Lo decía Marsillach en una de sus viejas series de televisión, quizá aquella que interpretó Lucía Bosé y a la que puso música Luis Eduardo Aute. Una dulce sorpresa acostumbrada, así había definido al amor, o quizá se refería a la vida. Y así había aprendido Ángela a reconocer los vaivenes de la vida, dejados atrás los siempre más veleidosos vaivenes del amor. Desde hacía más de quince años, por