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Viajes y otros viajes - Antonio Tabucchi

 

"(...) (tal vez seamos todos turistas, en este mundo)."











Tabucchi, Antonio. Viajes y otros viajes.
Barcelona: Editorial Anagrama, 2012


Viaggi e altri viaggi. Traducció de Carlos Gumpert
Col·lecció Panorama de Narrativas, 802



::: Qué en diu la contraportada….

Soy un viajero que nunca ha hecho Viajes para escribir sobre ellos, algo que siempre me ha parecido una estupidez. Sería como si uno quisiera enamorarse para poder escribir un libro sobre el amor.»

Pero lo indudable es que Antonio Tabucchi ha viajado mucho. Y que ha escrito acerca de sus viajes. Textos con destinos de lo más variado y con un efecto hasta ahora inevitablemente dispersivo. Este libro invierte tal tendencia, pasando lista a los lugares visitados y revisitados. Y a las escrituras que los han relatado. Remodelándolas. Y el resultado es una obra muy especial, que sobre el mapa del mundo despliega el mundo contiguo de las vastas lecturas que han anticipado, provocado y acompañado siempre esos viajes. Los lugares son nombres, etapas, residencias. Pero lo que más importa es la civilización de mirar, de rememorar y de relacionar los lugares con la gente. El ir y el demorarse. El descubrir, junto a su belleza, la diversidad del mundo.

De esta forma, vemos a Antonio Tabucchi sentado en el zócalo de la estatua del abate Faria en Goa, en la India; delante del templo de Poseidón, en el Cabo Sunión, en Grecia; en el «cementerio marino» de Sète, en Languedoc. Y allí, con él, compartimos la reminiscencias de El conde de Montecristo, los versos de Sophia de Mello Breyner, el «mar que se repite» de Paul Valéry. Lo vemos de noche atisbando las grandes estatuas barrocas de Aleijadinho en Congonhas do Campo, en Brasil, o dejándose inspirar por Cortázar en las salas de Paleontología del Jardín des Plantes, en París. Y además se vuelve presencia afectuosa cuando nos acompaña con sencillez mientras subimos por determinada calle, una pequeña calle de «su» Lisboa y nos muestra la evidencia de un sentimiento de comprensión no inmediata, como la saudade.

No obstante, el mapa ideal de este libro se abre también a lugares que visitamos «por persona interpuesta»: las ciudades fantásticas de los escritores, las geografías imaginarias, las historias literarias. En uno y otro caso -en los viajes reales tanto como en los imaginarios-, Tabucchi nos invita a movernos y a regresar. En cada ocasión la cita resulta una sorpresa porque el mundo es siempre ajeno, un descubrimiento de nosotros mismos a través de los demás.


::: Com comença…
Nacidos en circunstancias de lo más variado, siempre a partir de viajes pero nunca de viajes realizados para convertirse en literatura de viajes después, estos textos vagaban como islas en un archipiélago fluctuante, esparcidos aquí y allá en lugares de los más variopinto y bajo diversas banderas, casi sin conciencia de pertenencia ni de identidad, a su propia manera a la deriva.
Nota del autor

::: Moments…
(Pàg. 48)
Francisco de Goya y Lucientes es el mayor pintor del siglo XVIII, “a caballo”, como suele decirse, del XIX. Cada siglo tiene el pintor que se le destina. Dos siglos antes, Italia tuvo a Leonardo y a Miguel Ángel, pero cuando en toros países, Italia incluida, imperaba un neoclasicismo manierista, España tuvo a ese pintor visionario, dotado de un pincel portentosos, que fijó la mira en los horrores de su tiempo y de la condición humana en general. Y los pintó.
Madrid y alrededores: Goya más allá del Prado.

(Pàg. 54)

La emoción estética, muy intensa, queda diluida por una enorme sensación de serenidad: es un lugar en el que las figuras humanas se empequeñecen, el espacio se agiganta, las proporciones cambian y cambia en nosotros la absurda idea de ser los dueños de esta Tierra. Los colores vibran: el rojo y el gris de las gigantescas esculturas, el verde resplandeciente de los prados y los tonos oscuros de las encinas centenarias, el azul intenso del cielo. La humildad nos invade, barriendo la arrogancia con la que solemos deambular por las urbes modernas.
En tierras vascas para ver el viento.

