Mientras escribo esto y el mundo se desmorona a mi alrededor, me sorprendo a mí mismo pensando de nuevo en Helena, recordando la belleza infinita de su cara, deslizándome por sus rizos de avena y suspirando por la tibia calidez de su piel blanca como la leche.Helena... Pronunciar tu nombre es sufrir un dolor deseado. Helena Maíz, Helena Arroz, Helena Avena... Te amo hasta perder el aliento, y