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Una guía rápida y sucia a la nobleza feudal, Tahereh Safavi

Uno de los errores más comunes que cometen los autores de fantasía -y los patrocinadores de las ferias del Renacimiento, es dirigirse a todos como “mi señor.” No todos eran un señor; esa noción desafía los conocimientos más básicos de economía. Había diferentes tipos de señores, especialmente en períodos diferentes, el sistema estaba en constante evolución, y habían maneras muy específicas de dirigirse a cada tipo de señor.

Detallar cada tipo de señor feudal que ha existido es una tarea hercúlea que ya ha sido emprendida por numerosos (y muy áridos) libros de texto, así que este artículo se propone exponer el razonamiento subyacente tras el sistema. Como autores de fantasía, no necesitas apegarte a ningún sistema del mundo real mientras que crees el tuyo de con una lógica razonable y autoconsistencia. En este artículo nos centraremos principalmente en los sistemas europeos y también con un ligero toque del mundo medieval musulmán.

No todos eran un señor

Comencemos con las bases del feudalismo. La premisa básica era que aquellos que podían tomar algo, lo hacían. La conquista normanda fue exactamente tal y como suena: William, Duque de Normandia, fraguó un reclamo sobre Inglaterra, partió en barco desde Francia y se apoderó de ella. Esa tampoco fue la primera vez; William no era francés. “Normando” es una contracción de “Norseman” o “Nordmann” (que es como se llaman a sí mismos los noruegos actuales). Es la palabra francesa para los vikingos que llegaron desde Escandinavia y se apoderaron de media Francia, comenzando así una larga tradición, como dijo sarcásticamente Eddie Izzard, de tomar lo que sea que deseaban a través del uso inteligente de banderas.

Por supuesto, si un conquistador pasaba todo su tiempo apoderándose de cosas, estaba demasiado ocupado para cultivar su propia comida. Tenía que convencer a los granjeros que le dieran una parte de sus cosechas. ¿Cómo lograba eso? Se aparecía en sus casas con todos sus amigotes cargando espadas y se apoderan de ellas. Para este momento, con suerte, deberías estar abandonando la imagen del rey y todos sus compañeros como dandis vestidos con volantes, lazos y el cuello alzado para comenzar a verlos más como matones armados.

De aquí es de donde obtenemos el término de “propietario:” toda la tierra pertenece al señor que la conquistó. Este le permite a los granjeros (“siervos”) vivir allí a cambio de un diezmo. También hay propietarios independientes que poseen sus propias granjas, pero si no tienes el valor suficiente para matar al señor y sus matones, lo mejor es entrar bajo su área de extorsión sistematizada.

A medida que crecían esta extorsión sistematizada, el señor no podía adminsitrarla toda de manera directa, así que tomó a algunos de sus matones armados favoritos para que administraran parte de este. Este los “hace” (una forma de nombrarlos con un título completamente nuevo de) comté, jarl, etc., de un área determinada. Los matones recién promovidos vivían a lo grande a cambio de administrar, imponer impuestos y defender a sus nuevas tierras. Básicamente, el señor es el jefe de un cartel. El don, el jefe, como quieras llamarlo.

Por naturaleza, no hay muchos jefes de cartel.

En la Inglaterra de 1307, había un solo tipo de señor por debajo del rey, el Conde, y sólo había once de ellos. Inglaterra puede no lucir muy grande en un mapa, pero intenta caminar desde Londres hasta York sólo con las ropas que traes puestas y tanta comida como puedas cargar. Para la persona promedio de la época, era un proyecto serio el ir más allá de las fronteras del condado en el cual nacieron. Teóricamente sabían que tenían un señor y un rey en alguna parte, pero no sabían nada sobre ninguno de ellos.

He aquí una comparación para los norteamericanos modernos: a menos que vivas en Washington y trabajes en un sector relevante, ¿alguna vez te has reunido en persona con el presidente de los Estados Unidos? Quizás lo viste una vez en tu vida en algún evento oficial, como cuando vienen a visitar tu escuela para hacer una donación y posar para la foto de apertura. ¿Has conocido al gobernador de tu estado? ¿Siquiera sabes el nombre de tu gobernador? Hay cinco veces más gobernadores americanos que condes británicos en el siglo trece, pero el americano promedio no camina por ahí esperando seriamente chocar con uno en la calle.