(Pàg. 57)
Mercè Rodoreda sigue siendo una escritora para un cenáculo restringido de admiradores, una suerte de clan “carbonario” existente en los distintos países. ¿Pero por qué no hemos de sentirnos “carbonarios” en un mundo en el que la “norma” está representada por los bestseller?
Barcelona. La plaza del diamante.

(Pàg. 70)
El viajero que viene a La Canea no es por lo general el veraneante ansioso de deleites estivales en forma de discotecas y de playas en las que el aroma del espray bronceador prevalece sobre los olores salobres. Para esto está Platanias, una especie de gueto benidormiano situado a algunos kilómetros hasta el este.
Creta, un hotel, una aldea.

(Pàg. 71)
El mobiliario del hotel es el de la familia, cuadros, objetos y, colgados de la pared, viejas fotografías de una familia (o de familias cretenses) que no nos pertenecen, pero que adoptamos de inmediato, porque también es nuestra, sin serlo: es, en cierto modo, el pasado de nuestra vieja Europa, tan igual y para nuestra fortuna tan diferente.
Creta, un hotel, una aldea.

(Pàg. 72) 
¿Y qué hay mejor para los turistas que en el fondo somos (tal vez seamos todos turistas, en este mundo), que pensar, por un momento, que no somos turistas?
Creta, un hotel, una aldea.

(Pàg. 81)
Es frecuente que ciertos operadores turísticos deseosos de enviar a los viajeros hacia el fabuloso sur de Luxor y de Asuán tiendan a hacer de El Cairo una ciudad de breve parada, casi de paso, tras las visitas canónicas a las pirámides de Giza y al Museo Egipcio (que por los demás es absolutamente extraordinario). Pero El Cairo merece bastante más que una rápida parada: al cabo de pocos días sabe mostrarse confidencial y su hechizo nos conquista.
El Cairo, un nobel, un café.

(Pàg. 91)
Por lo general, las estaciones no se visitan, nos limitamos a transitar por ellas. Un antropólogo contemporáneo, Marc Augé, las ha incluido, junto a los aeropuertos y los supermercados, en su libro Los no lugares, esos espacios arquitectónicos de nuestra época en los que pasamos buena parte de nuestro tiempo pero donde vivimos como en “suspenso” (…).
Washington, una parada con Einstein

(Pàg. 101)
Las criaturas de Düsseldorf o de Austin, deseosas de experimentar la sensualidad de los trópicos, ofrecen sus cuerpos en una danza frenética al Dios del Turismo Global. Después del sacrificio humano, los aguarda el televisor de sus habitaciones, con canales exclusivamente en inglés o en alemán, no vaya a asaltarles la tentación de escuchar el sonido del idioma que se habla en el país en el que casualmente se encuentran.
Los robinsones

(Pàg. 110)
El viajero más espabilado podría localizar en ella ciertos clichés turísticos de lo más molesto: el pintor de paisajes ingenuos, el dibujante que traza un retrato a carboncillo en cinco minutos, el acordeonista que toca viejas arias. Pero quien sepa apreciar los matices no dejará de percatarse de que son clichés de una función diferente. Porque los canadienses, al no poseer nada más viejo, les parece antiquísima la ciudad de Quebec, como si fuera su Partenón o su Coliseo: las familias que vienen de excursión desde remotas provincias tienen tal aire de felicidad en sus rostros que nos parecería depravado arruinar su inocencia.
En Canadá por una película.

(Pàg. 160)
En el museo hay varios grupos escolares. Los chicos se muestran atentos, interesados, escuchan con la boca abierta las explicaciones de los profesores, toman apuntes. Mañana tal vez les toque hacer una redacción sobre el tema en clase. Pienso en las paradojas de la historia: una civilización destruye otra y después la mete en un museo. En un espléndido, modernísimo museo.
Cuaderno Australiano

(Pàg. 185)
Un lugar nunca es sólo “ese lugar”; ese lugar somo en cierto modo nosotros también. De alguna manera, sin saberlo, lo llevábamos dentro y un día, por casualidad, llegamos hasta él. Llegamos el día adecuado o el día equivocado, todo puede ser, pero eso no es responsabilidad del lugar, depende de nosotros. Depende de cómo leamos ese lugar, de nuestra disponibilidad para acogerlo en el interior de nuestros ojos y en el interior del alma, de si somos jóvenes o ancianos, de si nos sentimos bien o si nos duele la barriga. Depende de quiénes seamos en el momento en el que llegamos a ese lugar. Esas cosas se aprenden con el tiempo y, sobre todo, viajando. Pero hace muchos años, cuando hice mi primer viaje a las Azores, aún no lo sabía.
Mis islas Azores

