Quién cortará las uvas nuevas,
cuando pensando en el vino
y en las últimas pasiones
se reúnan los viejos amigos?

Quién subirá la montaña,
donde los silencios ahogados,
posibles herederos del alma
hagan concretos los sueños?

Quién será el que determine,
en cada nostalgia honda y ciega,
que los lirios y los crisantemos
sean las flores de la despedida?

Quién callará dos veces,
cuando el fulgor del agua,
que corre atrevida por el campo
inunde la tierra labrada?

Quién escuchará a mi padre,
cantar las coplas dolidas,
en la noche última
bajo el diáfano cielo otoñal?

Quién atenderá el llanto de mi niño,
cuando el camino se divida,
en el instante en que muera
mi carne pálida y mi alma azul?