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Un amor - Sara Mesa




"(...) ya es capaz de reconocer ese tipo de alegría que desemboca en la angustia."






Mesa, Sara. Un amor.
Barcelona: Anagrama, 2020.


Col.lecció Narrativas hispánicas, 651



::: Què en diu l’editorial...
La historia de Un amor ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella. El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia.

Sara Mesa vuelve a confrontar al lector con los límites de su propia moral en una obra ambiciosa, arriesgada y sólida en la que, como si de una tragedia griega se tratara, las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.

::: Com comença...
Al hacerse de noche es cuando cae el peso sobre ella, tan grande que tiene que sentarse para coger aliento.

::: Moments...
(Pàg. 27)
Le imponen las palabras que otra persona escribió antes que ella, palabras escogidas con cuidado, seleccionadas entre todas las posibles, ordenadas de una única manera entre la infinitud de combinaciones desechadas. Si quiere hacerlo bien –y quiere-, debe tener consideración con cada una de esas elecciones.

(Pàg. 44)
No debería sentirse culpable. A veces, ciertos errores acarrean un acierto, un cambio de rumbo o incluso una revelación. ¿No es un acierto que ahora esté ahí, empezando una nueva vida?

(Pàg. 47)
Lo que se puso de relieve en la cena –que entre ellos dos no hay atracció sexual- contribuye, paradókicamente, a acercarlos. Sin embargo, el desinterés de Píter ha hecho saltar una alarma en Nat: la señal de que empieza a perder un poder que había poseído inconscientemente hasta entonces. Como el dinero, se dice, también el capital erótico se va escurriendo sin que uno se dé cuenta, solo se toma conciencia de él cuando desaparece (...).

(Pàg. 54)
A todos parece atraerles la idea del retiro campestre, que revisten de un sentido romántico; cuando hacen algún comentario elogioso al respecto, a Nat le dan ganas de responder que está allí solo porque es el sitio más barato que encontró.

(Pàg. 62)
Nat le paga y él se marcha dando un portazo. Entonces sí llora, llena de rabia por no entender qué es lo que la aterra de eses hombre. Un hombre maleducado y mezquino, sin verdadero poder sobre ella. ¿No es claramente inferior? Inculto, sucio y pobre, ¿qué daño puede hacerle? ¿Por qué le afecta tanto? Llora (...).

(Pàg. 77) 
El olor, el viento en su piel, los tono verdes y marrones mezclados –hojas y tierra-, el gusto acre de su saliva –de los nervios-, todo lo que la ata a ese instante se expresa a través de los sentidos y, sin embargo, la sensación de irrealidad es abrumadora, la abstracción vence a lo concreto, como si, más que estar al borde de una nueva vivencia, estuviese representando una escena en un decorado y con unos actores: una gran mentida. El alemán tarda poco. Sale a buscarla con el pelo mojado, peinado hacia atrás. Le señala las matas de pimientos que se han echado a perder.
-Lo que les viene bien a algunas plantas acaba con otras.

(Pàg. 79)
Tanto tiempo sin estar con una mujer, había dicho, y ahora ha estado con ella. ¿Cumple sus expectativas? A pesar de la brevedad del encuentro, de la distancia entre ambos, ¿ha obtenido el placer que buscaba? Esto, la brevedad y la distancia, eran las condiciones que él mismo había impuesto.

(Pàg. 81)
Trata de ver el asunto desde fuera. De contemplarse a través de los ojos de los demás, mirándola y juzgándola. Nadie se tragaría sus razonamientos. ¿Por qué iban a tragárselos’ Dirían que lo ha hecho porque en el fondo lo estaba deseando. Que le gustó hacerlo. Que en el sexo no existe zona intermedia entre el placer y el asco: si no había sentido asco, esta claro entonces lo que había sentido. ¿Habría sido más digno por su parte experimentar repulsión, que le hubiese asqueado o dolido, haberse sentido utilizada o humillada? ¿Qué hubiese sido un encuentro más largo? ¿O que él la hubiera forzado a moverse, chupar, morder o contorsionarse?

(Pàg. 93)
¿Es una obsesión? Sí, claramente es una obsesión. Pero no solo eso, se dice. Es un rapto, una metamorfosis, una transformación radical de lo esperado. Lo que estaba fuera, en la lejanía del paisaje, lo que era invisible y carecía de interés, está ahora dentro de ella, habitándola, sacudiéndola.

(Pàg. 96)
¿Sexo? ¿Es solo cuestión de sexo? Si atiende a lo que hay bajo su carne, a ese estremecimiento insistente y tiránico, todo apunta a que sí. Pero se niega a reducirlo de esa forma. Para ella, el sexo siempre ha sido secundario. Placentero, sí –a ratos-, pero también placenteramente secundario (...).

(Pàg. 98)
La mira de arriba abajo, sonriente, pero también con el ceño fruncido, como descifrando un enigma. ¿Tiene tiempo para una cerveza?, le pregunta. Va de camino a Petacas para hacer unas compras. Podría acompañarlo y así toman algo juntos, ¿qué le parece?
Nat tarda en responder. De pronto, una propuesta tan sencilla, tan ordinaria como esa, le resulta dificilísima de encarar (...).

(Pàg. 115)
Esperar a un hombre al que apenas conoce como una perra en celo, bañar a una vieja medio loca, dormir sola, con la única compañía de un perro al que todavía tiene que atar por las noches. ¿Qué tipo de vida ha elegido? ¿Ese era el fin de toda su supuesta rebeldía?

(Pàg. 119) 
Se deja llevar por una alegría feroz y codiciosa, aunque al instante se esfuerza en refrenarla, porque ya es capaz de reconocer ese tipo de alegría que desemboca en la angustia.

