Aquella noche Atónitus tuvo una larga y profusa intuición. Supo que estaba soñando porque ningún detalle se le escapaba, ningún matiz le era ajeno, cualquier faceta se mostraba singularmente útil y necesaria. También, porque podía moverse con facilidad y sus extremidades obedecían pasmosa y rápidamente los signos de su cerebro: Atónitus el Descompensado supo que debía ser forzosamente un sueño,