El hombre roza mi mano en la oscuridad. Tiene la piel caliente y áspera. El pelo corto, los rulos aplastados con algún ungüento casero que brilla hasta en la penumbra del cine. Su olor se desprende del resto. Me mira de reojo y yo a él. Todo lo que tiene es nuevo: la camisa blanca, el reloj, la mochila abierta con un par de libros de arte afrocubano. Es un profesor joven o un alumno a punto de