(Pàg. 125)
La punzada de celos, tan repentina e inesperada, la avergüenza: ella siempre pensó que estaba a salvo de un sentimiento tan mezquino. Y, sin embargo, ¿quién maneja ahora los hilos de su sufrimiento? ¿Quién ha decidido que algo así –el pasado de un hombre al que apenas conoce- deba dolerle tanto, por encima de sus propias convicciones e ideas?

(Pàg. 127)
Exponer en voz alta su dolor –su ridículo dolor- la hará aún más vulnerable. Y, sin embargo, no hablar, callárselo todo, no hace que ese dolor desaparezca.

(Pàg. 133)
Joaquín y Roberta forman una grieta en la comunidad, pues son, en cierto modo, tan anómalos y defectuosos como ella. Cuesta trabajo verlo, cuesta trabajo mirar más allá, no es agradable hacerlo. Pero, una vez dado el paso, ya no puede fingirse inocente.

(Pàg. 136) 
Entre todas las interpretaciones posibles, Nat siempre escoge la peor. Ni siquiera cuando se convence de que sus ideas carecen de sentido está a salvo. Cualquier variación, cualquier matiz que no hubiese previsto –por mínimo o lejano que sea-, consigue que se tambalee. Los celos, ese insistente monstruo de ojos verdes, se cuelan hasta en la cama (...).

(Pàg. 149)
(...) está sola, completamente sola. Alrededor solo hay silencio: el ficticio silencio de siempre. El motor de un quad taladra el aire, a lo lejos ladran un par de perros y hacia ella se encaminan, nítidas, unas nuevas palabras: el tiempo es el castigo.

(Pàg. 184)
Cuando piensa en Andreas, algo se agita todavía en sus entrañas, como una resaca. A menudo, cierra los ojos y se aferra a la imagen de sus manos recorriéndole los costados. El tacto de sus dedos la primera vez, en su cintura. La camiseta puesta que acentúa la desnudez restante. La oscuridad destacando el dibujo de sus cuerpos. El repiqueteo de las gotas de lluvia, rebotando en la chapa. Piensa que un solo instante –por ejemplo, ese instante- basta para justificar una vida completa. Hay quien no tuvo ni siquiera eso.

::: Què en penso...
Un amor és una novel·la amb una historia en aparença senzilla tot i que poc a poc es rebel·la carregada de tensió, soledat i dilemes morals que la Sara Mesa ens explica amb una prosa precisa -gairebé quirúrgica- i amb una veu narrativa líquida i fluctuant.

La novel·la transita per uns territoris (geogràfics i psicològics) inhòspits i fins a cert punt hostils. Una mena de purgatori que ha de servir a la protagonista per fer peu en el fons del no re emocional en el que fa massa temps es troba submergida.

Un amor es situa en aquest moment. Quan aclaparada, repudiada i atemorida,
la dona –infantil i depenent- s’obsedeix. Un amor retrata -tant física com psicològicament- una pulsió sexual sense cap ni peus que porta a la protagonista a descobrir facetes desconegudes.

No és una novel·la de lectura complaent. Tot al contrari. El que ens explica és una història claustrofòbica, desoladora, amb uns personatges àrids i sovint atemoridors. Però Sara Mesa controla molt bé la trama. Lluny de precipitar-se l’autora la sap dosificar de forma perspicaç.

Així la va nodrint d’elements inhòspits que ajuden a tangibilitzar aquesta atmosfera tant angoixant, ja sigui amb escenaris abandonats o en perill de runa, ja sigui amb detalls climatològics –tempestes que provoquen goteres, calor sufocant, vent que escombra el paisatge, foscor-, ja sigui amb personatges secs, desamparats.

Ara bé, on l’autora excel·leix és la construcció d’una prosa efectiva que, malgrat la seva aparent senzillesa, es basa –tant semàntica com etimològicament - en una tria acurada i molt eficient de les paraules precises. I és que Sara Mesa no cerca la descripció; crec que està més interessada en suggerir tot essent fidel a la literalitat de les paraules.

Tot plegat porta a Un amor a oferir una prosa senzilla, subtil i concisa que ens ofereix una lectura tant ràpida com addictiva, ajudada per un estil precís i compacte -on tant important és la paraula com el silenci- .

D’altra banda, la veu narrativa també aporta molt de caràcter a la novel·la. Gairebé és un personatge més; un que juga amb el temps narratiu. Així unes vegades narra i altres s’anticipa. En altres ocasions el narrador, amb un estil indirecte lliure, s’apropia del diàleg dels personatges i les converses passen a ser narrades, no pas dialogades, apropiant-se així dels personatges.

En resum Un amor és una novel·la diferent. Costa emmotllar-la sota taxiconomies estilístiques o temàtiques. La única certesa que tinc és que t’atrapa a les poques pàgines i t’exigeix la lectura gairebé en una o dues segudes. M’ha agradat i força. No tant per la trama –te un cert punt d’inverosímil-, sinó per l’enfocament formal i per l’estratègia narrativa emprada.

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 Altres n'han dit...
La bellesa, La antigua Biblos, Librero Pendiente, El quinto libro, Leer es vivir dos veces, Atelier literario, El blog de Juan Carlos, Estandarte, MissCircunstancias, Criticismo (D.Casas), Culturamas (D. Pérez), Un libro al día (Juan G.B.), Contrapunto (P. Mendieta), Las librerías recomiendan (I. Legarza).

::: Enllaços:
Sara Mesa, què en pensa l'autora, l'allargada ombra de la prosa de Mesa, algunes claus interpretatives i estilistiques, sobre l'estil i els temes, ubicant la novel·la dins del panorama literari espanyol contemporani, influències i reflexos, forma i estil en detall, brillant o tramposa?, moderna o convencional?.



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