Con la cabeza en las manos, el alma destinada al infierno y el corazón sangrando, Raquel se pasea asustando a los niños del barrio. Sabe que sus días están contados.
Con la cabeza en las manos, el alma destinada al infierno y el corazón sangrando, Raquel se pasea asustando a los niños del barrio. Sabe que sus días están contados.
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