Estaba cansada de esperar pero el hombre llegó puntual y lo vi sonreírme con timidez el primer nombre. Me dijo que era Él y repitió en voz baja, como si lo dibujara o moldeara, el montón de circunstancias que nos habían separado. Yo deseaba creerle, pero él no era Él. Gemelos, Hermanos mellizos me obligué a pensar. Pero Jesús nunca había tenido hermanos, este Jesús mío. Me besó cariñoso