¡Vi a Dios! ¡Vi a Dios! Lo vi en el Huerto, en el cerro y en los cielos. Con el cabello rubio que le seguía por el suelo, y sobre el corazón, un clavel. ¡Vi a Dios! Dejé la casa, que quedó, allá, oculta, baja, entre sus neblinas, entre el humo. Y cruzo todo el huerto, todo el cerro, todo el cielo. ¡Vi a Dios! ¿No advierten una mujer que