(Pàg. 186)
A menudo, ingenuamente, sacamos fotografías con la ilusión de llevarnos algo con nosotros. Pero las imágenes son solo la piel, pura apariencia: lo que ese lugar provoca en nosotros al contemplarlo y vivirlo no es fotografiable.
Mis islas Azores

(Pàg. 189)
(…) si el mar, el viaje y la lejanía representan simbólicamente el sentido de la sed de conocimientos, del descubrimiento, de lo desconocido y del entregarse a la aventura, la Tierra (la Permanencia) constituye, por el contrario, el sentido de la reflexión sobre lo ya conocido, sobre los propios orígenes y raíces, sobre la propia identidad. Conceptos que acarrean consigo, de forma más o menos paladina, la idea del Mar (es decir, Lejanía) como “temeridad” y de Tierra (Permanencia) como “sabiduría”.
Las montañas ideales de Eça de Queirós.

(Pàg. 221)
(…) porque un texto, para ser épico, no precisa la longitud de un poema homérico: puede quedar perfectamente contenido en un cuento de pocas páginas.
La geografía imaginaria de Gregor Von Rezzori.

(Pàg. 222)
(…) sólo quien comprende la muerte puede amar la vida también en la plenitud de sus sentidos y en su carnalidad más feroz.
La geografía imaginaria de Gregor Von Rezzori.

(Pàg 234)
Somo seres antiguos, pero somos también seres frágiles y al igual que estamos expuestos a la fealdad, lo estamos también a la belleza. Ello nos turba y al mismo tiempo nos alegra. Todos los días la repugnancia del mundo nos acosa, nos es familiar en la pantalla televisiva, y nos hemos acostumbrado a ella. En cambio, la belleza puede hacernos enfermar.
El síndrome de Stendhal.

::: Què en penso...
A Viajes y otros viajes Antonio Tabucchi proposa al lector un llibre peculiar de viatges que respon més a una voluntat antropològica que no a una narració experiencial. La cultura, la religió, la història, ….l’humanisme en definitiva, són els protagonistes absoluts.

Viajes y otros viajes  es un compendi d’articles i cròniques sobre alguns dels viatges que Tabucchi va fer i que va anar publicant de forma independent a revistes, diaris, anuaris i en altres reculls des de l’any 1984 fins al 2009.

En tots aquests articles Antonio Tabucchi es mostra lúcid, a vegades irònic, sovint trapella. El seu discurs i els seus punts de vista responen a sensacions molt personals a partir de la seves experiències en els diferents escenaris, museus, paisatges o ambients que visita, o amb la gent amb qui parla.

El lector es deixa seduir ràpid per la prosa somiadora tant típica de Tabucchi i per les reflexions i observacions tant personals que hi aboca. Per això, la lectura de Viajes y otros viajes , aconsegueix ser a la vegada una experiència lectora força íntima a la vegada que cosmopolita.

Cap al final trobem un grup de textos que, aquests sí, responen a una necessitat més reflexiva per part de l’autor. En ells sovint ofereix la seva visió d’un o altre país o regió a partir de l’empremta que algun personatge originari de la zona li ha causat. És el cas de Rezzoni, Borges, Sophia de Mello Breyner, Carlos Drummond de Andrade,….

En resum, Tabucchi va molt més enllà d’un diari de viatges. De fet, l’italià ens regala el plaer de conèixer llocs, moments o personatges a partir de detalls intangibles, de silencis, d’observacions lentes i detallades, d’anècdotes personals o de converses amb la gent del país.

Una lectura que, a banda de ser interessant i amena -comparteix temàtica amb Carretera enllà de l'Aldous Huxley-, enriqueix l’ànima del lector i és un exemple més de la mestria de Tabucchi per retratar la bellesa i el coneixement des d’un punt de vista força particular.  

::: Altres n'han dit...
La Biblioteca de Asterión, Anika entre libros, Página 12 (J.P. Bertazza), Ámbito (M.S.), La Información (A. Cisternino), Pronte che si viaggia, Il giro del mondo attraverso i libri, Parma more than food.

::: Enllaços:
Antonio Tabicchi, el motiu del llibre, segons l'autor, més enllà del viatge, un talent especial.


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