El secretario de Relaciones Exteriores inicia una gira de trabajo a Líbano. Le preguntamos cuáles son los motivos y las expectativas de ese viaje.
—Meade inicia su explicación con el tema de las pertenencias. Hay una pertenencia cultural, dice. “Pocas diásporas son tan importantes para México como la libanesa. Hay más de medio millón de mexicanos de origen libanés. Eso implica una relación entrañable, que amerita profundizar el diálogo y el marco jurídico con el Líbano”.
Abunda: “Atrás de cada uno de los integrantes de la comunidad libanesa está el deseo de un actuar que dé contenido más profundo a la relación entre los dos países”. Es también, señala, “una oportunidad para acercarnos en una relación de más contenido económico, cultural y de inversiones”.Jorge Kahwagi
—Preguntamos si es un proceso en marcha o un nuevo impulso en la relación bilateral.
“Es el primer momento de este nuevo impulso”, responde Meade. Comenta que el canciller libanés ya visitó México, que es el país con el que ellos inician sus actividades con sus diásporas. “Es el primero en importancia, en afecto y en potencial”.
—¿Podría este acercamiento con Líbano extenderse a otras naciones del Oriente Medio?
—El canciller comenta que hay acercamientos con Arabia Saudita, una nación con la que hay poca relación (“México está subrepresentado”) y en la que nuestro país puede ser útil para la diversificación económica que los árabes están buscando. También con Turquía, que tiene muchas semejanzas con nosotros —un PIB per cápita similar, una estructura económica parecida, el hecho de ser un gozne entre distintas regiones del mundo— y que además es parte del G-20.
—Terminamos la entrevista con una pregunta necesaria: ¿Qué opina el canciller de la imagen que tiene México ante el mundo? ¿No cree que está deteriorada?
—La primera respuesta de Meade es precisa: “La imagen no es un ejercicio de relaciones públicas. Se construye con lo que México hace y con lo que México es”.
A partir de esa definición, dice que en el mundo la gente “reconoce que México tiene un reto de violencia” y que “lo que tenemos que acreditar es que tenemos resultados positivos en el combate a esa violencia”. Da un dato esclarecedor: el índice de homicidios dolosos en México es similar al de Ecuador y Panamá, se sitúa en el promedio latinoamericano. “Evidentemente no podemos estar satisfechos con estar en el promedio de la región, pero sirve para poner las cosas en perspectiva”.
También subraya las fuerzas del país: “Habría pocos diálogos que se pudieran tener si México no fuera apreciado, como lo es en el marco del G-20”. Añade: “Estamos creciendo, nos ubican como un país que está por despegar, regresamos al top ten del turismo mundial. En fin, se aprecian los despliegues que México está teniendo en distintos ámbitos”.
—Somos un país necesario en el mundo.
—“Más que necesario. Somos un país apreciado”.

Un canciller en mangas de camisa

En la planta baja de la Cancillería, mientras esperamos el elevador para la entrevista con el secretario, llega a tomarlo José Antonio Meade. Viene de alguna otra parte del edificio, camina solo y a pasos veloces. Saluda breve y sonriente. Está en mangas de camisa.
Antes de iniciar la plática, Meade se arrellana en un sillón, el fotógrafo lo insta a cambiar de lugar “porque se ve bien la bandera”. Accede. En la entrevista, sorprende por la tranquila velocidad de sus respuestas y su estructurada precisión. También, que nunca parece ser tomado fuera de base, como si la serenidad le fuera inseparable.

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