Limónov pertenece a ese grupo de autores interesados en que no se pueda distinguir entre su vida y su Obra porque consideran que su mejor obra es su vida y «[e]n la vida —escribe Tania Mikhelson en el epílogo—, como en la literatura, todos los géneros son buenos excepto los aburridos. Y Limónov los barajóSigue leyendo "El Hombre sin amor"