Esa es la proporción de señores versus no señores debería ser en tu mundo de fantasía.

El sistema sigue cambiando

La parte divertida de los sistemas creados por el capricho de un solo jefe de pandillas es que las reglas siguen cambiando. Durante el reinado de William I, había exactamente tres tipos de nobles: el rey, el conde y el barón. El primer duque inglés fue creado en 1337, cuando Eduardo II hizo al Príncipe Negro Duque de Cornualles. Un duque inglés estaba por debajo del rey, pero por encima de un conde. Esto no tenía nada que ver con el sistema continental, donde a lo largo de los siglos diez y once varios comtés (condes) francos y jarls (condes) escandinavos comenzaron a llamarse a sí mismos de forma arbitraria “Duc” (Duque) como una forma de engrandecimiento personal y, muchas veces, el poder efectivo de un duque o conde en términos de tierras poseídas y tropas comandadas superaba al del rey nominal. Recuerda: matones fuertemente armados. Si uno quería ascender en la jerarquía u obtener la tierra que le pertenecía al vecino, siempre podías lograrlo a través de la diplomacia del ejército más grande.

Algunas veces los títulos fueron rechazados. En 1385, Ricardo II de Inglaterra hizo a Robert de Vere (ya quinto conde de Oxford) el primer marqués de Dublín. “Marqués” es una referencia a las “fronteras”[1] o límites, debido a que estaba defendiendo el territorio fronterizo. El siguiente marqués, creado en 1397, se negó a usar el título debido a que sentía que un honor inventado no transmitía nada de peso. Quedó sin usar hasta que Henry VI lo revivió en 1442.

A forma de guía general, la jerarquía británica en 1611 era:

  • Rey.
  • Duque.
  • Marqués.
  • Conde.
  • Vizconde.
  • Barón.
  • Baronet.

Las variaciones son muy obvias en su implicación: un gran duque estaría por encima de un duque normal, un baronet por debajo de un barón. Las formas femeninas son casi iguales, ejemplo, duque/duquesa y barón/baronesa, aunque las esposas de los condes seguían siendo llamadas condesas (probablemente debido a que llamarlas earless[2] suena como algo que le sucedió a Van Gogh).

Es importante darse cuenta de que los reyes no eran el único tipo de soberano (un gobernante sin nadie por encima de ellos), ni eran necesariamente reyes de una gran área. Hubo -y todavía hay- algunos ducados soberanos, en los cuales el duque es la cima de la jerarquía. La Inglaterra anterior a la conquista estaba dividida en docenas de pequeños reinos, tales como Mercia, Anglia del Este y Wessex, los cuales fueron eventualmente consolidados por los medios usuales de un rey machacando a su vecino y apoderándose de la tierra. Esto es cierto a lo largo de la mayor parte de la historia. La Ilíada habla de una “coalición de reyes griegos” de los cuales, Agamenón, era un alto rey. Ramses el Grande se describía a si mismos como “Rey de Reyes,” como lo hicieron muchos shahanshahs persas.

“Príncipe” tampoco era siempre una palabra para el hijo del rey; en su sentido más amplio, “príncipe” es un término genérico para un gobernante en la cima de la jerarquía. Uno podría referirse a un grupo de “príncipes extranjeros:” una mezcla general de hombres de la clase gobernante que podrían tener un reclamo razonable al gobierno de algún territorio independiente, incluyendo duques, emires, shahs y lo que sea que crees. Para una lista exhaustiva de ejemplos de los cuales crear tu jerarquía de fantasía, Wikipedia tiene una excelente página sobre rangos de la realeza y los nobles.

Formas específicas de tratarlos

Las reglas varían según el período de tiempo y el país, pero en general, un gobernante en la cima de la jerarquía tales como un rey o una reina es tratado como “su majestad” o “su gracia,” y el rey puede ser llamado “sire.”[3] Un emperador o equivalente, un rey de reyes, sería llamado “su majestad imperial,” para especificar que han conquistado a otros reyes más pequeños. Un príncipe o princesa es tratado como “su alteza.” Todo por debajo de ellos es “su señoría.” “Su excelencia” surgió mucho más tarde y era usado para un canciller o primer ministro.

