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LOS POBLADORES LLEGAN A AMÉRICA 3

"¿Que no están los barcos listos? ¿Que el corsario inglés ha robado uno de los navíos que tenían preparados para mí?" Gonzalo da Ronquillo gritaba y golpeaba el suelo con los pies, sus manos cogieron por el cuello de la camisa al oficial del puerto de Panamá que en voz muy baja se lamentaba de haber sido víctima de Drake. Don Diego separó a su primo del inocente soldado y le pidió que se tranquilizara.
Panamá era un pequeño pueblo en comparación con Cartagena, las poblaciones de la parte oriental de América eran muy jóvenes y carecían de todo.
- No sé cómo disculparme por este problema - decía el gobernador de Panamá a su invitado que refunfuñaba en una silla de la casa de madera que cumplía las funciones de residencia oficial. - Nadie podía esperar que el corsario Drake pudiera atravesar el Estrecho de Magallanes y subir por el Mar del Sur. Es muy inteligente y peligroso.
    El gobernador temía la reacción de Ronquillo cuando le dijera lo peor, por eso dilataba el momento.
    - De todas formas, lo capturaremos muy pronto. Sabemos que ha perdido a muchos de sus hombres en el Estrecho, al menos cuatro barcos y otro grande se hundió en la costa de Perú. Pero es muy listo y con un solo navío ha seguido subiendo y robando en todas las poblaciones que ha encontrado a su paso hasta que llegó a nuestra altura y se topó con el barco que venía a Panamá para esperarles. Lo asaltó en el mar y cogió a uno de los pilotos... y las cartas de mar y del virrey de Nueva España que mandaba instrucciones para usted…
      El gobernador espiaba el semblante de don Gonzalo mientras decía esto último, pero Ronquillo estaba demasiado desmoralizado para captar lo que quería sugerirle.
      - Sin embargo, no creo que hayan cogido el derrotero de Filipinas, el camino es muy largo... Claro que ahora conocen la ruta.
        Esperó un poco mas, a ver si su invitado reaccionaba y se daba cuenta del peligro y los problemas que podían surgir ahora que el peligroso pirata conocía el camino de los españoles hacia las nuevas tierras de Filipinas. El silencio de don Gonzalo era pertinaz. ¿Qué podía ocurrir si al pirata le daba por interceptar los barcos cargados de mercancías que hacían la ruta entre América y Filipinas? Como no había respuesta prosiguió hablando.

        - Han salido desde Perú dos navíos con sus bergantines y soldados para cortar la retirada de Drake y estudiar las posibilidades de fortificación del Estrecho. Ahora es invierno y no pueden regresar a Inglaterra. Van muy cargados, sabemos que tienen municiones y provisiones en abundancia. Hace poco hemos recibido la mala noticia de que asaltaron Guatulco. Los soldados no supieron reaccionar y los corsarios se hicieron los dueños de la ciudad. Tenemos muchos problemas porque hasta esta parte no llega la artillería pesada, es casi imposible atravesar la selva cargados con cañones y piezas gruesas; las municiones escasean... Pues, lo que le iba diciendo, para que usted comprenda la crueldad de esos demonios, entraron en la iglesia de Guatulco y la emprendieron a cuchilladas con el crucifijo. ¡Un crucifijo! Prendieron al clérigo y a dos españoles, los desnudaron y obligaron a recorrer las calles mientras les pinchaban con los puñales y machetes. No mataron a nadie. Saquearon la ciudad aunque ellos tienen ya de todo. Riéndose marcharon, y avisaron que se fueran preparando nuestros hermanos de Acapulco.

            Don Gonzalo era consciente de las carencias de la zona y la situación límite que había ocasionado el pirata. Todos tenían su parecer sobre las intenciones de Drake, las cartas viajaban entre México, Panamá, Perú, Guatemala y Nicaragua llevando ideas sobre la mejor manera de cortar su retirada. En México se abogaba por avisar a Filipinas para que se fortificaran por si a Drake, que tenía las cartas de navegación, se le ocurría buscar una salida por la llamada navegación de los portugueses. En Perú defendían la tesis de mandar expertos que estudiaran el Estrecho de Magallanes y vieran la efectividad de fortificarlo. La audiencia de Guatemala dio un aviso y se acuerda enviar a doscientos hombres en persecución del inglés. Todos están de acuerdo en que la mejor defensa del Estrecho son las galeras. Las múltiples tesis se resumen en el informe que Juan Bautista Gessio preparó para Felipe II, fechado el 27 de agosto de 1.579.


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