Para cada palabra que nace en una hoja cualquiera
existe un color, un olor y un sonido
y para cada piel que se estremece, o para cada grito sordo
existe una contención, desde el abrazo, o desde el mismo verso.
Cuando las soledades, propias o ajenas, causan vacío
siempre asoma, subrepticio y misterioso, el consuelo,
porque del otro lado de una puerta, está la calma y un poema.
En las miradas hondas, y en el hálito de quién te ama
reuniremos por siempre, lo intangible y perdurable.
Tal vez, esto sea la eternidad.
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