La palabra árabe “emir” (literalmente “comandante”) se refiere de manera muy amplia a todos los príncipes, ambos, gobernantes soberanos y sus hijos. Te diriges a un emir como “Sayyidi-al-Emir.” “Sultán” (“poder” o “autoridad”) es ampliamente intercambiable. Ambos tienen autoridad política pero no tienen autoridad religiosa: ese es el “califa,” el sucesor del profeta. Quién sería exactamente debería ser ese sucesor y si tiene más poder que los emires y sultanes locales, ha sido históricamente un gran debate. Al usar estas palabras para matizar tu novela de fantasía puede ser una gran forma de mostrar lo enredado de las luchas religiosas y políticas. Puedes dirigirte a tus califas como “Emir al-Mu’mineen” (“Comandante de los fieles”).

“Shah” es un término excepcional de los persas para un rey y también fue usado por las culturas cercanas a Persia como los otomanos, los mugales y bengalíes, con “shahanshah” (“rey de reyes”) o padishah (“rey amo”) para el emperador, “shahbanu” (“dama del rey”) para la reina consorte o emperatriz consorte, y “shahzadeh” (“descendiente de”) para sus hijos. “Bahnbishin” (“reina”) habla de las hermanas, hijas y esposas menores del shah, y las distintas mujeres nobles pueden ser llamadas “khonum” (“dama”). Después de la conquista arábica de irán en el siglo siete, los príncipes menores también pasaron a ser llamados por la palabra árabe “emir,” pero el título no es de la misma familia del lenguaje y puede mantenerse separada en tu mundo de fantasía a menos que a propósito quieras mostrar la cultura de una religión conquistadora y mezclarla con una más secular. “Shah” no es un término religioso, aunque a partir de la dinastía Safavid en lo adelante fue usado por los gobernantes musulmanes.

Regresando a las convenciones europeas, es común referirse a alguien por el nombre de la tierra que poseen, debido a que si te enzarzas en una pelea con ese hombre, te has enzarzado en una pelea con toda su nación. Para usar un ejemplo de mi próxima novela Berserker Queen: Gilbert, Duque de Lorena, puede ser tratado sencillamente como “Lorena.” Si quieres enzarzarte en una pelea con Gilbert -digamos, al herir a su hija- toda la nación de Lorena a punto de sacarte el culo por la boca. También puede permitirse llamarlo “mi señor de Lorena,” y la mayoría de las personas, incluso sus familiares, se referirán a él en público según alguna variante de esto. Su hija podría decir, “Mi padre de Lorena no tolerará ese comportamiento,” o su hermano, el Conde de Hainut, podría decir, “Le doy mi apoyo a mi hermano de Lorena.” Sólo sería llamado por su nombre en privado, por personas muy cercanas y a quienes ha invitado específicamente a hacerlo.

El prefijo “sir” denota título de caballero. Es una cualificación laboral y va con el nombre del hombre. Ser un caballero significa que serás llamado “sir,” al igual que terminar un doctorado significa que serás llamado “doctor.” Ser un caballero no te hace el señor de una nación, al igual que un doctorado no te hace el gobernador de un estado. Para el siglo diez, cada miembro de la caballería pesada era llamado caballero. Era completamente obvio que el señor podía luchar (Ricardo III fue el último rey inglés en morir en combate en la batalla del campo de Boswirth en 1485, “luchando como un hombre en lo más denso de las filas enemigas”) y era mucho más importante mencionar que estaba a cargo. “Señor de [lo que sea]” es para el gran jefe; “Sir [mengano]” es para todos sus matones.

“Amo,” “ama,” “don” y “doña[4]” eran formas corteses de dirigirse a alguien sin tierras y que no era un caballero, como el hijo más joven de un aristócrata sin importancia o un comerciante. En general, usa el título más adulador/importante disponible, a menos que el propósito del personaje sea ser familiar o descortés.

