No han habido paseos por larguísimas avenidas. Ni me ha asaltado el frio sin un centavo para comprar cigarros; todo de noche y en una ciudad donde no te conoce nadie.
No. Ninguna desconocida me llamó para continuar la plática. Nadie escribió en su diario mi nombre y me ha dicho que me recuerda cada que escucha una canción.
No he espiado con el rabillo del ojo a la pareja de alemanes en la mesa de al lado mientras espero mi filet mignon. Dignos con su botella de château mouton rothschild pero tristísimos y pálidos.
Esta oficina Absurda, llena de papeles absurdos, mi ocupación absurda y mis preocupaciones absurdas.