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El Pasado, de Alan Pauls

 La chica, que por primera vez, gracias a ese excéntrico que le paga, según le ha contado Fanny, juntando billetes de seis países distintos que convierte a francos con la calculadora infalible de su mente, ha visto desfilar ante sus ojos su propia vida, empieza a bajar los brazos y a languidecer, empieza a conmoverse y a soñar con otra. Se ríe por cualquier cosa. La visión, en los zapatos de él, de los cordones desatados, con las


puntas mojadas por el último charco en el que se bañaron, la hace llorar. Su erudición -hay toda una tarde  dedicada a la etimología- la deslumbra. Sus regalos -modestos, fatalmente pasados de moda, con ese aire veloz, desprolijo, que tienen las cosas robadas- la enternecen. Pero es casado. Él, que no ha tenido ningún empacho en confesárselo, tampoco lo tiene ahora para descartar el obstáculo con una carcajada despectiva. Se divorciará, dice, o acaso la mate. Ella no le cree, por supuesto, aunque no es del todo insensible a la determinación con que anuncia esas alternativas disparatadas. Está bien, dice él, cuyo entusiasmo, contra lo que se podía esperar, aumenta con la razonabilidad de sus propuestas, y la invita a vivir con él, en su misma casa, en Argentina, como mucama. Parece tenerlo todo pensado: las ventajas de una bigamia encubierta, el delantal azul oscuro a lunares blancos, la cofia -sobre la que acabará cuando ella esté de franco, ebria, bailando como una poseída en las discotecas de Plaza Italia o Flores... La vietnamita retrocede. "Argentina": la sola mención de la palabra le provoca escalofríos. Huyó de Pnom Peh... ¿para terminar en Argentina? Y para él, como suele suceder, ese retroceso es el estímulo más excitante. Dobla la apuesta, como se dice, y cambia el horizonte doméstico que le prometía, cómodo para él pero, por falso que fuera, demasiado exigente para ella, por un libreto de vidas dobles en el que la chica tiene papeles, trabajo, un departamento en una zona residencial, incluso una mucama con un delantal azul a lunares y cofia... Pero el argentino no entiende: el problema es el país, es Argentina.


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