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Élisa - Jacques Chauviré




"(...) yo solía tener sed. Sed de mi madre también y, pese a todo, todavía de Élisa."







Chauviré, Jacques. Élisa.
Madrid: Errata naturae editores, 2014

Élisa. Traducció de Regina López
Col·lecció El pasaje de los panoramas


:::
Què en diu la contraportada…
Se narra en estas páginas bellísimas, con un halo melancólico y un sorprendente final, la historia del primer amor vivido por un niño, con una intensidad singular, sobre el fondo gris de la Primera Guerra Mundial. Un padre muerto en el frente, una madre traumatizada por esa ausencia y una abuela severa conforman la familia de Jacques Ivan, Vanvan, a la que llega Élisa, la dulce criada adolescente. Ella es el mejor antídoto, el único posible, contra la tristeza.

«El verde paraíso de los amores infantiles», escribió Baudelaire. La inocencia clara profunda inspiró este texto único y luminoso, en cuyo azogue se encuentran infancia y vejez, el tiempo iniciático y el tiempo de las despedidas.

Admirado por algunos de sus contemporáneos más exigentes, de Albert Camus a Claude Roy, Chauviré fue siempre un escritor discreto, que no hizo «carrera literaria» y prefirió seguir ejerciendo la medicina. La fama le llegó gracias, precisamente, a esta novela corta, Élisa, que fue elegida como uno de los libros favoritos de los libreros franceses el año de su publicación, 2003.

«Había aprendido a leer. Algunas palabras me gustaban mucho. Mi predilecta era, creo, “lluvia”. Al principio me costó leerla, pero sus vocales húmedas le daban belleza y dulzura. Luego venían las que evocaban el agua en movimiento. Eran palabras plateadas, pero con una luminosidad muy cambiante a medida que el agua corría de lo umbrío al sol. “Sol” no estaba nada mal, aunque, para mi gusto, sonaba demasiado fanfarrona. El agua era mi mejor amiga, especialmente porque yo solía tener sed. Sed de mi madre también y, pese a todo, todavía de Élisa».

::: Com comença…
Élisa llegó una mañana de principios de otoño. Yo tenía cinco años. Estaba acodado en el antepecho de la ventana de la cocina cuando la vi aparecer en el jardín.

::: Moments…
(Pàg. 16)
Una noche, cuando me disponía a irme a dormir, tuvo la debilidad de  darme un beso. A mí casi no me sorprendió. En los días sucesivos, fui a solicitarle mi beso nocturno. Con el paso del tiempo, aquel gesto me resultaba imprescindible. Me parecía que yo era mejor que un compañero.

(Pàg. 19)
Por las mañans, nada más levantarnos, era cuando mamá me demostraba más cariño y me cercaba con sus recuerdos, advertencias y protestas.
Contaba, sobre todo, historias de mi difunto padre. Había muerto a los treinta y tres años por la patria. Yo me preguntaba si a esa edad uno era joven o viejo. Y la patria ¿qué era? ¿El jardín, los prados, las granjas aledañas?

(Pàg. 27)
Yo no tenía del todo clara mi identidad. Había sido Jacques, luego Ivan y luevo Vanvan. De momento, la cosa quedaba ahí. Debía de parecerme a ese padre que no había conocido. En reusmidas cuentas, yo estaba duplicado: tenía que ser yo y mi padre. ¿Cómo habría sido él de niño? Era una persona alegre, y sin embargo había muerto en la guerra. De ello infería que la despreocupación no te protege de nada. Para protegerse lo mejor era buscar un refugio secreto junto a unos pechos ¿Por qué las mujeres se empeñan en ocultarlos? Para conquistarlos había que aferrarse a ellos, agarrarlos.

(Pàg. 29)
Respiraba a Élisa mientras contemplaba, embelesado, los movimientos primaverales del jardín cuajado de colores inesperados. Nadie era capaz de comprender el alcance de aquella búsqueda que, para equilibrar la muerte de mi padre y la tristeza de mi madre, perseguía descubrir los senos de Élisa.

(Pàg. 39)
Aquella misma tarde, por encima de los sauces, más allá del extenso prado que desprendía un perfume de heno seco, el sol declinó teñido de rojo entre el fuego que él mismo prendía en el cielo.

(Pàg. 40)
Corrí hacia ella. Supe entonces que no existen mayor impaciencia ni emociones tan vivas como las que suscitan la espera, el descubrimiento y la reconquista de un ser amado que baja de un tren.

(Pàg. 47)
(…) Llegué a su lado y me apoyé en ella.
Interrumpió su labor, el remiendo de una media de lana negra. Posé mis labios contra su cuello. Ella los aceptó con indiferencia, como una manifestación habitual de amistad quizá algo más atrevida de lo normal.

(Pàg. 52) 
El agua era mi mejor amiga, especialmente porque yo solía tener sed. Sed de mi madre también y, pese a todo, todavía de Élisa.

(Pàg. 57)
Entre la más tierna infancia y la muerte de quienes hemos amado discurre la vida. Poca cosa, en resumidas cuentas.

(Pàg. 59)
Oculta bajo las marcas de la edad hallé aquella mirada verde que tanto me sedujo durante mi infancia y algunos días de mi adolescencia, con un destello añadido debido a las décimas de fiebre.

(Pàg. 60)
- Nadie ha tenido tanta sed de mí como tú.
Pero sigo sin descifrar aquella frase pronunciada sin aliento, tanto que a mis años todavía me pregunto si realmente llegó a decirla.

::: Què en penso...
Relat breu que amb un marcat toc sentimental i amb una prosa senzilla però directa ens parla d’aquell moment de la infantesa en que els nanos, més enllà de la seva mare, descobreixen innocenment l’atractiu femení.

La narració de Chauviré, situada poc després de la fi de la Primera Guerra Mundial a un llogarret de la França rural, tracta aquest fet en primera persona i d’una forma episòdica saltant entre tardors, primaveres i estius.

El protagonista –i narrador- és un infant amb el pare mort a la guerra que viu rodejat per un univers femení de personatges (mare, àvia, veïnes, serventes), i ens relata les diferents sensacions que experimenta en descobrir una jove mainadera.

Així, Chauviré escriu escenes breus que recullen amb molta economía de detalls els fets i les sensacions –sempre pristins, mai maliciosos- que provoca aquesta jove en el jove narrador.

Amb un relat directe i precís, l’autor-narrador es fixa en el perfil dels personatges que marquen els records de l’infantesa, els esdeveniments que la caracteritzen i, en definitiva, de les emocions i la confusió que ho salpebra tot.

La narració també es caracteritza per una forta fragmentació així com per un temps narratiu força accelerat. I és que Chauviré té més empeny en descriure els moments i les sensacions, que no els detalls dels fets.

Diríem que Chauviré és un retratista del record, no del present. De l’emoció, no del fet. De la nostàlgia, no de la realitat.

Ara bé, el que confereix valor i pes temàtic a la breu narració és el darrer capítol, en el que amb una gran el·lipsis, s’escapa de la infantesa i ens situa en un algun moment del passat més recent, ja d’adult.

I és en aquests darrers moments de la narració on el sentiment final, l’amor platònic, emergeix de forma eixordadora i enlluerna el lector amb un desenllaç colpidor.

D’aquelles lectures força desconegudes però que pel seu to, però també per la seva temàtica i esperit, arriben fons dins el sentiment del lector.

::: Altres n'han dit...
iSabadell, Literatura +1, Una isla de papel, Saltus Altus, Mil y un libros para disfrutar, Devaneos, El hogar de las palabras.

::: Enllaços: 
Jacques Chauviré.



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