No recuerdo ahora quién me dio el dato. Si fue el propio holandés con el que tenía que cerrar un negocio, o si «Masajonia» era la palabra clave, la información obligada, la referencia de connaisseur que corría de Boca en boca entre extranjeros. Lo cierto es que al llegar al porche, después de un penoso viaje desde el aeropuerto, me recibió un agradable aroma a torta de mijo y la