Ejemplos

Los siguientes son personajes ficticios para una novela de fantasía hipotética basados en títulos del mundo real, consistentes con todas las reglas anteriormente mencionadas.

Teagan Chambrer, caballero, comandante general, el hijo más joven (no hereda) de Thegn del Duck’s Crossing, podría ser tratado como:

  • Sir Teagan.
  • General Teagan.
  • Amo Chambrer (pero este sería insultante, debido a que ignora el hecho de que es un oficial).

Pero NO:

  • Señor Loquesea (No lo es).
  • Sir Chambrer (El, Teagan, personalmente, es el caballero, no toda su familia).

William “el Bruto” Huntley, primer conde de Greenford, caballero del reino, podría ser llamado:

  • Lord Greenford.
  • Greenford (sin ningún preámbulo).
  • Sir William (Pero un poquito familiar/pretencioso usar su nombre, debido a que implica que su persona es más relevante que su estatus como conde. Sir William podría ser usado por un amigo o una mujer que está coqueteando con él. Si alguien tiene un rango o título, usar su nombre o apodo únicamente es algo muy personal; debes ser invitado a usarlo y, probablemente, sólo deberías usarlo en privado. Nadie, ni aun siendo de un rango comparable, se dirige a alguien sin invitación por su apodo, a menos que estén siendo descorteses a propósito o demasiado familiares).
  • Amo Huntley (pero, una vez más, insultante).
  • William el Bruto (La historia tiene un exceso de Williams, y los epítetos son apodos usados para distinguirlos. Lo mismo se aplica para los Henrys, John, Ricardo, etc. Algunos son engrandecedores, ejemplo, “el Grande” o “el Sin miedo,” y algunos son insultantes, ejemplo, “el Gordo,” “el Calvo” o “el Gago.” Con un epíteto potencialmente insultante como “el Bruto,”[5] estaría clara cuál sería la reacción del personaje si alguien le dice esto en cara o a sus espaldas.

Pero NO:

  • Sir Huntley (El, William, personalmente, es el caballero, no toda su familia).
  • Sir Greenford (Su propiedad no es un caballero).
  • Señor Huntley (¿Señor de su familia?)
  • Señor William (¿Señor de sí mismo?)

Robert Caenid, segundo conde de Nor’wath, caballero del reino y señor tesorero, podría ser llamado:

  • Señor Nor’watch.
  • Mi Señor Tesorero.
  • Sir Robert (correcto, pero muy personal).
  • Amo Caenid (correcto, pero insultante).

Pero NO:

  • Señor Robert (¿Dueño de sí mismo?)
  • Amor Robert (¿Amo de sí mismo?)
  • Sir tesorero (¿La oficina del tesoro puede luchar a caballo?)

Stephen fitz Ruedero (“fitz” significa “hijo de,” y ruedero es una profesión; esta es una afirmación literal de que su padre es el ruedero de la ciudad, fitz Ruedero no es un apellido), capitán de la guardia, un infante normal que no es un caballero, podría ser tratado como:

  • Capitán Stephen.
  • El hijo del ruedero (insultante ahora que es un oficial, pero habría sido la forma anterior de llamarlo).

Pero NO:

  • Sir Stephen (No es un guerrero calificado de la caballería pesada).
  • Amo Ruedero (Ese es su padre).

Ahmad ibn Rahsin al-Nazir, Califa de Quo’roba, Defensor de la Fe de Dios y Príncipe de todos los Reinos Orientales, podría ser tratado como:

  • Emir al-Mu’mineen (Esta sería la forma más respetuosa, debido a que su posición implica que prioriza su rol religioso).
  • Sayyidi-al-Emir (Este es correcto pero inferior y potencialmente insultante).
  • Señor de Quo’roba.
  • Ahmad al-Nazir (“Al-Nazir” significa “el victorioso.” El árabe está lleno de epítetos usados para distinguir a los gobernantes, al igual que las culturas europeas; sin embargo, a diferencia del inglés y el francés, no es común que los epítetos árabes sean insultantes.

Pero NO:

  • Lord Rahsin (“Ibn” significa “hijo de.” Rashin es el nombre de su padre. ¿Dueño de su padre muerto?)
  • Califa Rahsin (A pesar de ser técnicamente el sucesor de su padre, el término es religioso y se refiere a la línea del profeta).
  • Califato Ahmad ibn Rahsin (El “califato” es el territorio que mantiene un califa, de la mismo forma que un reino es mantenido por un rey. Esto es algo así como decir “Reino Luis VI de Francia.”)

Sultán Esmael Mirza Ashfari, hijo mayor de Artajerjes Shahanshah Ashfari el Magnífico y su heredero aparente a los Cuatro Confines del Universo, puede ser tratado como:

  • Esmael Mirza (“Mirza” es el honorífico para “príncipe” y va después va el nombre propio en los títulos persas).
  • Sultán Esmael Mirza (“Sultán” el caso persa significa “capitán” o “gobernador,” un título laboral como “sir.” Uno todavía mencionaría que este capitán en particular también es un príncipe heredero).
  • Príncipe Esmael.

Pero NO:

  • Sultán Ashfari (Ashfari es un nombre dinástico, “de la dinastía de Ashfar.” Esto implica que es el único de la familia que ha gobernado alguna vez una provincia, lo cual es improbable).
  • Príncipe Mirza (¡Príncipe-Príncipe! Esta es una redundancia tonta).
  • Príncipe Sultán (¡Príncipe-Capitán!)

Generalmente, todas las mujeres casadas con un caballero o mejor, pueden ser tratadas como “mi dama,” aunque sólo agregarías el nombre si lo haces también con su esposo. Una dama retiene como cortesía su título después de enviudar, incluso si se vuelve a casar con un hombre de menor estatus. Si hay una nueva mujer que puede reclamar el mismo título, la palabra “viuda” se le agrega al título.

Eliza Caenid, viuda del antiguo Conde de Nor’watch, madre de Robert, el actual conde de Nor’watch, podría ser llamada:

  • Mi Señora Condesa.
  • La Condesa viuda de Nor’watch.

Pero NO:

  • Dama Nor’watch (Ese es el de su nuera).

Leila Ashfari, la segunda esposa de Artajerjes Shahanshah, podría ser tratada como:

  • Leila Banbishin (un término para una reina menor, no la emperatriz o reina consorte).
  • Leila khonum (un término genérico pero respetuoso para “dama,” todavía usado en el farsi moderno como “madame”)
  • Dama Leila.

Pero NO:

  • Leila Shahbanu (reservado para la primera esposa o reina consorte).
  • Dama Ashfari (Está casada dentro de la dinastía, y ciertamente no es la única).

Conclusión

La cosa más importante a recordar cuando diseñas tu propio sistema es que todo tiene que ver con la tierra. Los señores feudales son como jefes de la mafia: Cuando demasiados existen en un área dada, suceden guerras de zonas de influencia. Debido a que la tierra es tan importante, la forma de dirigirse casi siempre vale la pena ser referenciada y ciertamente no trataría a alguien como si fuera el jefe del lugar si no lo fuera. Sólo imagina qué sucedería si el Padrino te escucha llamarlo de alguna otra forma detestable que no sea “jefe.”

Por supuesto, este es un repaso muy breve, pero esperanzadoramente te dará algunas palabras claves que buscar en Google.

Fuente: Libro Putting the fact in Fantasy

Traductor: José Alejandro Cantallops Vázque

Correctora: Marisol Cossío

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[1] Nota del traductor: En inglés el término antiguo es marches, de ahí la similitud con marqués.

[2] Nota del traductor: Es un juego de palabras, earl es el tipo de conde inglés, por tanto, el femenino sería earless, que también significa sin oreja. Y ahí tienen el chiste.

[3] Nota del traductor:  Literalmente “semental”. (Nota de la correctora: También fue sinónimo de padre o cabeza de familia).

[4] Nota de la correctora: Para los términos usados en inglés “Goodman/goodwife” no hay un tratamiento completamente equivalente en español. El más cercano son los usos tardíos de don y doña.

[5] Nota del traductor: En inglés “Shortpate”, “pate” puede ser sinónimo de inteligencia: el corto de inteligencia.



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